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Goebbels en Mosul

Marcos García

Se llama ISIS y es un fenómeno a tener muy en cuenta en la esfera internacional. Un grupo insurgente bien armado, bien organizado y ultra religioso que se ha propuesto instaurar un estado teocrático en Irak y la costa oriental del Mediterráneo. De momento ya han conseguido controlar importantes zonas de Siria y hace poco incluso asaltaron la ciudad iraquí de Mosul, la segunda más grande del país.

Pero lo que hace a ISIS letal y escalofriante no es, únicamente, el uso recurrente que hace de la violencia terrorista. El factor diferencial que ha hecho destacar a este grupo combatiente es sorprendente puesto que se desliza en un terreno que hasta ahora era cómodo y cercano para nosotros: el de la comunicación y las redes sociales. Porque si hay algo en lo que ISIS destaca especialmente es en el uso que hace de la propaganda.

Se atribuye a Esquilo aquella máxima que reza que “la verdad es la primera víctima de la guerra”. Pero no solo de la guerra. A diario vemos como la mayor parte de nuestros gobiernos recurren a las medias verdades, cuando no directamente flagrantes mentiras u omisiones escandalosas, para sustentar su estrategia de comunicación. La información es poder y aquel que la controle tiene asegurada buena parte del dominio. Pero no basta con contar cosas, hay que saber cómo contarlas para llegar a impactar convenientemente en la audiencia a la que quieres influenciar.

Uno de los primero entendieron este concepto de manipulación fue el ministro nazi de propaganda, Joseph Goebbels, que encontró en el cine una de sus mejores armas para adoctrinar a la ciudadanía sobre los peligros, por ejemplo, de los judíos y los comunistas. No digo que la propaganda fuese una herramienta infalible capaz de lavarle el cerebro a toda una nación. Ni mucho menos. Pero sin duda alguna gran parte de los aberrantes mensajes que los alemanes de los años treinta llegaron a creerse a pies juntillas no hubieran calado de igual forma sin el refuerzo de aquella.

El éxito de Goebbels y de su departamento fue precisamente comprender que los medios de comunicación de los que entonces disponían exigían un nuevo modo de entender la comunicación. Y en eso, precisamente, es en lo que ISIS está destacando.

En una época en la que los mensajes violentos se asocian con frecuencia con el cine y los videojuegos, los extremistas han optado por construir sus propias piezas de propaganda apelando, precisamente a películas y, sobre todo, juegos. Mensajes como “Este es nuestro Call of Duty” o “Solo se muere una vez, porque no lo conviertes en un martirio” están alcanzando un tremendo componente de viralidad en la red. No sólo eso. Esta organización distribuye aplicaciones móviles que permiten coordinar envíos masivos de mensajes a través de, por ejemplo, Twitter y publica vídeos en YouTube con un lenguaje audiovisual digno de Hollywood.

Es posible que los gobiernos de todo el planeta, incluyendo Estados Unidos, tengan mayor capacidad armamentística y mejores tropas pero hay una batalla que ya están perdiendo, la de la propaganda. Y lo más paradójico del caso es que lo están haciendo por no prestar la debida atención a una manera de entender la comunicación que, al menos en el caso de EEUU, llevó a su presidente a ganar las elecciones.

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