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Guerra popular por la Diputación de Alicante

José Císcar, presidente del PP provincial de Alicante

Moisés Pérez

El 24-M ha sido una auténtica pesadilla para el PP. De ostentar un poder omnímodo en el País Valenciano, han pasado a contar con solo tres grandes plazas: las alcaldías de Benidorm y Orihuela, y la presidencia de la Diputación de Castellón. Sin embargo, una cuarta podía caer del lado popular. Se trata de la Diputación de Alicante. Con tantos alcaldes caídos, la pugna por el sillón de la corporación provincial se ha convertido en guerra en el PP.

Una batalla que ya había estallado antes de las elecciones. José Císcar, por entonces vicepresidente del Consell y presidente del PP alicantino, había dejado claro sus intenciones de optar a presidir el ente provincial. Su jugada se interpretaba como un paso intermedio que le sirviera de trampolín para pelear por el liderazgo del PPCV. Ante una pérdida de poder histórica, el conservar una institución tan importante y reforzar su poder como barón provincial, le hacían ganar muchos enteros de cara a ser el referente autonómico popular. Unas aspiraciones que en público siempre ha negado.

En esta querencia por convertirse en presidente de la Diputación, Císcar no estaba solo. La actual presidenta en funciones, la ya ex alcaldesa de Sant Vicent del Raspeig, Luisa Pastor, también se postulaba. Incluso, recibió antes de los comicios la bendición del aún presidente de la Generalitat Valenciana, Alberto Fabra. Declaraciones que no extrañaron a nadie. La relación entre Fabra y Císcar se había deteriorado a cuenta del desembarco de Esther Pastor –y los incidentes posteriores aparejados- en el Palau de la Generalitat.

Pero, el varapalo que recibieron los populares tras las elecciones autonómicas y municipales en forma de votos, descompusieron el duelo. Pastor ganaba las elecciones en su municipio, pero era consciente que un pacto a cuatro entre socialistas, Compromís, Sí se puede y Guanyar Sant Vicent la desahuciaba de la alcaldía. En efecto, una entente de las cuatro formaciones hizo que el candidato del PSPV-PSOE, Jesús Villar, fuera el nuevo alcalde. Con eso, sus opciones de reeditar como presidenta eran mínimas. Císcar se alzaba como gran favorito.

La alegría del barón provincial duró poco. Y es que la aritmética electoral dejaba la llave de la institución en manos de Ciudadanos. El PP obtenía 15 representantes. La suma de las tres fuerzas de izquierdas (PSPV 11, Compromís 3 y Guanyar 1) empataban los diputados de los populares. El partido de Albert Rivera con un solo asiento en la corporación provincial debía decidir: si respaldar a los conservadores o devolver la Diputación a las fuerzas progresistas tras 20 años de dominio azul.

Justo, el apoyo de los naranjas al tripartito que gobernará alicante formado por el PSPV-PSOE, Guanyar Alacant y Compromís en el pleno de investidura del nuevo alcalde, desató las alarmas en el cuartel popular. Y las palabras del coordinador de Ciudadanos en Alicante, Emigdio Tormo, suponían un órdago a Císcar. “No apoyaremos a Císcar. Es el artífice de una política absolutamente desastrosa para la Comunidad Valenciana”, indicaba. “Creemos que Císcar por su papel en la Generalitat no está cualificado para presidir la diputación de Alicante, como tampoco lo está Luisa Pastor”, repetía días más tarde. Los resultados y sus declaraciones avecinaban lucha en el PP.

Zaplanistas’ contra ‘Campistas’ de nuevo

Tras la descomposición del poder local del PP, el sector heredero del llamado “zaplanismo” aprovechó para cargar en la primera ejecutiva provincial contra Císcar. Referentes de ese sector como Guillermo Moratal (ex alcalde de l’Orxa), Enrique Ponsoda (Castell de Guadalest) o Macarena Montesinos (diputada popular en el Congreso) alzaban su voz. Además de ellos, destacaba la del ex alcalde de Altea, Miguel Ortiz.

Zaplanista reconocido, ahora es el rival directo de Císcar. Como consecuencia de los resultados y de las palabras de Tormo, una comida entre Ortiz, Pastor y Fabra acabó con el sueño de Pastor, según ABC. De hecho, días más tarde Pastor renunciaba a plantar batalla. Y apostaba por Ortiz al considerarlo una “buena vía”. La ex alcaldesa de Sant Vicent del Raspeig ya había intentado torpedear la elección del presidente del PP alicantino como diputado provincial. Y las bases, se habían movilizado en una batalla total en el seno de los populares.

Un nombre que también parece gustar a Ciudadanos. No en vano, Fabra ya brindó la cabeza de Císcar a la formación liderada en el País Valenciano por Carolina Punset para conseguir el apoyo de su partido para presidir la Diputación. Una acción que -al igual que como en las declaraciones de Fabra sobre que iban a abstenerse en la proclamación de Puig- corrigió la coordinadora del PPCV, Isabel Bonig. “Es absolutamente antidemocrático que Ciudadanos elija nuestro candidato. Císcar lo puede ser si él así lo considera”, expresó.

Asimismo, muchos de los referentes de Ciudadanos en Alicante, proceden justamente del sector popular que se integraba en la corriente próxima al ex presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Entre ellos, el propio Tormo. Además, la relación de Punset con Ortiz, al gobernar juntos en Altea la pasada legislatura, destapaba la caja de suposiciones de los próximos a Císcar. Precisamente, Císcar acusó a Tormo de ocultar otros intereses en el veto a su persona. Alegaba que respondían a rencillas del pasado.

Ortiz cuenta con el tercio de los avales necesarios de los concejales populares para ser diputado provincial. Y Císcar compareció hace unos días para resaltar que contaba con el 84% de los avales en la comarca por la que se presenta, l’Alacantí. En ella, además de cargar contra Tormo, lo hizo contra Pastor. “No se retira porque haya perdido las elecciones en su municipio, sino porque sabe que no cuenta con los avales mínimos para presentar candidatura”, criticaba, dejándole un recadito. Luis María Pizana, presidente provincial de NNGG, hacía lo propio con Ortiz. La fractura parece total.

Sánchez, la alternativa de Císcar

Ante el veto de Ciudadanos y tras ver como Pastor da su apoyo a Ortiz, la opción de César Sánchez, alcalde de Calp, parece coger fuerza como alternativa. Gozaría del tercio de avales necesarios para ser diputado provincial. Y es la segunda alternativa que planteó la formación de Rivera para decantarse por los populares en la Diputación. Cercano a Císcar, podría ser el as en la manga que se guarde el barón alicantino para superar las trabas de Ciudadanos.

Otra pieza más del rompecabezas para presidir la Diputación de Alicante que ha derivado en guerra en el PP, agitada por las condiciones de Ciudadanos. El retraso de la composición del ente hasta mediados de julio –cuando se espera que se resuelvan los recursos impuestos en El Campello y Benejúzar- parece que dará más capítulos de una batalla total en el PP.

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