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¿Qué hace una joven como yo en un sitio como este?

Decía Salvador Allende que ser joven y no ser revolucionaria es una contradicción hasta biológica. Nuestras ideas anticipan el futuro que viene, o más bien el que podríamos construir. Pero frente a ellas encontramos unas instituciones arcaicas, diseñadas para conservar y reproducir unas relaciones de poder preestablecidas. Ante esa realidad la reacción más natural es el distanciamiento, no reconocemos esos espacios como propios y por eso estamos dispuestas a cambiarlos completamente o construirnos los nuestros.

Hoy en día la gente joven destaca como el mayor sector abstencionista de nuestra sociedad, tanto en el panorama electoral, como en el participativo.ç

Cuando pensamos en las causas de esta situación aparecen muchas veces argumentos contradictorios. Se nos dice que todo nos da igual porque nuestras madres y padres nos lo han dado todo hecho, porque hemos nacido ya en una democracia consolidada, con un gran estado del bienestar y muchas otras mentiras.

Sin embargo, la realidad que nos encontramos es a jóvenes compaginando sus estudios con trabajos precarios, porque se nos ha demostrado que ir a la Universidad es un privilegio que en muchas ocasiones acaba convirtiéndose en un lujo inútil. El mercado laboral se ha mostrado incapaz de asimilar a todas las personas graduadas o con estudios superiores, que acaban explotadas en trabajos que nada tienen que ver con aquello para lo que se formaron, incluso propiciando una masiva fuga de cerebros y destinando nuestro capital humano a la productividad de otros países.

Pese al contexto de incertidumbre en el cual nos encontramos, ¿por qué la juventud no participa en lo político?  Claro está que el 15-M supuso un antes y un después en la manera de manifestar nuestras reivindicaciones, pero debemos dejar a un lado la visión nostálgica a este movimiento, ya que nos encontramos en la actualidad con una nueva generación que no asistió por su edad a esas plazas. Es esta nueva generación, a la que llamamos “generación Z”, la que está más alejada de la participación en todos los niveles institucionales.

Gran parte de nosotras nos sentimos desilusionadas y desmotivadas con el panorama actual, esto es causado por varias razones. En primer lugar, no nos sentimos reflejadas en las leyes y medidas parlamentarias. También existe una lejanía, debida en parte por la poca existencia de espacios donde tomar nuestras propias decisiones. Por último, la infrarrepresentación de la juventud en las instituciones propicia un aumento de ese sentimiento de lejanía con la política, entendida como una actividad ajena a nuestros intereses y donde las personas como nosotras quedan excluidas.

Es evidente que la creación y la emergencia de nuevos partidos nos ha motivado a dar un paso más y a ocupar nuevos espacios. Pero no es suficiente con que sean nuevos, lo importante es que permitan a las jóvenes participar en pie de igualdad, a través de procesos participativos y abiertos a todo el mundo, en los que se prioricen las buenas ideas a la edad de quienes las propongan.

En estas elecciones tenemos un gran objetivo: movilizar a toda la juventud abstencionista. Esto se consigue otorgando a la gente joven un papel fundamental en la política, apostando por la creación de espacios de participación eficaces, apoyando la creación de políticas públicas y normalizando nuestra presencia en las instituciones.

Yo, como candidata joven, siento un vértigo increíble al imaginarme en una institución. Pero amigas, debemos normalizar nuestra presencia en estos espacios, ya que no estamos aquí para perpetuar un sistema representativo que ya no representa a nadie, sino para gobernarnos a nosotras mismas.