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El cuento de la recesión

Imagen © Korn Ferry Institute

Ignacio Vidal

¿Eres de esas personas que mira cada año con ilusión la subida del PIB o el índice del IBEX? Seguramente te preguntarás por qué la calidad de vida de la sociedad española (trabajo, salario, etc.) no ha mejorado prácticamente nada en el último lustro pese a que el crecimiento del PIB ha estado cerca del 3% y los beneficios de las grandes empresas han subido un 11% desde 2008.

¿Cómo es posible que pese a tener un crecimiento macroeconómico a priori significativo no estemos ni cerca de una calidad de vida precrisis? La pobreza aumentó durante la crisis 4 veces más de lo que se ha reducido con la “recuperación”, según un informe de Oxfam Intermón. ¿Qué pasa con nuestra parte del pastel? Durante la crisis en España las 3 personas más ricas incrementaron su patrimonio un 3% mientras que el 30% más pobre perdió un 30% de su riqueza. No solo los momentos de penuria son un buen momento de ganar dinero para las grandes fortunas, también lo son las recuperaciones, los inviernos, los días de sol o las fiestas nacionales. El modelo económico simple y llanamente está diseñado para que se beneficien quienes tienen capital. El término tan conocido “rentas de capital” no es otra cosa que ganar dinero por tener dinero.

“Convertir 100 dólares en 110 es trabajo. Convertir 100 millones de dólares en 110 es inevitable” dice el empresario estadounidense Edgar Miles Bronfman Jr. En el año 2000, los salarios representaban el 62,4% del valor de la producción total de las empresas. Para

2017 esa proporción era del 55,7%. La idea es esquilmar cada vez más el margen que se paga a la plantilla, los verdaderos responsables del crecimiento, para poder repartir aún más beneficios a inversores, accionistas o puestos directivos. En 2017 las empresas pagaron dos veces y media más dividendos que en 2000 y, en promedio, un primer ejecutivo de una empresa del IBEX 35 gana 132 veces el sueldo medio de la compañía y 301 veces el sueldo más bajo.

Por si fuera poco, estas grandes empresas españolas no solo pagan cada vez menos impuestos (15,3% que pagaban en 2000 a un 6,14% en 2016) sino que además prácticamente todas tienen actividad en paraísos fiscales, solo se libran 4. Esto quiere decir que la ciudadanía tiene que pagar la factura de esos recursos que se escapan para mantener los hospitales, carreteras, escuelas, etc.

Algunos partidos políticos ya vienen alertando de la llegada de una recesión, entonces leeremos noticias sobre la bajada del PIB y del índice del IBEX. Será el cuento perfecto, la excusa que necesitan para seguir retrasando la eterna promesa de la vuelta del bienestar perdido, bajar salarios y recortar derechos. Una calamidad más que nada tiene que ver con un armazón podrido desde los cimientos. La dichosa recesión, Cataluña o el Brexit. Todo menos un sistema que no funciona, que está trucado para que ganen siempre los mismos, un club con cada vez menos miembros. Antes, las consecuencias las pagaban otras personas pero ahora recaen sobre nosotros, aunque hay quienes creen que las causas de los problemas es la población migrante.

Luchar por modelos más justos es posible. Quizá un primer paso sería dejar de ver como fruto del mérito o el esfuerzo que una persona gane 300 veces más que otra. Otra, exigir que para vivir se necesitan más de 1.000€ al mes y otra que aquí deberíamos pagar impuestos todos, y las personas a las que mejor les funciona el sistema aún más, no menos como está ocurriendo ahora. Por último, no confiando en políticos cuyo máximo interés es seguir manteniendo unas normas del juego que protegen los intereses de una minoría privilegiada.

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