Menos autoayuda y más política

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“¡Vete al médico!”, fue el exabrupto que un diputado del PP soltó en el Congreso en 2021, durante un debate sobre los problemas psicológicos que gran parte de la población española sufría mientras hacíamos frente a la pandemia. Una frase cargada de simbolismo, no sólo por revelar el menosprecio hacia una visión integral de la salud, reduciéndola al desfasado modelo biomédico, sino también por ser un intento de censura, el miedo a que hablemos de lo que nos pasa.

Angustia, estrés, depresión…el suicidio ya es la primera causa de muerte entre los 14 y 29 años. Somos el país con mayor consumo de ansiolíticos y sedantes de Europa, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, además de liderar el consumo de cocaína (Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías) y no quedarnos muy atrás en alcohol o cannabis. Quizá, como señala James Davies en “Sedados”, tenga algo que ver la incertidumbre de una generación que sólo ha conocido la crisis, la soledad de nuestros mayores, una productividad deshumanizada o la despolitización del sufrimiento.

Sea como fuere, la salud mental ha salido del armario para convertirse en un tema central del debate público, especialmente entre la gente joven. El Consell Valencià de la Joventut recoge la reivindicación de una mayor atención a los problemas psicológicos desde el sistema público de salud, romper el estigma asociado a la terapia psicológica o facilitar recursos y acceso a una cuestión infravalorada e invisibilizada, propuestas que las personas jóvenes exigen con urgencia poner en la agenda política.

Sin duda, los Presupuestos Generales del Estado aprobados para 2023 demuestran el compromiso del Gobierno socialista por hacer de la salud mental una prioridad real, con el aumento del 67% en las partidas destinadas a reforzar la Atención Primaria, el desarrollo del primer Plan de Acción en Salud Mental y el aumento progresivo de plazas sanitarias en Psicología Clínica y Psiquiatría, una demanda histórica de la profesión que, si bien requiere mayores esfuerzos, nos acerca cada año a la media europea.

Siendo una competencia autonómica, no podemos ignorar el nuevo Plan de Salud Mental de la Comunitat Valenciana, desarrollado a través de un extraordinario proceso participativo pionero en España, gracias al compromiso de Rafael Tabarés y de su equipo, con un total de 280 medidas y 70 millones de euros anunciados por Ximo Puig. Asimismo, iniciativas municipales como el programa “T’escoltem” de l’Ajuntament de València, dirigido al asesoramiento psicológico para jóvenes, son ejemplos de la imprescindible alianza sobre esta cuestión en todas las estructuras administrativas.

Ninguna pastilla mágica puede acabar con la incertidumbre, el dolor de una pérdida, un bache en la pareja o el acoso escolar. Ningún libro de autoayuda cambiará tus condiciones laborales o pagará tu alquiler. Es la decisión política de hablar de lo que nos pasa, señalar sus causas y ponerle remedio desde lo público y la acción colectiva, con planes, estrategias y, sobre todo, recursos públicos, la mejor forma de cuidar nuestra salud y la del resto, para que sea un derecho y no un privilegio para quien se lo pueda pagar.