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De la lucha contra la corrupción al escudo social ante la pandemia: seis años del pacto valenciano del Botánico

La vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, el president de la Generalitat, Ximo Puig, en el centro, y el vicepresidente Rubén Martínez Dalmau

Laura Martínez

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Transición ecológica y lucha contra la emergencia climática; feminismo, diversidad e igualdad de trato; servicios públicos para continuar rescatando la vida de las personas; empleo, modelo productivo e innovación; calidad democrática y buen gobierno; fiscalidad progresiva, financiación justa e intereses valencianos. Durante seis años, cada viernes, la portavoz del Consell ha enumerado en la rueda de prensa posterior a las deliberaciones del Gobierno autonómico los ejes que guían la acción del Ejecutivo. Durante seis años, en las sesiones de control, el presidente de la Generalitat ha recordado los compromisos del gobierno que lidera; la agenda valenciana, la vía valenciana.

El acuerdo para el primer experimento de un gobierno progresista a tres voces en la Comunitat Valenciana, bautizado como Pacto del Botánico, cumple seis años marcado por una de las peores crisis económicas y sanitarias en décadas. El 12 de junio de 2019 se firmó su reedición en Alicante, con la incorporación de Unides Podem, hasta entonces solo apoyo parlamentario, al tándem de Gobierno de PSPV y Compromís que consiguió desalojar de las instituciones valencianas a un PP marcado por la corrupción.

La recuperación de la reputación de la comunidad autónoma y la autoestima como pueblo, de los servicios públicos básicos –el llamado rescate de las personas–, el desagravio y la reparación de derechos marcaron la primera fase de un Ejecutivo bicolor que introdujo la fórmula del mestizaje –alternar cargos de partidos en un mismo departamento– como garantía de estabilidad institucional. La segunda fase, que ha intentado profundizar en la reconstrucción de un Estado del Bienestar precarizado, deteriorado por los recortes y la infrafinanciación autonómica, se ha visto alterada por la emergencia; dos grandes temporales –la DANA y la borrasca Gloria– que dejaron zonas completamente destruidas y una crisis sanitaria debido a la pandemia de COVID–19 aún inacabada que dejará fuertes secuelas y consecuencias económicas.

En la sesión de control de este jueves, el president Ximo Puig ponía en valor el escudo social ante la amenaza de la pandemia, una red que, si bien tiene carencias, ha frenado lo drástico de las caídas. “El cambio político lo más importante que ha hecho ha sido el escudo social, un blindaje del Estado de Bienestar”, a través del refuerzo en sanidad, educación y servicios sociales, respondía el presidente al portavoz de Compromís, que le recordaba la agenda política pendiente. Puig ponía en valor que la urgencia de la pandemia no ha empañado el resto de políticas, enumerando la resolución de los expedientes de dependencia, la creación de ciclos formativos, la inversión en el sistema audiovisual, el impulso a la innovación e investigación con la recuperación de científicos migrados.

“La primera legislatura se centró en poner orden a todo el desorden que habían dejado tantos años del PP”, analiza la vicepresidenta, Mónica Oltra, que cree que el valor del Pacto del Botánico ha sido “generar una serie de derechos que permiten a los valencianos y valencianas mejorar su vida” y que esta segunda legislatura, una vez se supere la fase más grave de la COVID-19, debe centrarse en desarrollar y consolidar los derechos marcados.

La entrada de Unides Podem-Esquerra Unida se produjo en el segundo acuerdo, formando un gobierno con una amplia representación de las izquierdas. “La entrada de Unidas Podemos en el Gobierno valenciano ha supuesto un punto de inflexión, fortaleciendo y ampliando las políticas enfocadas a mejorar la vida de la gente, no solo respecto de la vivienda sino en el conjunto de las políticas del Consell”, razona el vicepresidente segundo y conseller de Vivienda, Rubén Martínez Dalmau, que considera que el modelo valenciano “es un ejemplo de eficacia tanto en capacidad de respuesta a las necesidades de la ciudadanía como en la gestión de la peor crisis que hemos vivido en las últimas décadas”.

“Este país no se parece al que teníamos hace seis años, después de 20 de gobierno del PP. Ahora impera la transparencia frente a la opacidad de aquellos años”, relata la consellera de Transparencia y Calidad Democrática Rosa Pérez Garijo, cuya formación, Esquerra Unida, es compañera de coalición de Podem. “Hemos pasado de la privatización de hospitales a la reversión al sector público. O de recortar en educación a que ahora haya más profesores que nunca. Durante muchos años fuimos conocidos como un territorio donde la opacidad y la corrupción campaban a sus anchas y se despilfarraba el dinero con grandes eventos sin sentido; ahora nos conocen por ser una tierra con un gobierno centrado en mejorar la vida de la ciudadanía”, subraya.

La pandemia ha lastrado los avances y ha obligado a repensar algunas políticas, coinciden todos los representantes consultados por elDiario.es, pero los datos “evidencian que se ha realizado una buena gestión”, tanto a nivel sanitario como económico. La valenciana ha sido la autonomía líder en ayudas económicas a los sectores afectados por la crisis, firma récords de vacunación y lleva tres meses por debajo del umbral de riesgo en contagios, con una campaña de refuerzo del personal sanitario para evitar repuntes en verano.

Antes de que la crisis sacudiera las vidas los indicadores mostraban el inicio de la recuperación tras la gran recesión iniciada en 2008. Según recopila el portavoz del PSPV en las Corts Valencianes, Manolo Mata, entre 2015 y 2019 la renta media por hogar creció un 19%, el riesgo de pobreza bajó dos puntos, descendió el paro y aumentaron las afiliaciones a la seguridad social, aumentaron las exportaciones.. “Pasamos de que desaparecieran los bancos a que las sedes y las fusiones se instalaran aquí. Ha habido una estabilidad política que ha traído inversiones; tenemos el presupuesto más grande de la historia, con más de 6.000 millones de euros en sanidad”, enumera. “Hemos eliminado lo que era la reputación de una comunidad que quería ser un referente de España cuando fue el cogollo de las tramas corruptas; pasamos de tener 3 presidentes imputados a ningún caso de corrupción en la administración autonómica, a recuperar la dignidad de la gente haciendo políticas amables”, recalca el portavoz socialista. Ni rastro del caos que la derecha agita.

La acción parlamentaria y legislativa

La primera legislatura botánica se cerró con más de 80 leyes aprobadas; algunas de reconocimiento de derechos básicos como la ley LGTBI o la ley trans, la creación de los servicios sociales inclusivos, la recuperación de la sanidad universal, el blindaje de la función social de la vivienda, la recuperación del servicio público audiovisual o la aprobación en tiempo y forma de todas las leyes de presupuestos y de medidas fiscales, con una reforma que camina hacia la redistribución de la riqueza.

De la emergencia social y la reparación de derechos inicial los partidos firmantes del Pacto del Botánico han pasado a hacer frente a la emergencia sanitaria y medioambiental, con las comisiones de reconstrucción y estudio como ejes del Parlamento autonómico en el periodo de sesiones. La mayoría progresista ha aprobado una ley de función pública que actualiza la administración autonómica y una ley que busca la prevención de la ludopatía y trabaja en normas que anticipen y mitiguen los efectos del cambio climático.

Para la portavoz de Unides Podem, Pilar Lima, “nos quedan retos importantes y el programa del segundo Acuerdo del Botánico por desarrollar. Desde Unides Podem vamos a ser muy exigentes con nosotras mismas y con nuestros socios para cumplir con lo comprometido, por ejemplo la reversión directa a gestión pública de los hospitales privatizados por el PP”. La parlamentaria marca como reto conseguir que el Ministerio de Hacienda “abra el proceso de negociación que haga posible una financiación justa y acertar en la estrategia de inversión de los fondos europeos de recuperación, en clave de reindustrialización y transición ecológica, que son grandes metas para el final la legislatura”, al tiempo que pone en valor las políticas de vivienda, las ayudas directas y el escudo social que la Generalitat ha articulado: “Ha sido muy completo, vamos a seguir trabajando para ampliarlo porque somos conscientes de que no es suficiente con lo hecho hasta ahora”, advierte.

La mirada territorial

En un contexto polarizado en el que los dos principales actores autonómicos hacen oposición al Gobierno central, el máximo representante del Consell ha buscado erigirse como un actor relevante en la política nacional, apoyo del presidente Sánchez en cuestiones peliagudas como los indultos –que le han valido duras críticas de sus barones– o como mediador entre autonomías para superar ciertos bloqueos. La salida de Cataluña de los foros de decisión ha propiciado la entrada de los valencianos en el marco territorial, dibujando su modelo como antagónico. “La Comunitat Valenciana se ha situado como contrapunto a las políticas de la derecha”, señala el politólogo Pablo Simón, que cree que Puig ha conseguido situar la agenda valenciana y tener buena presencia en España gracias a la gestión de la pandemia, el modelo territorial de corte federalista y el esfuerzo por sacar el debate sobre el poder de Madrid. A su juicio, el “tono propio” de la política valenciana y su creciente peso económico, político y mediático, han conseguido que el modelo del Botánico “dentro del campo de la izquierda se haya vuelto el referente” y, en la derecha, como contrapeso al centralismo y la política económica neoliberal.

Aunque resulta complejo ocupar el debate en un sistema comunicativo centralista, con dos polos políticos que copan las informaciones, el politólogo valora que se hayan incluido temas valencianos en la agenda nacional, como el modelo de financiación, la armonización fiscal, el puerto, el corredor mediterráneo o la estructura radial de transportes. A su juicio, el dirigente socialista ha “presidencializado” la toma de decisiones, ocupando espacio en medios, mientras que los dirigentes de Compromís han repartido su presencia con una vicepresidenta más ausente en el el marco nacional –cuestión que ha ido resolviendo con la agenda feminista y el debate sobre la ley trans o las políticas sociales– y un diputado en el Congreso, Joan Baldoví, con mucha presencia en minutos televisados. Los representantes valencianos de Podemos se encuentran más desdibujados en este mapa, considera.

Los socios de Gobierno chocan en el modelo para revertir las privatizaciones sanitarias, en las grandes infraestructuras como el Puerto de Valencia o los proyectos urbanísticos como la solución para el eterno nuevo Mestalla, como chocaron en su día por las restricciones de la pandemia, los presupuestos o el proceso de toma de decisiones. Pero los socios se necesitan, como dos presos que se fugan de la cárcel y comparten las esposas, señala el politólogo Pablo Simón, que apunta que con el declive de Ciudadanos los socialistas ya no pueden mirar a otras formaciones para pactar. “El PSPV puede estar más fuerte, pero sin Compromís o con una bajada de Podemos... La política se hace en bloques”, señala Simón. “Hemos sigo un ejemplo para el gobierno de España, de convivencia de las izquierdas con sus matices de un modo amable, tenemos un gobierno sólido que actúa con tranquilidad y sosiego para resolver los problemas de la gente”, añade Mata.

En Catalunya, el otro gran polo y un territorio con vínculos históricos, la mirada hacia Valencia ha cambiado. “La política del PP no sólo iba ligada a la corrupción, sino también a un fuerte anticatalanismo y rechazo a todo lo que viniera del territorio vecino. Con el Pacte del Botànic, las políticas han cambiado, y los marcos también: ahora, cuando se habla de la política valenciana, se apela al cambio, a políticas sociales, a la lengua”, explica la politóloga valenciana afincada en Catalunya Teresa Ciges. “El Botànic inspira al nuevo gobierno catalán, que ha incorporado grupos de trabajo y dinámicas coalicionales que llevan a cabo los valencianos, como por ejemplo las jornadas de convivencia entre los miembros del gobierno, para definir estrategias y acercar relaciones personales”, indica.

La también periodista cree que se ha dado un cambio radical en la percepción entre gobiernos y en las relaciones institucionales con el impulso de acciones conjuntas como el Corredor Mediterráneo o los encuentros entre Ximo Puig y Pere Aragonés, un gobernante con el que Puig guarda buena relación institucional. En el nuevo contexto catalán, a priori dado a volver a sentarse a las mesas de negociación, los dirigentes valencianos son vistos como aliados frente a la política madrileña, en aras de construir la España de las Españas.

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