Manifiesto de los claudicantes
“M’heu dat com a perdut i no ho lamente.
Fa temps que us vaig abandonar
i res del que dieu em pot fer mal.
Anys i anys he seguit causes perdudes,
i no m’en penedesc.
Ara, vell i cansat, deixeu-me dir
que sóc com sempre, prest. No m’hi retire.
Persevere en els somnis invencibles“.
Josep Garcia Richart, Xàtiva. ‘Exercicis de vellesa’. 2023
Estos días hemos asistido a una ceremonia constitucional de confusa interpretación. El 18 de enero por 312 votos a favor y 32 en contra el Congreso de los Diputados ha aprobado la reforma del artículo 49 de la Constitución al sustituir el término disminuidos por el concepto de personas discapacitadas, a las que se reconocen pleno derecho a equipararse al resto de los mortales “en condiciones de libertad e igualdad reales y efectivas”. Los dos partidos hegemónicos con capacidad de ejercer poder –PSOE y PP– han coincidido en que la Constitución del 78 es modificable y que ya era hora de remediar este anacronismo ofensivo para los cuatro millones y medio de españoles que padecen alguna merma física o mental que les convierte en desiguales a la hota de desarrollar su trayectoria vital.
Mundo competitivo
En marzo de 1971 el médico me dio el alta, después de siete meses aparcado con tres operaciones. El traumatólogo me informó con claridad diáfana que tendría que hacer frente a una claudicación. La duda surgió: ¿el afectado por una claudicación es claudicante o claudicado? El hándicap en términos administrativos se tradujo en el reconocimiento de una minusvalía del 35%, justo en la frontera del derecho a una compensación económica contributiva. No la necesitaba, pero sí tenía que hacer frente a recomponer la trayectoria vital.El poeta galo Paul Claudel afirmaba desde su experiencia personal que “el hombre se forma interiormente ejercitándose y en sus relaciones externas, mediante impactos que lo transforman”. El primer escollo en la vida de una persona, cuando ha de afrontar su autonomía con desventaja funcional o mental –crónica o tras un proceso traumático– es el vínculo y la fidelidad de su entorno próximo. La vida para quienes le acompañan –amigos o colegas– pinta de diferente color y a causa del obstáculo en el tiempo lo sitúan en dificultad permanente de equiparación. La crueldad del estilo de vida competitivo que premia a los más aptos y fuertes, provoca serios inconvenientes. En muchos casos insalvables.
No basta legislar
Las leyes para ser aptas deben ser justas. La justicia en el complejo panorama de las claudicaciones que padecen los humanos, todavía está lejos de ser real. Si el conglomerado de los poderes públicos, que en el caso español son desiguales y variopintos, no asume que la aventura vital de las personas discapacitadas ha de estar regulada al detalle, difícilmente la modificación constitucional pasará de ser un maquillaje nominal sin eficacia para los afectados. Cada caso de persona damnificada por su claudicación ha de ser evaluada desde un enfoque personal, de acuerdo con sus trabas, su edad, su formación, su entorno familiar y afectivo, su expectativa laboral y su esperanza de vida. Estos matices para afrontar el problema social y humano que atañe al colectivo claudicante, únicamente pueden ser valorados y compensados con criterios profesionales y objetivos. El segmento de la sociedad con incapacidad funcional se aproxima al 10% de la población española. Con mayor incidencia reconocida y aceptada para la infancia y las mujeres.
Levi-Montalcini
La premio Nobel de Medicina de 1986, Rita Levi-Montalcini (2009-2012), turinesa de nacimiento y judía –no ortodoxa pero sí practicante– de antecedentes, publicó en 2010 un intenso libro biográfico que tituló, ‘Elogio de la imperfección’. No tuvo una infancia fácil ni una formación sin trabas. Primero en su familia y luego en su época. La neurocirujana luchó contra el machismo de su Italia natal, esquivó el fascismo mussoliniano y se enfrentó al racismo que imperaba por aquellos años en la Europa entonces preponderante. Destaca en sus memorias que de la imperfección y de la dificultad surge el desarrollo del plan de vida que ella, libre y decididamente escogió. Voluntad, dificultad, superación. Culminó su carrera en tierras americanas. Volvió a Roma donde murió reconocida y en paz.
¿No n’eren deu?
Hacia 1960, Martí Domínguez Barberà, publicó una pieza de teatro en valenciano: ‘No n’eren deu?’. Éxito de crítica. Habían transcurrido apenas dos años de su persecución y calvario, como periodista influyente y prometedor, a cargo de la dictadura franquista hasta arrumbarlo en el ostracismo profesional, social y civil. El apunte dramático como él lo califica transcurre en la leprosería que fundó y mantiene en Fpntilles la Compañía de Jesús, a la que le dedica su pieza teatral en la que recrea el pasaje evangélico de la curación de diez leprosos, el mal inmundo que les carcomía; “Deu hòmens, capaços de demar-li junts, en comunitat de dolor i crit, de fe i esperança. era ja -més que molts– un fet inicialment cristià. I hom es dol que havent començat tan bé la cosa – pregària en grup agermanat– no més un hagués tornat a donar les gràcies i a rebre paraules de salvació.”. La escena la sitúa en un lugar y paisaje “qualsevol del País Valencià : ”en un riu rau de la Marina, en un maset castellonenc, en una alqueria de l’horta del Túria o dels horts i de les marjals del Xúquer“. Puestos a imaginar pudo hacer alusión al episodio de su martirio personal en 1958 en el que fue jaleado y aupado por muchos conciudadanos que lo eligieron como líder para reivindicar la justicia para València y los valencianos frente al cinismo de un régimen, el del general Franco, de quien decía que tenía ”el ous de plom“. ”Els vius a la vida i els malalts al clot“. De quienes se confabularon para reclamar justicia, ante la devastación de la riada de octubre 1957, sólo uno se significó a su favor y se jugó el tipo por su valentía, el presidente del Ateneo Mercantil de València, Joaquín Maldonado Almenar.
Política de la claudicación
En el campo político y en el biológico, tanto las personas como los personajes han de demostrar la capacidad para superar adversidades. Destacan dos actitudes: la escasa, de los protagonistas que se juegan el porvenir con valor, consecuencia y dignidad. La segunda, más corriente, es la de los actores y líderes adocenados que persiguen su conveniencia a pesar del compromiso conocido, reniegan de las convicciones que asumieron y dejan en la estacada a quienes se deben por un cargo o por la gloria que no les corresponde. El espectro político que va más allá de la derecha imperante – PP y Vox– tiene dos grandes incógnitas sobre su futuro y un enigma por resolver. Los interrogantes se ciernen sobre el PSOE que, con retraso, ha tomado sustituido a su cabeza visible hasta ahora, Ximo Puig, por una promesa representada por la ministra de Pedro Sánchez, Diana Morant. El movimiento se mueve en el contexto de un pacto interno que cierra el paréntesis de una formación política con solera y consolidada. La siguiente interrogación permanece abierta sobre el horizonte y las posibilidades de Compromís como formación progresista de obediencia valenciana. Ante la incapacidad de ejercer la inevitable autocrítica que exigen los últimos resultados electorales y la cristalización de alianzas con Sumar, se ha formulado una formulado un plan de actuación, firmado por Joan Ribó y Manuel Alcaraz, que además de programático y teórico, define a Compromís como proyecto de izquierdas, ecologista, feminista y valencianista en último lugar. Para ser un partido de izquierdas –si se puede consensuar lo que significa–, ecologista y feminista, existe Sumar que ya tiene sede valenciana, está en el gobierno de España y de cuyo conjunto fundacional forma parte Compromís. Para ser creíble y aceptable el valencianismo que Ribó y Alcaraz sitúan al final del proyecto, debería de aparecer esculpido en el frontispicio del partido Sumar que lidera Yolanda Díaz. Nada más lejos. El acento valenciano ni está en el PSOE de Pedro Sánchez ni en las coordenadas –más bien confusas– de Sumar.
No más promesas
Para conocer el estado de salud del enfermo es necesario tomarle la temperatura y pasar por las pruebas necesarias para un análisis clínico que permita el diagnóstico certero. Nada de visionarios ni de medicinas alternativas. A juzgar por las últimas declaraciones emitidas en las Corts Valencianes, el que ha conseguido la ampliación del Puerto de València, el Corredor ferroviario y capitanea la reivindicación para resolver la afrenta de la infrafinanciación de los valencianos es el Partido Popular –aliado con el antiautonomista Vox– y liderado por el provincianista y alicantinista declarado, Carlos Mazón. Se les ha dejado el campo libre y además exigen que las reivindicaciones valencianas se han de centrar en una sola voz: la suya. A la vista de los últimos acontecimientos el presidente Mazón ha interpretado un sainete con los presidentes del PP de Murcia, Fernando Lopez Miras y J.M. Moreno Bonilla, de Andalucía, que han contado con la colaboración atípica del presidente socialista de Castilla- la Mancha, Emiliano García Page en el contexto turístico-festivo de Fitur para reclamar la pasta, que hasta ahora ni PSOE ni PP, que formaban parte de la “troupe”, han sido capaces de conseguir después de mandar en España desde 1982. Mirando a Sumar, lejos de mostrar un ápice de valencianismo, no ha movido un dedo para apoyar a su socio Compromís. Y los representantes de Compromís – en Corts Valencianes, Congreso de los Diputados y Senado– guardan un un sonoro silencio para reivindicar con eficacia la solución de los problemas graves que condenan a los valencianos al subdesarrollo y a la incapacidad de crecimiento después de veinticinco años.
Todos somos pobres
Según el Foro de Vida Independiente, los claudicables o claudicados, desde luego no son disminuidos, ni tan solo personas con incapacidad, según recoge ahora la Constitución –consensuados PP y PSOE-. Deberían ser llamados personas con incapacidad funcional. Existe una larga lista de más de denominaciones – más de cuarenta– para este colectivo que tradicionalmente ha sido minusvalorado e ignorado por los políticos. No importa cómo se les llama sino el modo en se les considera y cómo se les trata. Claudicantes, claudicados, impedidos, tarados, incapacitados, minusválidos, deficientes y otras muchas expresiones peyorativas y excluyentes, para las personas que , con infinita problemática, requieren atención y respeto para compensar sus desventajas al afrontar la vida. Son los pobres a los que Paul Claudel, llamaba, porque sufrían: “invitados a la atención”. De ellos, los claudicantes, depende todo: están orientados, avisados, informados del auténtico carácter pasajero de este mundo y son sensibles. Lo tuvieron perdido y lo remontaron. No sin dificultad. Para dar el toque de alarma a los demás. Pobres somos todos, si somos conscientes de la fragilidad del hombre y sus limitaciones, de la indigencia, de la esencial debilidad del alma humana. Todo hombre es un pobre individuo. Quienes tuvieron la oportunidad de sufrir están preparados y dispuestos. Esa iniciación les permite saltar sobre la dificultad y llegar más lejos.
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