Otro periodismo
La idea de Albert Camus de que “un país vale lo que vale su prensa” nos lleva, en el País Valenciano, a una visión catastrofista. Los dirigentes de patronales (CEV),Cámaras de Comercio y lobbies( AVE, FECOVAL, FERMED), de carácter empresarial, están obsesionados por incrementar la inversión en infraestructuras. Es lógico. Alarma la ignorancia y la falta de atención hacia la decadencia de los medios de comunicación. A nadie le preocupa. A nadie altera que el entramado del sistema periodístico valenciano se encuentre en caída libre. En tres aspectos: en el número y la fortaleza de los medios. En la reducción de plantillas y el nivel de los periodistas. Por consiguiente, en la pérdida de calidad en el caudal informativo que se suministra a la sociedad.
Tiempo de lucha
Resuena el aldabonazo de Joan Baldoví, en nombre de Compromís—aviso a navegantes--, al Gobierno de Pedro Sánchez en la fase final de la reclusión por el Covid-19. Es la voz que clama en el desierto frente a 31 diputados, de los partidos, PSOE, PP,U. Podemos y Ciudadanos que utilizan su escaño para aceptar sin rechistar una reiterada felonía. Asumen en silencio culpable, las instrucciones de sus partidos, frente a un Gobierno que ningunea y vulnera sistemáticamente los intereses del País Valenciano. Inefable el gesto perplejo del presidente Pedro Sánchez, ante los anuncios reiterados de que Compromís votará contra las propuestas del Gobierno de PSOE y U.Podemos, mientras no haya un reconocimiento de las justas reivindicacines de financiación e inversiones. Extraña la mirada al infinito de Ximo Puig, cuando la Generalitat Valenciana debería ser la principal interesada en resolver un “cul de sac” que asfixia a los valencianos sin remedio.
Ideas
El periodista y la prensa son dos factores siempre a la contra. Nunca a con la corriente. Las circunstancias actuales son desfavorables al complejo mundo de los medios de comunicación. “Combat” el periódico que dirigió Camus, primero en la Resistencia y tras el cataclismo europeo de la II Guerra Mundial, se preguntaba en un editorial escrito por él mismo, el 1 de septiembre de 1944: “¿Qué es un periodista?: Es una persona a la que, como mínimo, se le exige tener ideas”. Después le siguen aspectos como el compromiso, la crítica, la imparcialidad, la libertad, saber escribir, capacidad de sacrificio, generosidad, entrega, responsabilidad o la solvencia. El periodismo y la prensa que, son implacables para informar sobre los demás, en muy raras ocasiones analizan su problemática y denuncian sus males. No son transparentes.
Negocio
La prensa de la Comunitat Valenciana pasa por una vieja crisis estructural, a juzgar por los acontecimientos: reducción de puestos de trabajo, ERES, cierre de periódicos (El País o El Mundo- ediciones valencianas--), inseguridad profesional, dificultades para desarrollar su trabajo (ruedas de prensa ficticias, trabas a los periodistas gráficos). Graves restricciones informativas en China, Hong-Kong, Estados Unidos, Brasil, Rusia y una larga lista de países teóricamente democráticos, otros en conflicto y muchos, donde las libertades son inexistentes o sufren notables recortes. La prensa como fenómeno social surge al calor de la política, potenciada por la economía y el comercio. No basta con contenidos periodísticos consistentes y de calidad, elaborados por profesionales solventes, si falla su razón de ser—la línea editorial—y la concepción de sus propietarios y promotores que garanticen su viabilidad. El negocio ha de entenderse y ser entendido.
Divergencias
La empresa periodística es peculiar. No tiene nada que ver con una fábrica textil, una tienda, o un hotel. Los medios informativos requieren una razón de ser consistente y sujeta a un largo proceso de reflexión clarificadora. Muchos medios no sobrepasan esa fase tras su lanzamiento. O mueren al poco tiempo. Acusan la disparidad entre dirección periodística y gestión empresarial. Salvo excepciones, los periodistas son malos gestores. No entienden de balances ni de cuentas de resultados. El mundo empresarial nunca es democrático y está sujeto a las veleidades de la propiedad y las mayorías accionariales. Pero nuestro mal es político.
Espiral
Muchos periódicos valencianos están inmersos en una espiral que les lleva del descenso de tiradas y clientes al deterioro de la calidad. Y cuando la calidad se resiente empeoran los resultados de la prensa: se pierden lectores, la audiencia se aburre. El prestigio y la credibilidad se esfuman con la misma intensidad que el mercado publicitario. Un desastre. Cuando esto ocurre, lo peor es caer en manos de grupos de presión (empresariales, financieros, confesionales o ideológicos). La otra alternativa es “venderse” a los gobiernos, a los partidos políticos dominantes o a intereses espurios, pensando que les van a sacar de apuros, cuando lo que hacen es cavar su tumba. Sumir al medio de comunicación en la miseria económica y ética. Basta a las puertas giratorias periodísticas que establecen vasos comunicantes de intereses y personas, entre gobiernos, partidos, grupos de influencia y medios informativos. Cada vez más desprestigiados en el mundo competitivo en que vivimos. La prensa de partido es propia de pobres de espíritu y tiene sus días contados. Los lectores, que lo detectan, acaban dándole la espalda.
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