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Historias de la música

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Los homenajes tienen muchas formas de manifestarse y, cuando pensamos en celebrar la música, no podemos olvidar los momentos más cercanos que nos hicieron vivirla como un auténtico regalo. Hace años conocí la historia de mi tío Juan José. En su juventud, cuando salía con el ganado por los montes de Teruel, recogía las balas que habían quedado por esos barrancos y laderas tras la guerra civil, para después venderlas y comprarse un violín. Eran tiempos de hambre pero también de esperanza, y aquel sueño le permitía estar lejos de un horror que le impedía crecer. La voluntad fue poderosa y además de tener su violín, se convirtió en un autodidacta que aprendió a leer partituras. Pero ese instrumento serviría también de enlace para un relato posterior, el de D. Manuel Álvarez Trigo, músico y docente. Deambulaba por los pueblos y un día se cruzó con mi abuelo quien le ofreció comida y cobijo (que se decía entonces). Según contaban, fue encarcelado por ser republicano y había llegado a Valdeconejos después de recorrer otros caminos. D. Manuel era cordobés.

La breve convivencia con la familia de mi padre hacía inevitable que el nuevo huésped viera el violín. Y cuando pidió permiso para tocarlo se quedaron maravillados. Tal fue la sorpresa de mi abuelo que le aconsejó ir a Utrillas y presentarse en la Banda de Música de Minas y Ferrocarril, que tenía mucho prestigio. Le hizo caso y al ver uno de los ensayos… pidió un violín. Cuando comprobaron su destreza para interpretar y sus conocimientos musicales, D. Manuel no sólo se quedó en la banda, sino que recibió la batuta y se convirtió en su director y también en profesor de la Escuela.

Esta pequeña historia se fue completando mientras descubría a otros protagonistas de mi familia que también estaban allí. Todavía en ese momento no eran conscientes de su conexión futura. Pero mi otro abuelo, Francisco, minero y músico, formaba parte de esa corporación. Podemos verlo en la fotografía que aparece en la portada del libro “Historia de las Bandas de Música de Utrillas”, de Marino Sancho Ramo. Los textos de esta publicación, junto con el artículo de Javier López Clemente y el apoyo de la familia Beltrán, me han ayudado a confirmar un relato que había quedado para la sobremesa de algunas comidas familiares. Esta sólo es una pequeña representación de la capacidad que puede ofrecer la música frente a unas circunstancias adversas. Y el poder de conexión de quienes, sin apenas conocimientos, muestran una gran sensibilidad y movilización al escucharla.

En la actualidad, nuevos escenarios nos acompañan llenos de superación y de esperanza. Las imágenes de pianos, violines, clarinetes y otros instrumentos luchando contra el fango nos han llenado de indignación y silencio. Treinta y dos son las sociedades musicales dañadas por la Dana que han perdido prácticamente todo: Salas de ensayo, instrumental, escuelas de música, auditorios y archivos que contenían partituras centenarias. El balance habla de más de 4.500 estudiantes de música en la Comunidad Valenciana y una valoración económica que todavía nos se puede cifrar. Las respuestas de emergencia ante esta situación se reclaman cada vez con más fuerza.

La formación educativa, la creación, el impulso de las industrias musicales y la importancia de la cultura como un bien imprescindible para la salud, demuestran su necesaria reactivación. Y también los conciertos solidarios que han movilizado al sector en toda España para reunir fondos ante las pérdidas materiales y las cancelaciones de tantos proyectos. Porque poco se habla de las semanas de paralización de la actividad cultural. Por esta razón, la dimensión de la catástrofe que está viviendo València en estos momentos exige el diseño de planes de reconstrucción cultural que, desgraciadamente, permanecen ausentes en el gobierno local. Unos caminos a través de la enseñanza musical y la dotación de nuevos instrumentos que ayuden a recuperar tantas historias. Y que continuan sonando desde la Unión Musical Santa Cecilia y el Centro Instructivo de Castellar-Oliveral. Desde la Asociación Musical La Torre. O a través de las notas de Sedajazz o el Grupo Amores.