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Opinión - Va a ser que Feijóo no es un político. Por Rosa María Artal

Va a ser que Feijóo no es un político

Imagen de archivo del presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. EFE/ Borja Sánchez-Trillo

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Vamos a hablar con propiedad. Una persona que basa su éxito en inventar escándalos contra sus adversarios no es un político en sentido estricto de la palabra sino un capo mafioso. Hemos de erradicar el miedo a las palabras con su maravillosa capacidad de definir realidades. Está visto que las tácticas sucias para alcanzar el poder -o para mantenerlo- no eluden las más gruesas atribuciones al contrario aunque sean falsas. El enfrentamiento dialéctico sería así al menos en los mismos términos: unos ciertos y otros falsos. Solo falta que la sociedad amorfa, sugestionable, si es medianamente honesta, sepa distinguirlo. La receta ya sabida y sin experimentar: cerrar a cal y canto las tertulias televisivas, a no ser que cuenten con expertos de verdad, no con pelanas a sueldo de partidos. Y lo mismo los panfletos de la pocilga mediática: ni una visita a la web, nada de suscripciones ni en rebajas, ni un euro en su versión en papel. Quizás así algún cerebro cautivo sería rescatable.

A lo largo de su liderazgo en el PP, Alberto Núñez Feijóo ha acusado al presidente del Gobierno directamente de ser un dictador. “Al nivel de Francisco Franco, según espetó en un acto de campaña en Catalunya”, según informó aquí Aitor Rivero. Feijóo ha calificado también a Sánchez de bochorno internacional, esperpento, soberbio, vanidoso o frívolo, entre otros insultos.

Son reflexiones que vuelven una y otra vez cuando entramos en lo que llaman el nuevo curso político y todo sigue igual. El Partido Popular quería comenzarlo haciendo comparecer en el Congreso al presidente del Gobierno y a varios ministros para hablar en el Parlamento español ¡hasta de Venezuela!, qué hartazgo con Venezuela, hablen de El Salvador, Ecuador, Perú, Argentina... pero eso no vende. El PP no va a ceder un ápice en la confrontación política como demuestran las incursiones veraniegas de sus portavoces. Todo va a seguir igual bajo la supuesta dirección de Alberto Núñez Feijóo y las incursiones de Ayuso y Aznar. Infinita pereza ver esa losa en nuestro horizonte.

Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP casi por aclamación, tras echar a patadas a Pablo Casado -estas cosas hay que recordarla en tiempos de borrados de memoria-, se destapó como mentiroso profesional en el debate para las elecciones de julio de 2023. Allí hizo un obsceno alarde de lo que sería la estrategia política del PP a partir de entonces. La misma, incrementada: bulos, marrullerías, amenazas… Fue tan exagerado que empezó a cavar su fracaso. La entrevista de Sylvia Intxaurrondo en TVE, en donde el líder del PP preveía el paseo triunfal que tuvo en la cadena privada, socavó sus opciones sin que eso le impidiera obtener 8.160.837 votos. Insuficientes para llegar a La Moncloa por carecer prácticamente de otro apoyo que el de Vox. De momento, las cosas pueden cambiar entre afines:

No perdamos de vista al candidato. Cada poco vamos componiendo con nuevos datos el historial de Alberto Núñez Feijóo. Alguna pista de su integridad moral ya daba el tener como amigo y compañero de viajes durante años a un narcotraficante, algo que gustó poco en Europa, por cierto. Y no fueron solo los paseos en barca. Se recuerda poco la posterior desaparición de los contratos que firmó con Marcial Dorado la Xunta “en una inundación”, su ruinosa gestión de las Cajas o de la Sanidad Pública. Los sobrecostes de obras -con gran querencia por los hospitales- tan frecuentes en el PP que añadieron 470 millones al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, la política informativa sin duda. Censuró noticias, quitó a directores de medios, dio 900.000 euros en ayudas a la prensa la semana que se destapó su amistad con Marcial Dorado para silenciar el tema. Puso de jefa de informativos en TVG a una interventora electoral del PP, explica José Precedo otro de los periodistas de elDiario.es que han destapado a lo largo del tiempo los trapicheos de Feijóo, un ser que jamás se aplica el rasero que exige a los demás. La prensa de la derecha es extremadamente parca en contar nada que sea negativo para el PP pero hay otros medios.

Que Feijóo acuse de corrupción y nepotismos familiares a otros con el pringue de su propia familia es apenas un dato más. La última recopilación de sus desmanes la ha hecho Xosé Hermida en El País. “Una factoría de escándalos que, día tras día, martillea al rival con acusaciones de supuestas corruptelas y comportamientos irregulares, amplificados [entonces y ahora] por el universo mediático de la derecha”, dice.

Inexistentes prevaricaciones atribuidas al socialista Emilio Pérez Touriño, con dilaciones medidas, jueces que ven algo que luego no existe y ya han imputado de entrada. Un clásico, largamente experimentado por la organización constituida bajo el nombre de Partido Popular.

Una beca al marido de una consejera de medio millón de euros. Otra vez con comunicados restallantes de indignación, ruedas de prensa, exigencia de responsabilidades en el Parlamento“… Otro clásico.

El Audi del sultán de Touriño, igual al de otros presidentes autonómicos. El transporte selecto es una de las ambiciones de Feijóo, léase el trauma que tiene con el Falcon presidencial... de todos los presidentes de Gobierno.

Difamación sobre el vicepresidente Quintana al que acusaron de maltratar a su esposa dirigidas por el líder del PP en Orense José Luis Baltar, otro elemento de cuidado. Con amplia difusión a través de envíos por Internet.

Una supuesta trama agraria de subvenciones de la que ni la justicia ni la propia Xunta hallaron la menor prueba, pero que coincidía con la detención de concejales del PP en Pontevedra por corrupción urbanística.

A poco que se observe, es el modus operandi del PP. Isabel Díaz Ayuso lo utiliza con profusión también y con la ayuda de los medios a los que subvenciona con nuestros impuestos. El novio defraudador, la Quirón cliente de él y privilegiada en los contratos de ella. Los pisos. Los dueños. El coche. Las denuncias soberbias. Y venga Begoña Gómez, y el papá Peinado de su concejala y amiga, y ahí los medios en tromba.

Nada de esto es nuevo pero sí pertinente preguntar a quienes amparan estas conductas si esperan, en serio, que estos dirigentes se ocupen de sus necesidades. Si les compensa el gustazo de machacar al Gobierno de España que les diezmen la sanidad pública, que dejen en cuadro la Atención Primaria y esperen la intemerata para una operación. Que den comida podrida a los ancianos en las residencias y que, si viene otra pandemia, se les deje morir como perros sin atención médica. O que no apliquen la ley de la vivienda con el gravísimo problema que sufre nuestro país con los alquileres. Por cierto, vean como engañan sus medios con el tema. Ninguna de las 13 comunidades gobernadas por el PP ( de las 17 existentes ) aplica esta ley.

El medallista de oro de Madrid, Javier Milei, se ha llevado a Londres 1.500 lingotes de las reservas de oro argentinas guardadas hasta ahora en el Banco Central. Sin dar explicaciones. Sus fieles tampoco las han pedido. ¿No les da una pista? Quien hace un cesto hace ciento, que diría el gran amante del refranero, un tal M.Rajoy. Se ha conocido también que Milei tiene un plan oculto para excarcelar a los represores de la dictadura argentina de la dictadura. El pack completo.

Puedo llegar a entender que haya gente a la que le guste que le engañen y le roben, porque creen que “todos lo hacen” y los suyos mienten y saquean mejor. Aunque podrían remitirse a las pruebas de lo que atienden unos y otros a los ciudadanos. Pero lo que me resulta incomprensible es que personas decentes se embarquen en un estercolero para impulsar al poder a gente con tal degradación moral. Va ser que Feijóo no es un político, sino el jefe transitorio del PP, que no es un partido, y Ayuso la gerente captadora y distribuidora de recursos; vendedores, sus portavoces oficiales y mediáticos. Y que millones de personas han perdido el sentido de la ciudadanía y que al resto no le dejan sosiego para vivir en paz.

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