Vilar, ese gran hombre

13 de julio de 2020 16:33 h

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Tengo tantos momentos vividos, reídos y disfrutados con Ramón Vilar que, cuando la rabia y el dolor amainen, solo podré pensar en él con una sonrisa en los labios y la certeza de que aprovechó cada uno de los segundos que pisó la tierra para vivir intensamente. A Ramon Vilar Zanon solo puedo agradecerle todo lo que he aprendido a su lado y cumplir la promesa que le hice, unos días atrás. 

Ramón, me resisto al adiós y jamás pensé que tuviera que ser así como te dedicaría mi siguiente artículo. Cuando escribí ‘Estrategia zombi’ cité las palabras “de un amigo”. Aquella persona que me enseñó que “somos socialdemócratas y la discrepancia es nuestro alimento” no era otra que Ramón, mi Ramón. Cuando le envíe el texto me felicitó y me dijo: “en el próximo no olvides poner Vilar, ese gran hombre”. Le aseguré que así sería y ahora estoy aquí escribiendo con el alma rota. 

Esta muerte inesperada me ha arrebatado a un amigo y a un confidente. Una persona con la que discutir y enfadarme hasta que recibía por Whatsapp su “Domin, ya no no me quieres. No me haces caso” y vuelta a empezar. Porque Ramón era como un niño que necesitaba cariño y atención pero te la devolvía con la misma intensidad con la que la reclamaba. 

Tanto se ha escrito sobre él estos tristes días que poco más me queda que añadir. Me gusta pensar en él con su sonrisa socarrona, su cigarro anclado, la mascarilla anárquica, el zumo de naranja o la coca Zero, su Levante UD, sus toros y su fervor por la socialdemocracia. Esa capacidad de relativizar y simplificar los problemas, de contestar cualquier pregunta, de estar siempre al otro lado del teléfono. Todo le divertía y contagiaba su alegría. 

Gran parte del cariño que le tengo se debe al gran parecido que guarda con mi padre, otro Ramón optimista y vitalista, inteligente y socarrón, fumador empedernido y hedonista, que también me arrebató un infarto. 

No, no me olvido de ninguno de los dos. Qué pena, cuánta rabia por esta vida caprichosa que tanto te da y tanto te quita. Pero como a ellos les gustaría, me quedo con lo bueno, con lo aprendido y disfrutado a su lado. Por todo ello, Ramonet siempre formará parte de mi vida. 

Y no, no me olvido Ramón de poner Vilar, ese gran hombre...