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PERFIL
No es de extrañar que Emilio Argüeso aconseje a otros cómo cambiar de partido. Lo sabe por experiencia. Llegó a Ciudadanos procedente del PP, donde se alineó en la primer década del siglo XXI en el sector zaplanista. A inicios de la década anterior, en los años 90 del siglo pasado, había militado “unos meses” en las Juventudes Socialistas de Elche, momento del que existe testimonio fotográfico. Nacido en Alicante en 1969, se trasladó la ciudad ilicitana y, tras su paso por la Guardia Civil, se convirtió en policía local y pasó por diversas localidades de Murcia, como Archena. De ahí que sus contactos murcianos no sorprendan a nadie. La dirección de Ciudadanos, el partido en el que desembarcó ya en la segunda década del siglo, le ha expulsado precisamente por incitar a cargos de la formación a frustrar la moción de censura contra el PP en Murcia haciendo transfuguismo.
En todos los partidos políticos existe una figura que se dedica al trabajo orgánico y de captación. La serie Barón Noir ha popularizado la figura que en España se denomina 'fontanero', aquel que arregla las fugas y averías del partido en un segundo plano. Emilio Argüeso el senador que Ciudadanos acaba de expulsar, es uno de ellos.
Argüeso era uno de los hombres de confianza del secretario de organización Fran Hervías en Ciudadanos en la Comunitat Valenciana y se le acusa de urdir la contramoción de censura en Murcia, el terremoto que ha sacudido la política en la última semana. Argüeso era de Ciudadanos cuando apenas se llamaba Ciutadans y su misión era contener al nacionalismo catalán. Antes de eso, como muchos dirigentes, tuvo un pasado en el PP de Eduardo Zaplana. En las tierras del sur, al estilo western, se encargó de captar a afiliados y cargos para el partido entre los descontentos del PP. La sombra zaplanista, ironizan algunos, es tan alargada que llega hasta la compra de diputados en Murcia, acusación surgida de las propias filas de Ciudadanos. Zaplana llegó al poder gracias a que una tránsfuga del PSOE le dio la alcaldía de Benidorm y cada vez que en Alicante y Murcia un tránsfuga provoca un cambio en el equilibrio de poder se recuerda su cara.
En el PP alicantino entabló Argüeso amistad con el entonces dirigente local y hoy diputado Emigdio Tormo, con quien comenzó a expandir en 2013 Ciudadanos por la Comunitat Valenciana. Ya en el partido de Rivera, la dirección le encomendó la secretaría de Organización y fue nombrado vicesecretario de la Mesa de las Corts Valencianes durante la primera legislatura en la que su partido obtuvo representación. Su gestión de las cuentas y del grupo ha sido tildada de sombría por tres de los cuatro últimos portavoces. Tuvo conflictos con Alexis Marí y Carolina Punset porque sólo él y José Manuel Villegas tenían acceso a las cuentas bancarias, cuestión que tuvo que enmendar Toni Cantó al llegar a la Comunitat Valenciana solicitando una nueva cuenta.
Un proveedor acudió a Madrid a quejarse sobre la relación comercial con los responsables de la polémica cuenta. Tres días después la dirección nacional apartaba a Emilio Argüeso y a Juan Córdoba, su mano derecha en el partido y entonces coordinador del grupo parlamentario valenciano. A ambos se les buscó un puesto cómodo donde aparcarlos: el primero, fue designado senador territorial por la Cámara autonómica; el segundo, acabó en la Diputación de Alicante.
En la pasada legislatura, Argüeso tuvo contratado cuando era secretario primero de la Mesa del Parlamento valenciano a un asesor que no acudió a su puesto de trabajo, lo que se conoce como empleado zombi. Era tan claro que no asistía a su trabajo que se le había asignado una tarjeta de parking gratuito que tampoco utilizó en toda la legislatura.
La influencia de Argüeso persiste hasta hoy. Pese a su marcha a la Cámara Alta, controla a la mitad del grupo parlamentario en las Corts Valencianes, con sus seguidores a punto de plantar batalla a lo que queda de la dirección nacional tras la espantada de Toni Cantó. Ningún senador por designación de las Corts Valencianes había sido expulsado de su partido en ejercicio de su cargo, aunque existe el precedente de Rita Barberá, que fue suspendida de militancia en el PP en 2016, cuando se vio implicada en el caso Taula y se negó a abandonar el escaño.
Inés Arrimadas seguramente no lo sabe. Nunca hay que dejar de vigilar a un fontanero de la política, menos aún con un historial de conspiraciones como el de Argüeso, aunque lo hayas aparcado en el Senado.
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