“Con la financiación actual, o la sociedad valenciana reacciona o estamos perdidos”
Ismael Sáez (Valencia, 1962), procedente de la Federación del Metal, Construcción y Afines (MCA) de UGT-PV, es desde el pasado viernes secretario general de la federación valenciana de UGT. Sáez, que fue elegido con cerca del 93% de los votos en el VIII Congreso de UGT-PV para relevar a Gonzalo Pino, es electricista oficial de segunda en excedencia y licenciado en derecho. Se afilió al sindicato con 18 años, el 1 de marzo de 1981, tras el intento de golpe de Estado del 23-F. Está casado y tiene una hija de 24 años, ambas en paro.
El relevo al frente del sindicato llega antes de lo esperado...
Ha sido un accidente [ríe], algo no previsto. En la medida que Gonzalo Pino asume la secretaría de Política Sindical en la Confederación se empieza a hablar en las federaciones de quién podía ser el relevo y no sé si merecidamente o no, los compañeros entendieron que me podía corresponder a mí, y aquí estamos para ver si somos capaces de responder a esa confianza.
¿Cómo valora el año y medio de gestión de Gonzalo Pino?
Bien. Él asume la secretaría general de manera inesperada y sorpresiva porque se lo pedimos desde las federaciones tras un congreso de práctica fractura y tiene que afrontar una situación económica crítica. Hoy la situación es mucho mejor, aunque no tengamos resueltos todos los problemas, y tenemos una cierta tranquilidad. Es innegable que la labor que realizada ha sido exitosa y se ha logrado una unidad que no había.
¿Quiénes van a formar su equipo?
Somos nueve, cuatro hombres y cinco mujeres. Hay tres compañeras que repiten: Elvira Ródenas, que llevará Institucional; Marisa Baena en Salud Laboral, Cooperación y Medio Ambiente; e Isabel López en Políticas Sociales. El resto son incorporaciones nuevas: Carlos Faubel, que se ocupará una vicesecretaría general con un claro acento político sin dejar de lado la sección sindical de Ford, que da mucho trabajo y tiene una enorme trascendencia; Guillermo Martí en la secretaría de Administración; Lola Ruiz Ladrón de Guevara, que llevará Política Sindical; Pilar Mora, que será responsable de Formación, Empleo e Igualdad de Género; y Constantino Calero, secretario de Organización.
¿Se va a reducir la estructura del sindicato?
Lo que cambia es el mapa territorial, eliminando una estructura que nos parecía rígida, la de ejecutivas en las comarcas, y se sustituyen por una secretaría territorial, concentrando los recursos en la comisión ejecutiva de UGT-PV para destinarlos donde sean más necesarios. En definitiva, con los recursos que contamos intentar hacer las cosas lo mejor posible para prestar el mejor servicio a nuestros afiliados y a los trabajadores en general. En cuanto a la simplificación de las federaciones, es una decisión confederal.
¿Cuáles son los objetivos que se marca en su mandato al frente del sindicato?
Las metas, que no son personales ni particulares, están trazadas: Ganar en representación, ganar en afiliación, intentar mejorar nuestros resultados desde ese punto de vista, influir en la sociedad en defensa de los trabajadores... En definitiva, tener más presencia y recuperar el contacto con la sociedad, el aprecio de la ciudadanía en general y de los trabajadores en particular, y ser útiles en general intentando recuperar ese cierto prestigio y falta de apoyos que en una época tan difícil hemos sufrido, y no sólo las organizaciones sindicales. No me preguntes cómo.
Respecto a la situación en la que se encontraba UGT-PV hace apenas unos meses, con problemas económicos y crispación interna, se ha avanzado pero aún queda camino por recorrer...
En relación con la gestión económica, lo que ha sucedido es que durante décadas el sistema de funcionamiento del sindicato, en la parte que no tenía que ver con la acción sindical (formación, políticas de igualdad...) se conveniaba con la Administración y en un momento los contratos temporales se convirtieron en indefinidos a cuenta de esos convenios. Cuando con motivo de la crisis económica y la enorme deuda de la Administración esa fuente de ingresos se seca totalmente de raíz, nos encontramos con una estructura diseñada para una serie de convenios que desaparecen de la noche a la mañana y con una plantilla sobredimensionada.
Así, tenemos una política de gestión económica equivocada porque no quisimos ver que eso era definitivo y fuimos parcheando la situación con un expediente detrás de otro a la espera de que escampase el temporal y que la situación mejorase, y evidentemente eso no sucedió. Tal vez si nos hubiéramos dado cuenta de la situación hubiéramos afrontado un expediente más duro y más amplio, pero eso es muy fácil decirlo a posteriori. Estando en la dirección del sindicato tienes una parte de gestión importante que es enormemente desagradable, ya que si uno se mete en el mundo sindical no es para hacer ajustes ni despedir a nadie. El otro día bromeaba con mis compañeros diciéndoles: “Me habéis hecho empresario”.
¿Se había dejado de lado a los trabajadores?
Han pasado varias cosas. La primera de ellas es que la crisis nos deborda a todos y es evidente que hay una decisión para resolver en el corto plazo los problemas de competitividad de nuestro país que pasa por devaluar el factor trabajo. Para ello se aplican sendas reformas laborales. Frente a ello convocamos tres huelgas generales con un seguimiento que no es el que nos hubiera gustado y no somos capaces de torcer la voluntad de esos Gobiernos. Eso genera frustración, porque no somos capaces de ver qué alternativas podemos aplicar y, por si fuera poco, las elecciones las ganan con mayoría absoluta partidos que abogan por esas políticas. Hemos vivido un periodo de resignación o melancolía, pero ahora tenemos la sensación de que hay que dar un paso al frente y recuperar el espíritu combativo. Aunque hay que reconocer que nosotros venimos denunciando desde hace años las políticas de austeridad sin que nadie nos hiciera caso y ahora un ministro como García-Margallo ha reconocido que se han pasado, seis o siete años después.
¿Cuál es el papel del sindicato en la sociedad actual?
Hay que recordar cuál es el papel del sindicato. Se nos piden cosas que no están en nuestra mano. Nosotros no podemos resolver el problema del desempleo de la gente, podemos hacer un diagnóstico de cuál es el origen del problema y cuál podría ser la solución desde el punto de vista económico y laboral. Nosotros lo que hacemos en el día a día es atender los problemas y conflictos que van surgiendo en las empresas, cada año negociamos convenios colectivos que afectan a millones de trabajadores con mejores o peores resultados y es un trabajo que hace el sindicato y nadie puede hacer por nosotros. Fijar la dignidad del trabajo.
Escándalos como los de los ERE, aunque hayan tenido su epicentro en Andalucía, han perjudicado mucho a UGT...
Sin duda alguna, nos ha hecho muchísimo daño. Si el Partido Popular, a pesar de los casos de corrupción que les acechan, obtienen buenos resultados electorales, es porque quienes les votan no esperan que entre sus valores esté precisamente la honradez. No digo con ello que la desprecien, sino que entienden que es un peaje -un cierto grado de corrupción- que garantiza una especie de estabilidad y seguridad a sus recursos. En nuestro caso eso es absolutamente imposible, porque lo que trasladamos son valores como la honradez, la honestidad, el altruismo. Así que si alguien de los nuestros dilapida recursos públicos o puede poner en entredicho alguno de estos valores, está claro que la reputación del sindicato se cae por los suelos.
¿Cuál es la radiografía socioeconómica actual?
La situación en la Comunitat Valenciana es muy complicada. Se parece mucho a la de cualquier otra aunque es verdad que tiene algunos matices. El tamaño de nuestras empresas no es el que nos gustaría, con pequeñas empresas con muchas dificultades para competir y sin capacidad para exportar; tenemos sectores de nuestra economía muy vinculados al turismo y a actividades que tienen mucho que ver con la estacionalidad. ¿Cuál es la solución? Aunque no sea muy original, un cambio de modelo productivo, algo que no se va a resolver mañana. En ese sentido, el Instituto Valenciano de Innovación es una magnífica idea, aunque no se le pueden pedir resultados mañana. Yo entiendo que pretende trazar el camino de ese cambio de modelo productivo, pero sus resultados no se van a ver hasta dentro de 10, 15, 20 años...
El problema es el corto plazo. Los gobernantes tienen que acudir a las urnas cada cuatro años y presentar resultados y que la cifra de paro mejore. ¿Cuál es la solución que se plantean entonces? Bajar salarios, introducir la flexibilidad extrema en las relaciones laborales, debilitar la negociación colectiva... buscando que aparezcan cifras de empleo que alivien un poco la situación, tranquilizando conciencias y buscando el voto. En mi opinión, habría que plantearse el reparto de trabajo como un factor importante de cara al futuro, que en algunos sectores haría que mejorara la productividad, porque uno tiene un mejor rendimiento durante seis horas que durante ocho.
Eso conllevaría una pérdida de poder adquisitivo por parte del trabajador...
En cuanto a cómo afecta el percibir un menor salario, a lo mejor desde la Administración deberían orientar políticas que vayan en esa dirección. Tal vez compensando esa pérdida de poder adquisitivo con lo que te ahorras en subsidios y prestaciones por desempleo, aunque eso es tan sólo una idea y habría que hacer un estudio más serio. Yo creo que por ahí deberíamos caminar, porque con 426 euros no se puede vivir y uno no se siente ni realizado ni satisfecho ni contento consigo mismo, sino que se siente mejor cobrando por realizar un trabajo bien hecho. Básicamente estamos ante un problema de reparto de la riqueza relacionado con el reparto del empleo.
¿Cómo valora la política en materia de empleo del Consell?
No creo que en un año pueda dar resultados espectaculares. Lo que pienso es que, en gran medida el modelo está más que visto y estudiado pero para ponerlo en marcha hacen falta recursos. Por eso, ha llegado el momento de decir hasta aquí hemos llegado en relación con la financiación autonómica. Es una pieza clave, ya que hay cosas que sólo con voluntad no se pueden hacer. El tratamiento que recibe nuestra comunidad es un escándalo. Se están burlando de la Comunitat Valenciana y, o la sociedad reacciona o estamos perdidos. El Consell debe tomar todavía más cartas en el asunto.
Y por último, defiende un trato diferente respecto a otros sindicatos...
Nosotros tenemos el máximo respecto por los sindicatos minoritarios. Faltaría más. Pero hay un hecho evidente y puramente objetivo, nosotros concurrimos en miles de empresas y recabamos el apoyo de millones de trabajadores. Más del 70% apoyan a UGT y CCOO, y eso, como la propia ley establece, nos otorga el papel de sindicato más representativo, que significa básicamente que tenemos derecho a estar en cualquier mesa negociadora, por tanto nos atribuye papeles a representar que no tienen otros, por el tamaño exclusivamente. Y ese es el hecho que justifica que determinadas organizaciones sindicales tengan un trato diferente, porque somos distintos. Yo no tengo ningún interés en confrontar ni generar polémica con ninguna organización sindical. Todos tienen derecho a participar donde los trabajadores les han colocado, pero cada cual debe entender el lugar que le han puesto.