Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

CiudadanOX

Carlos Manzana

0

Soplar y sorber al mismo tiempo es una cualidad que sólo los liberales de extremo centro y seguidores de Marx (Groucho) son capaces de hacer. Efectivamente, después de repetir hace una semana el “no pactaremos con VOX” y que Albert Rivera les llamara “partido ultraconservador” en televisión, Ciudadanos se ha sentado, negociado y votado a favor de que la extrema derecha entre en la Mesa de la Asamblea de Madrid, a cambio de recibir sus votos para presidir el parlamento madrileño. Y lo han hecho sin despeinarse.

¿Alguien lo dudaba? Pablo Casado y Albert Rivera se sentarán, negociarán y, si es preciso, gobernarán con la extrema derecha homófoba, clasista y machista de Vox, en Andalucía, Madrid, Valencia y hasta en el hueco de la escalera, sin ningún problema. Antes de esa foto final, eso sí, marearán la perdiz durante días con reuniones vacías, tweets ambiguos y ruedas de prensa para explicar cómo hacer una tortilla sin huevos.

Todo sea por la “unidad de España” y la “mano invisible” del mercado, únicos mantras que parece que unen al popularmente conocido como “trifachito” de Colón, aparte de tomarse a broma la democracia interna, donde sus followers solo están para hacer likes y aplaudir en mítines, sin ningún tipo de capacidad de decisión, crítica o sensibilidad territorial, eso faltaría.

¿Y qué opinarán quienes votaron a Ciudadanos el 28A y 26M? Una encuesta publicada hace escasos días refleja que 67,4% no está de acuerdo con que su partido pacte con la extrema derecha. Además, hasta el 79,9% preferiría un acuerdo con el PSOE para gobernar, lejos del 6,1 que defiende el pacto de la vergüenza y listas negras en Andalucía, según el último informe del CIS.

Está claro que destrozar la poca credibilidad que le quedaba a Ciudadanos tras su último viraje es insignificante, comparado con ocupar un puñado de sillones en algún que otro parlamento, Diputación o Ayuntamiento. El problema de este patriotismo de pulsera es que apuntala la corrupción de un PP en caída libre, se acaba contagiando del tufo reaccionario de las cavernas y lo acaban sufriendo las personas más vulnerables. Credibilidad liberal.

*Carlos Manzana, Secretario de Comunicación de Joves Socialistes del País Valencià

Etiquetas
stats