“Verá, tengo la desgracia de estar siempre contradiciéndome a mí mismo”. Periodista o lo que surja. Feminismo y sarcasmo a partes iguales.
“El derecho de las mujeres a cuidar es una excusa para quedarte sin sueldo y sin trabajo”
Que las mujeres son las cuidadoras de los hijos y mayores no es ninguna novedad. Que la brecha salarial en España esté en torno al 30%, tampoco. Mucho menos que que haya menos mujeres trabajando que hombres, menos horas y en peores condiciones, en líneas generales. Kellys, aparadoras de calzado, trabajadoras domésticas, empleadas que se dan con el techo de cristal en sus empresas... El panorama no permite ser optimistas, aunque el Congreso ya haya reconocido la existencia del problema.
La economía feminista busca otro modelo de sociedad, trascender y revertir que las mujeres dejen ser las principales responsables de los cuidados. Así describe María Pazos el modelo que se propone desde el feminismo para vivir en sociedad. Pazos es matemática, investigadora en el Instituto de Estudios Fiscales -dependiente del Ministerio de Hacienda-, autora de 'Contra el Patriarcado. Economía Feminista para una Sociedad Justa y Sostenible' y la última conferenciante de las jornadas de Economía Feminista, organizadas por la cátedra homónima de la Universitat de València. Una escuela de verano que ha contado con decenas de ponencias de economistas e investigadoras que proponen un modelo alternativo al capitalista-patriarcal, “para una sociedad justa”.
Pazos explica que se ha propuesto luchar contra la teoría de las lacras: la de la violencia de género, la brecha salarial... “Como si hubieran caído del cielo”, ironiza. La investigadora carga contra el pacto de violencia de género, que considera insuficiente porque ni tan siquiera menciona los orígenes de la violencia en la desigualdad. “Hay que comprender la naturaleza del patriarcado y saber cómo se mantiene”, considera.“Al menos, en las manifestaciones comenzamos a decir que se llama patriarcado”, señala la autora. No obstante, considera que “podemos estar contentas” porque “estamos en una nueva ola feminista”.
“La economía feminista ha tenido un papel importante señalando que el trabajo doméstico existe” valora la autora, que considera que lo que se promociona como “derecho a cuidar” es una excusa para “quedarte sin sueldo y sin trabajo”, en referencia a las excedencias laborales que muchas mujeres solicitan cuando son madres. En este punto, Pazos hace varias reflexiones, ya que considera la mística de la maternidad un daño terrible a la autonomía económica de las mujeres. Y sin independencia económica es imposible la emancipación. “La maternidad es otro cuento que nos han vendido. A parte de parir y de recuperarte del parto... ¿Qué nos diferencia de los hombres? Y, si no soy madre, ¿qué diferencia mi trabajo del de un hombre?”, dice poniendo en evidencia lo incomprensible que resulta que las mujeres cobren una tercera parte menos que los hombres.
Respecto a la corresponsabilidad, se muestra escéptica con las últimas medidas puestas en marcha. El Congreso aprobó por unanimidad una iniciativa de Podemos para que los permisos de paternidad y maternidad sean iguales e intransferibles. No obstante, que sean simultáneos es una trampa. “Lleva a que el hombre sea el ayudante”, señala, para lo que propone “que se dedique el mismo tiempo de cuidado en solitario durante el primer año”, para que la igualdad en el reparto de tareas sea efectiva.
Pazos, como otras teóricas, adapta los conceptos marxistas de estructura y superestructura para analizar la división sexual del trabajo. Marx explicó que existen relaciones de explotación entre los seres humanos y la inconsciencia de las mismas gracias a una organización superior que se encarga de que no se vean afectadas las bases económicas. La superestructura sería aquello que nos organiza socialmente y hace que nos comportemos de determinado modo: El Estado, las instituciones, las leyes, la policía y medios coercitivos -el monopolio de la violencia-... a lo que se añaden otros condicionantes como la ideología dominante o la religión. El marxismo desarrolló este conceptos en la crítica y análisis del capitalismo, pero posteriormente algunas teóricas lo han trasladado al análisis del sistema patriarcal, cuyos pilares serían familia y empleo.
La división sexual del trabajo, según explica Pazos, evoluciona y varía según los países. En los Estados familiaristas como España, las mujeres en casa son las principales cuidadoras, mientras que los hombres son los “amables ayudantes”; en el empleo, los hombres deben estar 24 horas disponibles y las mujeres son precarias intercambiables a tiempo parcial, con menos derechos laborales. Respecto al trabajo de cuidados, Pazos indica que es una labor que debería asumir el Estado, si de verdad busca tener un sistema de empleo y cuidados igualitario.
La consecución de las mujeres a su derecho al trabajo remunerado y a la educación superior abrió un halo de esperanza y expectativas para la independencia económica y la autonomía del sexo femenino. “Hoy no hay amas de casa por preferencia, es algo residual; las mujeres ya no estudian y se preparan para ser amas de casa, eso acabó en los setenta. Hubo una incorporación masiva de las mujeres a la educación superior y al empleo y en diez años sus expectativas cambiaron radicalmente”, narra la autora, interpelada por el contexto actual. “Lo que hay hoy es amas de casa sobrevenidas y dependientes económicamente. La crisis ha sido muy importante para eso”, señala, al tiempo que muestra otras vertientes negativas de esta situación. “El perjuicio que ocasiona a las mujeres ser amas de casa y que ellos ganen el pan no es sólo salarial; lleva a la desigualdad y ello conduce a la violencia”, añade.
Para llegar a ese modelo igualitario, que la autora considera “fácil si hay voluntad política”, propone una serie de medidas concretas, un programa de reivindicaciones feministas en el ámbito económico. Empezando por que la corresponsabilidad sea efectivamente igual y suponga el mismo tiempo de cuidado en solitario de los menores por ambos progenitores. En el ámbito institucional, universalizar el derecho de la atención a las personas dependientes y a los menores -es decir, tener un Estado fuerte que pueda hacerse cargo de personas mayores y de los primeros pasos de la infancia, con redes de residencias y escuelas infantiles de calidad y gratuitas-. Por último, respecto al empleo, que sea estable para ambos sexos y con jornadas laborales de 35 horas que permitan la conciliación: “Si no repartes el empleo, no puedes repartir los cuidados”, explica Pazos.