La “España vertebrada” de Ximo Puig: financiación autonómica equitativa y descentralización de organismos del Estado
Una grieta que no se cierra corre el riesgo de generar una falla. Una herida que no se sutura aumenta el riesgo de infección. Para que las brechas que fracturan España comiencen a cerrarse las instituciones de gobierno deben comenzar a poner en marcha medidas que corrijan la desigualdad, un vendaje que evite que se sigan expandiendo.
Si bien la democracia corrigió algunos déficits estructurales -la igualdad legal entre españoles, entre hombres y mujeres, el acceso universal a la educación- el Estado contemporáneo aún necesita hacer frente a una buena cantidad de retos. “Las naciones se forman y viven de tener un programa para mañana”, enunciaba este miércoles el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, en un foro en Madrid, recogiendo las reflexiones de Ortega. A partir del diagnóstico de la España invertebrada del filósofo, el dirigente socialista planteaba sus medidas para la “España vertebrada”.
El presidente autonómico, que ha desplegado la agenda federalista en las últimas semanas, considera urgente abordar el encaje territorial en el Estado. El barón socialista se muestra preocupado por los efectos del proceso independentista catalán, la secesión de las élites económicas o el efecto capitalidad de Madrid, que aísla a la región del resto de autonomías y ha desarrollado una macrocefalia empresarial y burocrática que hace que las vértebras del resto de autonomías se resientan.
El centralismo es “ineficiente” pero, a ojos de Puig, también es insolidario. La Comunidad de Madrid tiene más funcionarios públicos que afiliados a la Seguridad Social en otras provincias, indica el dirigente valenciano, que reclama medidas de corrección como la descentralización de organismos del Estado, en línea con otros modelos europeos para avanzar hacia la “España policéntrica”. También en las infraestructuras el modelo radial resulta poco “racional”, por lo que aboga por potenciar el Corredor Mediterráneo y trabajar en una red de comunicaciones interconectadas.
Las desigualdades de renta entre territorios son un asunto urgente para Puig, que reivindica por enésima vez la reforma del sistema de financiación, caduco desde 2014, que deja a su autonomía a la cola del Estado y obliga a un mayor esfuerzo para garantizar los servicios públicos básicos. El nuevo modelo es “inaplazable, imprescindible e irrenunciable”, como lo son medidas correctoras de la desigualdad fiscal; el “dumping” que ejerce la capital sobre otras autonomías, con una política de impuestos bonificados a grandes empresas y patrimonios que provocan un efecto aspiradora en la distribución de la renta.
Del mismo modo, es “insultante” el grado de centralismo que dibuja una idea de país monolítica e inamovible e ignora la diversidad territorial: “El reduccionismo de lo que es un país es insultante (...) el riesgo de desconexión y de atomización es real”, denunciaba Puig. El socialista plantea combatir la despoblación, repoblar la España vaciada, con apoyo financiero a empresas que fijen población, evitar la exclusión bancaria, aplicar deducciones fiscales o aprovechar los fondos europeos para la digitalización e impulsar el tejido productivo.
Sobre las relaciones del Estado con las autonomías, el presidente de la Generalitat Valenciana considera que la pandemia ha dejado “lecciones de cogobernanza” que deberían perdurar, como las conferencias de presidentes autonómicos -plantea una reunión semestral-, reglamentar las conferencias sectoriales o reformar el Senado para que sea una Cámara de representación territorial. La agenda es clara: “Aumentar los recursos para financiar el Estado del Bienestar y redistribuir de forma más equitativa”.
2