Uno de los muchos errores de Francisco Camps, en plena borrachera de poder, fue minusvalorar a Compromís. Vaticinó que aquellos cuatro diputados escindidos traumáticamente de la coalición inicial entre Esquerra Unida y el Bloc desaparecerían por el sumidero al que van a parar los partidos que no alcanzan el 5% de los votos. Cuando en la siguiente legislatura vio sentados en sus escaños a seis representantes de la nueva formación apenas fue capaz de darse cuenta de la que se venía encima del PP y de su gobierno. La Gürtel, el caso Brugal, el caso Fabra, el caso Cooperación y tantos otros se los llevaron por delante.
No ocurrió solo en Compromís, porque también el PSPV-PSOE y Esquerra Unida protagonizaron una oposición contundente a la hora de destapar la corrupción y denunciar el abuso de poder. Pero fue en Compromís donde se batió desde su estreno parlamentario junto a Mónica Oltra la diputada Mireia Mollà. Ahora que la primera se prepara a afrontar las elecciones autonómicas como líder de su formación y colíder del Gobierno del Pacto del Botánico, Mollà ha anunciado que deja las Corts Valencianes para centrarse en Elche, donde ha sido concejal este último mandato.
Mientras Rafael Blasco comparecía en una comisión de investigación de la Cámara autonómica procedente de la cárcel de Picassent, la diputada que, junto a la socialista Clara Tirado, denunció la corrupción que acabaría con la carrera del todopoderoso conseller anunciaba en Elche que no concurrirá a primarias para revalidar un escaño parlamentario que nadie le discutía.
“Soy bastante consciente de que esto no va de interés personal”, explicaba en noviembre pasado en una entrevista de eldiario.es cuando se le preguntaba por su concurrencia a las primarias. “Soy una persona que normalmente, a diferencia de muchos, suele creer que el momento lo define el interés general y el interés de Compromís”.
El interés de su formación la ha mantenido toda la legislatura del cambio en un papel poco vistoso como portavoz adjunta de Fran Ferri al tiempo que en Elche desempeñaba en el equipo compartido con el socialista Carlos González una responsabilidad como la de turismo y playas, aparentemente poco conflictiva. Quienes conocen a Mireia Mollà saben que no tiene pelos en la lengua, que puede ser muy contundente, pero también que está dotada de mano izquierda y de predisposición al pacto. Tanto en el hemiciclo en Valencia como en el Ayuntamiento de Elche ha jugado un papel constructivo.
Su marcha deja a Mónica Oltra sin una pieza importante en el tablero parlamentario. ¿Cuáles son “el interés general y el interés de Compromís” que justifican su decisión?
Hay que mirar en el seno de Iniciativa del Poble Valencià, el partido de Oltra y Mollà del que esta última es ahora dirigente, y en el seno de la coalición de cara a una nueva legislatura. Y hay que mirar al sur, un territorio en el que los valencianistas no solo no están dispuestos a dejar perder las posiciones políticas alcanzadas, en otros tiempos impensables, sino que van a luchar por ampliar en las comarcas de Alicante su peso político.
Aquella diputada a la que Blasco amenazaba con los tribunales por llamarle corrupto y a la que Rita Barberá, tan herida por sus aguijonazos como henchida de soberbia, calificó una vez de “alevín de diablesa”, no juega ahora sus cartas a corto plazo. Habrá que seguir con atención su nueva trayectoria.