“No es una Crisis; es una Estafa”; ese era el grito que se pudo escuchar en muchas plazas el 15 M, ese fue el grito que fue recogido en las Marchas de la Dignidad. Y hoy ese lema tenga tal vez más razón de ser que nunca. No era ni es una mera crisis económica; era y continúa siendo una estafa monumental a los ciudadanos de este país. Y es que por muchas cortinas de humo que se lancen, por muchas maniobras de distracción que se intenten, la realidad continúa siendo pavorosa.
Así, no sólo es que 4,5 millones de ciudadanos de este país estén en el paro, correspondiendo pues uno de cada cuatro parados de la Eurozona a España según Eurostat; es que la tasa de paro española continúa doblando a la europea. A ello, hay que unir que el 20,9 % de los trabajadores, es decir, uno de cada cinco, tiene un contrato temporal, situándose por el contrario la media europea de temporalidad en un 12, 8 %, y con muchos países, como por ejemplo Grecia o Italia, por debajo del 10 %. De hecho, el gran “logro” de la reforma laboral del Partido Popular ha consistido en que el 26 % de los contratos firmados el último año sea de menos de una semana.
Por otro lado, conviene señalar que, según un estudio publicado por la Agencia Thomsom Reuters publicado en el diario Financial Times, desde el año 2007 los salarios reales han caído en España un 25 %, mientras que en Alemania han subido por el contrario un 5 %. No es extraño pues que este septiembre nos hayamos enterado por ejemplo que las limpiadoras de hotel han visto caer sus ingresos de 1200 euros a 700 euros al mes, generalizándose el destajo y con una paga por limpieza de habitación que puede ser inferior a los 2 euros.
Detrás de esta realidad, que muchos medios y partidos políticos se encargan cuidadosamente de obviar y de olvidar, hay nombres y apellidos, hay seres humanos, hay conciudadanos, hay hermanos y hermanas, tíos y tías, hijos e hijas, padres y madres. Y hay que pensar en ellos, en sus rostros, a la hora de pensar en el brutal hecho de que el recorte en las prestaciones haya dejado a 2,6 millones de personas sin subsidio de desempleo. O en el medio millón de trabajadores mayores de 55 años que carecen de empleo. O en una tasa de paro juvenil del 46,5 %. O en la realidad de que 1 de cada 3 parados es de larga duración o que el 55 % de las mujeres que está desempleada lleva más de un año en esta duración. Es por ello por lo que hay que actuar, por lo que se debe exigir que se actúe, y que esta realidad, junto al subempleo de una desindustrialización galopante y de un empleo de bajísima calidad en el sector servicios, vuelva o se sitúe en el centro de las agendas políticas y en el centro del debate político de este país. Es cierto que la Derecha lo intentará obviar, encantada con una realidad en la que el número de millonarios se ha doblado en este país. Es por ello por lo que hay que exigir a la izquierda, a aquellos que se consideren de verdad de izquierdas, que redoblen sus esfuerzos en este sentido. Es lo que importa, lo que de verdad importa.