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El 8M del cardenal Cañizares: “la violencia contra la mujer debería provocar una reacción unánime y clamorosa”

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha publicado este viernes, con la fecha del 8 de marzo como referencia, una carta con la mujer como reflexión central, en la que formula manifestaciones en positivo y en negativo sobre la lucha feminista.

Así, Cañizares asume que las mujeres “tienen el deber de contribuir ellas mismas a lograr el respeto de su persona no rebajándose a ninguna forma de complicidad con lo que va contra su dignidad”, aunque también incide en uno de sus mantras al afirmar que “la ideología de género no las defiende, sino todo lo contrario, las degrada”. El purpurado enfatiza que “la perfección para la mujer no consiste en ser como el hombre, en masculinizarse hasta perder sus cualidades específicas de mujer. Su perfección y grandeza consiste en ser mujer, igual que el hombre, pero diferente”.

Recuerda Antonio Cañizares al Papa Juan Pablo II afirmando que no era ajeno a la problemática actual en torno a la mujer, ni a la existenia de “los movimientos feministas radicales o los así llamados movimientos actuales de liberación de la mujer”.

El arzobispo de València reclama “medidas legales apropiadas” para luchar contra los “crímenes, agresiones y vejaciones” que padece la mujer. Cañizares señala así problemas como “los malos tratos, las agresiones y violencia de los que la mujer está siendo víctima con demasiada e incomprensible frecuencia, la trata de mujeres tan cruel, denigrante y vejatoria”.

Con todo ello el cardenal valenciano clama contra estas situaciones y afirma que “deberían provocar, con toda razón y justicia una reacción unánime y clamorosa frente a estas agresiones contra la mujer, que, por desgracia, constituyen hoy una de las violaciones más difundidas de los derechos humanos y de la dignidad de la persona humana, así como del bien común. Y no sólo condena, sino defensa sin fisuras e inquebrantable por parte de todos, firme, firmísima, de la mujer”.

“Se impone, al mismo tiempo, un arduo trabajo educativo y de promoción cultural para que se reconozca y se respete la dignidad de cada persona, por tanto de la mujer”, señala el cardenal en otro momento. A ello añade que “como persona, la mujer no tiene menos dignidad que el hombre. Y por eso, no puede convertirse en modo alguno en objeto de dominio, ni de posesión masculina, ni de vejación o minusvaloración por parte del varón”.

También critica las “ideologías imperantes que tratan de imponerse contrarias en grado sumo a la mujer, que considera al ser humano no como persona, sino como cosa, como objeto de compraventa, como instrumento del interés egoísta y de sólo placer”. Esta mentalidad, advierte, “produce frutos muy amargos, como el desprecio e instrumentalización de la mujer, los malos tratos, la violencia sexual, las violaciones, la pornografía, la prostitución - tanto más cuanto esta es organizada, a veces desde posiciones cercanas al poder- y todas las discriminaciones que se encuentran en el ámbito de la educación, de la profesión, de la retribución del trabajo, de la maternidad, de las labores domésticas, de las viudas, las separadas, las divorciadas, o las madres solteras”.