Una de las grandes y diversas lecciones que nos ha dejado la pandemia que estamos viviendo es que nuestro modelo de consumo está obsoleto y que debemos promover un consumo de proximidad y un comercio justo, basado en la defensa de los derechos humanos, que no genere desigualdad y que favorezca a la mayoría.
Esta navidad tenemos una gran oportunidad para poner en marcha ese cambio de modelo. Ahora más que nunca debemos quedarnos en nuestro barrio y comprar lo justo, como nos invita la campaña promovida por las organizaciones de comercio justo y consumo responsable de la Coordinadora Valenciana de ONGD.
Optar por un consumo de proximidad supone, consumir productos y servicios hechos en nuestro entorno territorial más próximo. De esta manera se ayuda a reforzar la economía local y a reducir el gasto energético que produce el transporte de los productos. Además tiene que ver con nuestra salud, puesto que importa la estacionalidad y la calidad, en el sentido de poder consumir el producto fresco, de temporada, con las propiedades nutritivas, sabor y aromas óptimos. Proximidad tiene también que ver con la accesibilidad a la información del producto, su origen, como se ha elaborado, los canales que ha seguido, etc., así como en la creación de sinergias entre el productor y el consumidor.
Entonces, ¿esto está reñido con comprar productos de comercio justo que vienen de otros países en situación de desigualdad? De ninguna manera, son tipos de comercio que se complementan entre sí: puedes comprar de manera responsable, tanto consumiendo productos locales, como productos de comercio justo, puesto que, los productos de comercio justo llevan un sello que garantiza que trabajadores y trabajadoras reciben un salario digno, que ellos y ellas reciben el mismo sueldo por la misma tarea, que no existe explotación laboral infantil, que es respetuoso con el medio ambiente, que las organizaciones funcionan de manera democrática, que parte de los beneficios se destinan a proyectos de desarrollo para toda la comunidad y que son artículos de gran calidad.
Y además, cabe considerar que el 75% del total de las ventas de productos de comercio justo, según el úlitmo Informe de Comercio Justo en España, de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, son en café, cacao y panela, productos de consumo diario que no se producen en nuestro territorio y por ende no los podemos consumir de proximidad.
No podemos olvidar que gran parte de los 50 millones de personas que producen cacao en el comercio convencional, viven en situación de extrema pobreza, con unos ingresos por su producción de cacao del 7% del valor total de la venta del mismo, lo que no llegaría ni a un tercio de la renta mínima vital (en los años 70 recibían el 50% del total). Muchos de ellos además son menores. Solo en Costa de Marfil y Ghana más de 2 millones de niños y niñas trabajan en explotaciones de cacao en condiciones de semiesclavitud, y estos datos resultan aún más dramáticos cuando hablamos de la explotación del algodón.
Según datos extraídos del último informe de consumo alimentario del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, presentado el 25 de junio del 2020, el consumo alimentario en el último año en los hogares españoles fue de 69.503 millones de euros, es decir 2.247 € por persona. De esto, el 43.1% es producto fresco, sin embargo, la mayoría de esta producto fresco se está comprando en grandes supermercados, lo que ha provocado una disminución de las ventas en tiendas tradicionales del 3.5% respecto al año anterior, quedando en un ridículo 13.5% del total de las compras de producto fresco. Imaginemos el cambio que podemos provocar si empezamos a consumir ese producto fresco en nuestra frutería o verdulería de barrio de toda la vida. Cuantos millones de euros podrían favorecer los negocios de nuestros vecinos.
Por otra parte, imaginemos que aplicamos ese 0.7%, que se ha reivindicado durante décadas a la ayuda a países empobrecidos, a estas compras. Imaginemos, por un momento, que solo el 0.7% del total de nuestras compras sea de comercio justo. Esto significaría 15.3 € al año por persona, es decir, un paquete de café, uno de panela y uno de cacao cada 6 meses. Pues bien, esto sería 5 veces más de lo que se está consumiendo actualmente en España. Si con las ventas actuales de productos de comercio justo, se está favoreciendo a 2.150 organizaciones de personas productoras de más de 70 países, en las que trabajan tres millones de personas en condiciones dignas, ¿a cuántos podríamos llegar con cinco veces más, solo consumiendo dos paquetes de café, dos de cacao y dos de panela de comercio justo al año?
Así que recuerda… «Estas navidades, quédate en el barrio y compra lo justo».