José Miguel García Cortés (Valencia, 1955) llegó a la máxima responsabilidad del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) tras el vendaval de irregularidades que sacudió a la anterior directora, Consuelo Císcar. Con poco más de un año al frente del museo, quiere dar carpetazo a la anterior etapa. Su deseo y objetivo es devolver al IVAM al lugar que se merece. “Tenemos que mirar al futuro”, es su coletilla durante la entrevista. Con el cambio de gobierno en la Generalitat Valenciana, y su plaza asegurada como director, parece más plausible emprender un nuevo camino. Aunque con la herencia de la gestión pasada no es un propósito fácil.
¿Como fue el aterrizaje después de una etapa convulsa y manchada de irregularidades como fue la de Consuelo Císcar?
Todo tipo de cambio en una institución siempre trae sus problemas, sus situaciones complicadas... Lo que es cierto es que aquí, no solo en el IVAM, sino también en la Comunidad Valenciana, venimos de una época convulsa en todos los sentidos. Y esto origina que haya una herencia bastante problemática. Mi perspectiva es trabajar hacia el futuro y olvidar lo antes posible todo el pasado. Creo que está muy bien recordar, y muchos de los problemas que uno tiene son heredados, pero es mejor mirar hacia adelante e intentar trabajar en estas miras. Si no, el pasado puede ser una rémora muy pesada que te impide avanzar. Lo que la gente del mundo de la cultura, del arte, desea es que las instituciones funcionen y ofrezcan programas interesantes.
¿Hay vínculos de personal en puestos de responsabilidad aún ligados a la anterior etapa?
Hace meses que ya no hay nadie con vinculación con la anterior etapa.
Se habla de que la plantilla está sobredimensionada y que consume gran parte del presupuesto del museo. ¿Es viable? ¿Está adaptada para los nuevos retos?
Las situaciones, las necesidades y las funciones van cambiando. Hay cuestiones a las que en la etapa anterior no se daba ninguna importancia y a las que ahora se da mucha. Por ejemplo, la actividad pedagógica y didáctica. El IVAM, en este ámbito, necesita reforzar. Hay disfunciones, pero como en todas partes. No es lo mismo un museo que no presta atención al mundo digital, a las redes sociales, que un museo que está volcado en ese campo. Hay áreas que estaban más sobredimensionadas y ahora necesitan equilibrarse. Si queremos hacer un museo del siglo XXI tenemos que ir evolucionando como la sociedad. Hay que estar en constante transformación en paralelo a las transformaciones sociales.
¿Le obligan las restricciones presupuestarias a buscar patrocinios privadas o se busca mayor relación con el mundo privado?
Las cosas no son solo por una razón. Para mi es importante que la sociedad y las distintas instituciones participen en el museo. De entrada, estoy absolutamente a favor y confío en ello: la sociedad civil tiene que participar en el museo. ¿De qué manera? Hay múltiples. Desde la persona que se hace amigo o amiga del IVAM y paga 38 euros al año -que no es nada- hasta la empresa o la institución que da 200.000 euros. El Instituto Francés, el Goethe o el British Council pueden ayudar trayendo a conferenciantes o pagando el viaje de artistas. Esta colaboración entre lo privado y lo público es fundamental. Hay que ir encontrando los mecanismos de colaboración, sea por patrocinio, apoyo o ideas. Hemos pasado de una época donde nadie tenia convenios con el IVAM a otra en la que hay multitud de entidades que los tienen y los quieren firmar. Eso significa que vamos bien.
¿Una de las fórmulas para seguir gozando de programación pese a las estrecheces financieras es ceder espacios para acoger actos?
No, no, no. Más que ceder, lo que hacemos es colaborar, que es distinto. No hay ningún acto que hacemos que no nos parezca interesante. Todas las actividades que se hacen de jueves a, incluso, domingo, como encuentros, visitas, seminarios o conferencias, lo son. Solo realizamos en el IVAM actividades como acoger congresos o pases de películas que creemos que ayudan a ampliar el contenido del mundo del arte.
Se propugna la transparencia. ¿Se va a saber el montante que se destina a cada exposición?
No creo que haya problema en eso. Aunque de todas formas creo que hay cuestiones privadas de las instituciones. Eso es como ir al campo y preocuparte de si hay tres piedras en el camino en lugar de ver si está siendo productivo, se están utilizando los instrumentos necesarios, no se está contaminando o el agua se está economizando. Me parece una cuestión colateral. Lo que se tiene que saber es si con el presupuesto que se le da al museo desde la Generalitat, que es público, se está haciendo un buen trabajo. ¿Qué importancia tiene si un catálogo cuesta dos o dos y medio? ¿Sabemos lo que cuesta una sesión de las Cortes o el complejo del 9 de Octubre? ¿Sabemos lo que cuesta la exposición del Bosco en El Prado? ¿Y qué importancia tiene? Lo importante es si la exposición está bien, si se dan los elementos didácticos... Aquí no hay nada oculto, pero creo que es marear la perdiz. El IVAM está para hablar de arte, no para cosas de alrededor que generan ruido.
De forma transitoria, se ha nombrado un nuevo consejo asesor, pero parece que no hay en él la transversalidad reclamada.
Es un consejo asesor absolutamente provisional que ha nombrado conselleria. El director del IVAM está por una nueva ley del museo de acuerdo con el código de buenas prácticas. Entiendo la necesidad de que, mejor mañana que pasado, esté esta nueva ley, que debe basarse en dos criterios: recuperar la autonomía que perdió con una ley del 2012 aprobada por Lola Johnson y que el proceso esté inspirado en el código de buenas prácticas, que los profesionales de la cultura y el arte sean mayoritarios. Es más, que estos profesionales sean de reconocido prestigio nacional e internacional. Esto es fundamental: el IVAM es un museo de carácter nacional e internacional.
Por tanto, defiende que en el consejo definitivo haya artistas internacionales.
Es lo que pienso. Tienen que ser personas de renombre, como hay en todos los museos importantes. Un consejo tiene que dotarse de aquellas personas que ayuden a conseguir sus objetivos. Usted no puede exigir una serie de requisitos al director y después poner un consejo asesor que no esté a la altura.
Pasemos a su proyecto. ¿Cómo va a articular su deseo de volver a reivindicar la cultura mediterránea?
La idea es básica, pero el proyecto es a largo plazo. Parto de que museos hay muchos, pero lo interesante es que tenga una personalidad, que tenga una identidad. Esto no quiere decir que esté en contra de otras identidades. Al contrario. Hay que entender las cuestiones como un puzzle, donde cada uno aporta aquello que mejor pueda aportar. El IVAM está en Valencia, y debe estar enraizado con la cultura de la ciudad y de la Comunidad. Pero también de un entorno más amplio que es el Mediterráneo. Es una cuestión olvidada porque generalmente miramos al norte y se ha menospreciado el sur. Y hay un sur que puede aportar muchísimo en muchos ámbitos. Hay elementos que compartimos de las dos orillas del Mediterráneo. Un proyecto artístico de irnos conociendo y ver qué hacen los demás. Y descubrir los puntos de unión con otros países. Pero es una línea solo, no se descuidan los otros aspectos.
¿En las colaboraciones con artistas internacionales se buscará ligarlos a proyectos específicos para la IVAM o con exposiciones más genéricas?
No. Es muy complicado. Haría falta un presupuesto ingente. No obstante, tenemos una línea, la 6, en la que artistas de fuera de media carrera hacen trabajos específicos para el IVAM ligados a la ciudad. Es una línea que vamos a mantener. Y tiene relación con la identidad del museo, ya que estos proyectos solo se podrán ver en Valencia, como el mapa que ha hecho Rogelio López Cuenca. El IVAM no tiene posibilidades de que artistas más internacionales, de estrellas como William Guerin o Harun Farocki, hagan exposiciones específicas, por falta de dinero. Además, Farocki está muerto. O Guerin no hace trabajos específicos. Lo que hacemos es que se concrete la obra y así le damos un acento especifico.
¿Como prevé que el IVAM se convierta en referente internacional?
De entrada, trayendo la obra de artistas muy conocidos. Quiero que el IVAM, e insisto, tenga personalidad. Si siempre le das de comer hamburguesas, al final se cansará la gente e irá a lugares con más variedad. El IVAM debe trabajar en un proyecto específico. Que la gente aprecie que lo que hay en el IVAM es distinto. Y que preste atención a artistas que los otros no atienden. Tenemos que dedicar una parte muy importante de nuestro presupuesto a hacer actividades culturales y de carácter pedagógico. Nunca se había dedicado la energía, los recursos y la atención en el museo a realizar este tipo de actividades, conferencias y talleres didácticos. Nunca. No hemos descubierto la pólvora. Por ejemplo, una de las innovaciones que hemos hecho es que dos artistas valencianos hablen su trabajo en el museo. Es la suma de una serie de aspectos. Es una cuestión que precisa apoyo, dinero y mucha energía. E igual con todo junto, lo conseguimos. No va a ser fácil. Eso sí, si las exposiciones que tiene hoy el IVAM estuvieran en Madrid, estaríamos todos los días en la televisión.