Esta semana la prensa valenciana se hacía eco de un dato muy preocupante: El abandono educativo temprano creció 1,7 puntos porcentuales en la Comunitat Valenciana en 2014 tras 11 años consecutivos de descenso. No se trata de un dato aislado, los recortes en nuestros derechos, tarde o temprano terminan teniendo consecuencias. Está pasando en las prestaciones sociales, en la aplicación de la ley de dependencia, en la sanidad y por supuesto en el sistema educativo.
Lo verdaderamente curioso es como adoptamos ese metalenguaje de la dominación, a lo que se denominaría en voz alta y sin miedo “expulsión educativa”, le llamamos con la boquita pequeña “abandono educativo”. El responsable: la persona, y no se hable más. No hace falta cuestionar el sistema; no hace falta hablar de comunidad; de derechos sociales; de solidaridad. El balón esta en el tejado del individuo, desde donde no se debería haber movido desde el siglo XIX.
Curiosamente si analizásemos mucho más a fondo estos datos educativos veríamos que afectan a una determinada parte de la población, la que dispone de menos recursos, la que más duramente esta sufriendo esta crisis provocada por los que imponen recortes y austeridad. Por lo tanto, cada día, el que quiera ver, puede comprobar que detrás de esta crisis, vendida como un fenómeno natural imposible de predecir y detener, hay un cambio de modelo social que hunde sus raíces en el liberalismo económico más rancio.
Esta semana el suplemento Babelia del diario El País entrevistaba a George Packer autor del libro “El Desmoronamiento. Treinta años de declive americano”, en el, Packer que ha retratado de la sociedad americana desde los 70 en base a entrevistas, habla de cómo en USA ha caído la cohesión social, de cómo tu destino ya no está unido al de otras personas de tu comunidad; de cómo se ha disparado la desigualdad… que curioso cada día nuestras sociedades mediterráneas se parecen más a esa sociedad individualista que nunca fuimos. ¿Es eso lo que queremos?