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Del sueño de la nueva Imelsa a la pesadilla de Divalterra en siete meses

Consejo de administración de Divalterra

Toni Cuquerella

“En Divalterra la transparencia no es solo un concepto: es una manera de entender la propia gestión de la empresa. Queremos que la ciudadanía conozca qué se hace con cada céntimo de dinero público”. Así se presentaba en mayo la nueva marca de la antigua Imelsa, Divalterra, por parte de sus cogestores, Víctor Sahuquillo, y Agustina Brines, y este espíritu es el que le ha asestado el golpe de gracia después de trascender los gastos en bebidas alcohólicas a cargo de las arcas públicas, una “torpeza” según el presidente de la Diputación, Jorge Rodríguez, que acelera el desmantelamiento de la empresa pública.

Imelsa, debía convertirse en el símbolo de la regeneración de la institución provincial tras ser el epicentro de la corrupción provincial con su arrepentido gestor, Marcos Benavent 'el yonki del dinero' , después de que Rosa Pérez Garijo, de Esquerra Unida, destapara toda la trama corrupta de 'Taula' con Alfonso Rus, entonces presidente provincial, a la cabeza.

Con el nuevo gobierno de la Diputación progresista encabezado por el socialista Jorge Rodríguez se situó como gerente de Imelsa a Josep Ramon Tiller, un 'hombre de Orengo' que dejó el cargo cuando el exalcalde de Gandia abandonó la Diputación. Su relevo fue Víctor Sahuquillo, más estrecho colaborador de Rodríguez.

Pero la nueva etapa debía hacer borrón y cuenta nueva, para ello inicialmente so optó por evitar el nombre maldito de Imelsa refiriéndose a ella por su nombre completo: Impulso Económico Local SA, y finalmente rebautizarla como Divalterra.

Y los problemas volvieron a surgir con similitudes a la época anterior. Se denunciaron contrataciones irregulares, de las que Sahuuillo se defendió cargando contra el auditor y afirmando que eran expedientes todavía no cerrados. También arreció la tormenta de la criticada abogada que llevaba el caso 'Taula' para la Diputación, conflicto que hizo que se apartase al jefe de los servicios jurídicos.

Este capítulo enrareció la relación entre el presidente Rodríguez y la vicepresidenta María José Amigó (Compromís). Finalmente, tras una auditoría externa, se dio carpetazo al asuno no sin mostrarse una primera reprimenda a Sahuquillo por su gestión del asunto.

Pero el cogestor de Divalterra ya no iba a abandonar el centro del huracán y poco después trascendieron las facturas en bebidas alcohólicas. La imagen pública era difícil de salvar, y más en una empresa con la larga sombra de Imelsa a sus espaldas. Los otros dos socios de PSPV y Compromís en la Diputación, EUPV y València en Comú, también decían la suya: quieren la liquidación de Divalterra.

Y ahora se acelera el proceso. Víctor Sahuquillo pidió este miércoles su “cese irrevocable” mientras Jorge Rodríguez ya explicaba el proceso de desmantelamiento: las brigadas forestales pasarían al Consorcio de Bomberos, la parte de medio ambiente al servicio de Medio Ambiente y la de turismo al Patronato.

No obstante Rodríguez no quiere generar más problemas y advierte: “Esto no va a ser un Canal 9 dos, se hará con cuidado, con todos los informes jurídicos y las máximas garantías para los empleados, aunque ello suponga que los cambios no sean tan rápidos como querríamos”. Siete meses después Divalterra también se ha convertido en otro 'zombie'.

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