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Clanes de cuidados, asambleas y animación, así triunfa el estudio valenciano La Tribu
La Tribu Animation es un estudio con vocación de familia. Su nombre no es casual y su ejemplo es la prueba de que “las cosas” pueden hacerse de forma diferente y triunfar. Hace unas semanas conocían la noticia: A partir del 24 de julio Animal Crackers, producida y codirigida por el valenciano y cofundador del estudio, Jaime Maestro, podrá verse en casi 200 países gracias a su primer aterrizaje en Netflix. La cinta fue una de las cinco películas de animación más taquilleras de China durante 2018, el año de su estreno.
El 3 de julio el estudio también celebró el estreno en cines de Red Shoes & The Seven Dwarfs, la última película del creador de Disney Jin Kim (Frozen y Big Hero 6), en la que La Tribu ha trabajado en parte de su animación. Se trata de una “versión renovada” de la historia de Blancanieves en la que cuestionan los cánones de belleza y “enfatiza la importancia de ser uno o una misma”. Es la primera gran producción infantil que se estrena en España desde la reapertura de las salas de cine.
La Tribu se ha convertido en apenas unos años en el principal centro dinamizador de la cultura de la animación en València, y también en España. Jaime Maestro es conocido por títulos como El vendedor de humo, premio Goya al Mejor Cortometraje de Animación en 2012. También ha sido repetidamente aplaudido desde el Festival Internacional Trojan Horse Was A Unicorn por su compromiso en los valores transformadores.
No le convencía Hollywood, tampoco China y rechazó ofertas para dirigir películas en el extranjero. “Nuestra apuesta era resistir y generar industria aquí en València”, asegura. El cineasta habla en plural porque fue junto a Nadia Ruiz, socióloga y “ratilla de biblioteca”, con la que se dispuso a montar La Tribu en el año 2017 con unas premisas muy claras: el lugar debía ser próximo a su ciudad, València, y el objetivo no era otro que ser felices.
“Cuando me propuso crear La Tribu, le respondí: ”Mira, yo lo que quiero es contribuir a crear un mundo mejor“, explica la cofundadora de la productora. Y para hacerlo idearon un modelo alternativo a lo habitual. Por ejemplo, la organización de esta empresa recuerda a las de los grupos de scouts: clanes, asambleas, horizontalidad y espíritu de tribu. Su filosofía está basada en la economía del bien común, el modelo económico propuesto por el economista y escritor austríaco Christian Felber. ”No tenemos un único índice de medida de riqueza, que normalmente suele ser el capital, sino que tenemos otros medidores como la parte ecológica, la relación con proveedores, y valores como la transparencia, la justicia o la democracia interna“, señala Maestro.
El proyecto de La Tribu debía incluir necesariamente el concepto de “sentirse dentro de una comunidad”, aportar ideas y proponer desde la horizontalidad, independientemente de la posición del empleado o empleada en la empresa.
“Hay quien se dedica exclusivamente a cuidar”
La Tribu se divide por territorios: el estudio y el management. A su vez, cada territorio está compuesto por clanes diferenciados que tratan desde la producción de la película (Clan de Storytelling, Arte, Animación, Look Development, entre otros) hasta el financiero o el de comunicación. Y el “más importante”, el clan de cuidados: “En la empresa hay quien se dedica exclusivamente a cuidar. Cuanta más gente tienes pensando en el bienestar del artista todo fluye mucho mejor, se resuelven los problemas más rápido y de forma más sana”.
En este sentido, cuentan con un “ágora de cuidados”, enfocado únicamente a resolver conflictos y a conocerse entre el equipo. En este campo la directora es Andrea Hernández, doctora en estudios feministas. “No basta con decir que lo hacemos, hay que tener gente formada en atender a las personas y entender sus necesidades”, incide Ruiz.
La metodología del estudio también incluye una gran asamblea, sin jerarquías, en la que se tratan los temas emocionales. “Cuando montamos la empresa lo hicimos como un ejercicio de responsabilidad y teniendo en cuenta que hacer películas es también una forma de cambiar el mundo”, explican.
También destacan la importancia de tener líneas rojas con ciertos encargos, tanto a nivel artístico, como en sus mensajes, ya que deben ser acordes con los propios valores de La Tribu. Y también con los precios: “Quizás somos caros pero ofrecemos una calidad que hay que pagar”.
Una industria millonaria, pero invisibilizada
A pesar de que sea una industria en auge desde hace décadas, La Tribu lamenta la dificultad para encontrar inversores, tanto en València como en otros lugares de España, para un sector que se siente como “la eterna promesa”.
“En España y en València somos exportadores de talentos, pero nos cuesta mucho retenerlos”, denuncia Jaime Maestro. De esta “lucha quijotesca” destaca que únicamente despiertan el interés de los medios de comunicación cuando ganan premios o estrenan películas, no obstante, durante “el día a día te sientes totalmente solo”.
“Cuando empecé en esta industria me di cuenta de que el mundo digital es realmente duro, con empleos inestables, muchísima movilidad y estrés por entregar proyectos; y a la vez vi a mucha gente joven con pasión y amor por su trabajo, pero muy cansada, pensando si irse de València para buscar trabajo o simplemente renunciar”, asegura la socióloga, Nadia Ruiz.
También señalan un “gran desconocimiento en general” sobre el sector, a pesar de que genere millones de euros. Por ejemplo, no están cómodos cuando se les incluye dentro de la industria audiovisual y se definen como artistas digitales. Se sienten más cercanos a una fábrica que a una productora de cine, ya que la actividad frenética de ésta no tiene nada que ver con la rutina de un estudio de animación, donde dedican la mayor parte del tiempo a estar sentados delante de un ordenador y a producir en cadena.
Y es aquí donde los cuidados cobran (todavía) más sentido. “Aspiramos a un mundo más justo y solidario. Estamos en un sistema de juego en el que para nosotros es muy difícil no caer en el estrés, tenemos plazos de entrega y exigencia, pero como mínimo queremos que la gente se sienta querida y apreciada”, recalca Ruiz. Es precisamente en su metodología de empresa donde quieren ser referentes. Además del inminente estreno en Netflix, actualmente trabajan junto al director y productor de cine, Scott Christian Sava, en un nuevo proyecto que arrancará próximamente.
La Tribu Animation es un estudio con vocación de familia. Su nombre no es casual y su ejemplo es la prueba de que “las cosas” pueden hacerse de forma diferente y triunfar. Hace unas semanas conocían la noticia: A partir del 24 de julio Animal Crackers, producida y codirigida por el valenciano y cofundador del estudio, Jaime Maestro, podrá verse en casi 200 países gracias a su primer aterrizaje en Netflix. La cinta fue una de las cinco películas de animación más taquilleras de China durante 2018, el año de su estreno.
El 3 de julio el estudio también celebró el estreno en cines de Red Shoes & The Seven Dwarfs, la última película del creador de Disney Jin Kim (Frozen y Big Hero 6), en la que La Tribu ha trabajado en parte de su animación. Se trata de una “versión renovada” de la historia de Blancanieves en la que cuestionan los cánones de belleza y “enfatiza la importancia de ser uno o una misma”. Es la primera gran producción infantil que se estrena en España desde la reapertura de las salas de cine.