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Por qué son necesarias las Cajas Rurales

Joan Ramon Sanchis Palacio

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Las cajas rurales o cooperativas de crédito dedicadas preferentemente a la financiación del mundo rural son entidades con más de cien años de antigüedad que nacieron directamente vinculadas a las necesidades de financiación de la agricultura. En la Comunidad Valenciana, estas entidades bancarias surgieron desde abajo hacia arriba (a diferencia de muchas otras comunidades autónomas), por la iniciativa de los propios pequeños y medianos agricultores agrupados en cooperativas agrarias. En algunos casos, estas entidades también se han dedicado a financiar las actividades productivas del tejido industrial y de servicios formado por micropymes, siempre desde un ámbito local y con un fuerte arraigo al territorio. Por este motivo, las cajas rurales han contribuido de manera activa y directa a desarrollar y consolidar una estructura productiva de pequeñas y medianas empresas, estructura que es clave para la generación de empleo estable y duradero.

Las cajas rurales han sido entidades especializadas en la financiación de la agricultura y de la pequeña y mediana empresa, junto con las cajas de ahorros y las secciones de crédito de las cooperativas. En la Comunidad Valenciana, han tenido una presencia significativa, tanto cualitativa como cuantitativamente, de manera que tradicionalmente han representado alrededor del 50% del total de cajas rurales existentes en todo el Estado español con más de 40 entidades y han llegado a conceder más de 500 millones de euros anuales en créditos a la agricultura valenciana de un total de poco más de 2.000 millones de euros con un peso porcentual ( de casi el 34%) muy similar al de las cajas de ahorros e incluso algo superior al de los bancos privados. Por tanto, no se trata de entidades marginales o con escaso peso ni de organizaciones testimoniales o fugaces, sino que son bancos con una enorme tradición histórica y un protagonismo determinante en la evolución de la economía productiva agraria e industrial de la Comunidad Valenciana.

Además, sus niveles de solvencia, eficiencia y rentabilidad son similares a los de las cajas de ahorros y los bancos, en algunos casos incluso superiores, con independencia del tamaño empresarial alcanzado. Su pequeño tamaño, en comparación con los grandes bancos y las grandes cajas, no ha perjudicado su capacidad para generar beneficios económicos, sino que estos han seguido una tendencia positiva a lo largo de toda su historia. Por tanto, han demostrado ser entidades viables y solventes desde el punto de vista económico, que además están resistiendo muy bien la crisis económica y financiera actual. Pero además, han contribuido de manera significativa a generar beneficios sociales, contribuyendo a través de sus fondos de formación y promoción al crecimiento y desarrollo de los territorios en los que actúan, patrocinando actividades culturales, artísticas y sociales, al igual que hicieron las cajas de ahorros con su Obra Social. Su carácter cooperativista les proporciona también una característica diferenciadora clara con respecto a los bancos privados, como es su funcionamiento democrático, pues tanto los clientes como los propios trabajadores de la entidad, pueden adquirir la condición de socios, participando así directamente en sus decisiones.

En definitiva, las cajas rurales son entidades bancarias privadas sólidas económicamente y solidarias socialmente, lo que les da un carácter realmente especial y necesario hoy en día. Su idiosincrasia, basada en el doble carácter económico y social, las sitúa en una posición clave para favorecer, con su actividad crediticia, la recuperación económica, contribuyendo con su actividad financiera a crear nuevas empresas y mantener las existentes. Y además, son los bancos adecuados para luchar contra el fenómeno de la exclusión financiera, fenómeno que se está acelerando de manera preocupante durante estos dos últimos años de crisis como consecuencia de la factura que hemos tenido que pagar por aceptar el rescate bancario de la Unión Europea. Haber aceptado el rescate bancario, obliga a las entidades bancarias a despedir trabajadores y cerrar sucursales, de manera que cada vez son más los municipios que se están quedando sin oficinas bancarias. La existencia de las cajas rurales garantiza el mantenimiento de oficinas bancarias en aquellos pueblos donde a los grandes bancos no les resulta rentable tener presencia física. Se trata, por tanto, de entidades socialmente responsables y económicamente viables, que son necesarias en estos momentos para salir de la crisis económica en la que estamos inmersos. Su desaparición, a través de medidas basadas en el neoliberalismo económico a ultranza y bajo la tesis de que solo son posibles bancos de gran tamaño (que demuestren porqué esto tiene que ser así cuando en otros países de la Unión Europea se mantienen sistemas bancarios donde conviven grandes bancos junto con pequeñas entidades de crédito como es el caso de Alemania, Holanda, Francia o Italia), y al igual que ha sucedido con la desaparición de las cajas de ahorros después de más de 100 años de existencia, tendrá consecuencias graves para la economía productiva local.

El mantenimiento de las cajas rurales, además, evitaría consolidar un sistema bancario oligopolístico en el que cinco o seis entidades se repartirían el mercado, con las consiguientes consecuencias negativas que eso supondría para los consumidores. Resulta ya muy difícil evitar una concentración del sector en manos de esos cinco o seis bancos, pero el mantenimiento al menos de las cajas rurales, permitiría ofrecer la posibilidad, a una parte de los ciudadanos, de optar por una banca más social y responsable con su territorio. Como ciudadanos socialmente responsables, hemos de defender la conservación de las cajas rurales, movilizándonos a través de los diferentes instrumentos que nos proporciona la sociedad civil. En un breve espacio de tiempo, desde el Ministerio de Economía, se va a iniciar un proceso de reforma legal de las cooperativas de crédito, que junto con las presiones políticas dirigidas al fomento de las fusiones bancarias, va a suponer la desaparición de las cajas rurales, al igual que han hecho con las cajas de ahorros. En nuestras manos está impedirlo o, al menos, que sepan que no estamos de acuerdo.

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