El conseller de Hacienda, Juan Carlos Moragues, lamenta que con la actual sistema de financiación únicamente se cubre el 89% del gasto de sanidad y educación, y el Gobierno no tiene intención de mejorarla; además también reconoce que el límite de déficit del 1% para este año y del 0,7% para 2015 es “imposible”, y eso porque no se puede conseguir el déficit asimétrico. Pero no obstante el año 2015 es año electoral y el PP parece querer jugarse su última carta en la Generalitat a una bajada de impuestos.
Este anuncio de rebaja impositiva fue esbozado este viernes en rueda de prensa por Moragues de forma vaga, sin dar detalles, solo afirmando que se quiere hacer una rebaja del tramo autonómico del IRPF, de la misma forma que lo ha hecho el Gobierno Central. El conseller lo defendía relatando las bondades del sistema liberal que aplica el PP por las que la bajada de impuestos supone más dinero en el bolsillo de los ciudadanos, lo que aboca a más consumo en el mercado e inversión en las empresas, y por consiguiente, más trabajo.
No está nada claro que la rebaja del IRPF que ha aprobado el gobierno de Rajoy no vaya a afectar a las transferencias de las comunidades autónomas, como pedía Moragues, y además en los próximos años podría haber un recorte en las transferencias a la Generalitat del mismo impuesto porque las expectativas de años anteriores superaron la recaudación real, lo cual se tendrá que detraer en futuros ejercicios. Por otro lado tampoco se tiene la convicción de que vaya a haber un fondo de compensación para las comunidades, como la valenciana, peor financiadas, último recurso alternativo sugerido por el PP valenciano para agachar la cabeza ante la política fiscal del PP estatal.
Todo se encamina así a recortar los ingresos públicos, pero sin querer hacer más recortes en las prestaciones, una situación para este último año previo a elecciones que convierte las cuentas autonómicas en un sudoku prácticamente irresoluble, que hace bordear el abismo de la bancarrota de la Generalitat, y siendo la intervención del Estado una realidad pese a que no se quiera contemplar.