LEER ESTE TEXTO EN CATALÁN
La mamá de Forrest Gump decía que la vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar. En las declaraciones judiciales, como en la vida, siempre hay margen para la sorpresa. Este viernes, 19 de abril, le llegó a Zaplana y a su letrado, Daniel Campos (que es fiscal), la hora de desplegar la estrategia procesalista de intentar anular la causa invalidando el registro en el que se incautaron los documentos del sirio, cuyas pistas condujeron al ex presidente, así como las primeras indagaciones por parte de la UCO de la Guardia Civil. Y en mitad de los interrogatorios sobre la parte contratante de la primera parte saltó la noticia: “Zaplana trabajaba en Telefónica”.
Estuvo diez años en la compañía. Hasta ahora se sabía que cobró 600.000 euros de sueldo base (pluses y complementos aparte) desde 2008 como delegado en Europa de la empresa entonces presidida por César Alierta. Pero gracias al jefe del grupo operativo de la UCO se acaba de saber que Zaplana “trabajaba”. El fiscal Pablo Ponce le preguntó al agente si en el registro del despacho de Zaplana en la sede central en Madrid vieron “indicios”, “muchos papeles en la mesa”… En definitiva, si apreciaron señales de doblar el lomo. Sí, allí se “desarrollaba actividad laboral”, sentenció el agente a las 10,20 de la mañana. La noticia bomba pasó, la verdad, inadvertida entre los miembros del tribunal, los acusados, y los periodistas presentes en la Sala Tirant I.
Tercer grado de la defensa
En la primera jornada de las testificales comparecieron siete integrantes de la UCO a los que la defensa del ex presidente sometió a un tercer grado sobre el cómo (cómo se inició la investigación), una vez perdida la batalla del qué. En la más pura tradición zaplanista de intentar librarse por los papeles, una vez acorralado por el dinero. Por el dinero de las comisiones a cambio de las concesiones públicas de las ITV y el Plan Eólico, reconocidas esta semana por los empresarios Vicente y José Cotino y el que fue jefe de gabinete del presidente, Juan Francisco García. Anular la causa por circunstancias ajenas al fondo del asunto es lo que pasó en el caso Naseiro (el Supremo invalidó las grabaciones en junio de 1992), o en el IVEX-Julio Iglesias, un proceso judicial que murió por prescripción gracias a que el juez Luis Carlos Presencia Rubio lo ahogó por inanición.
La discreción por norma
La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil vive en las antípodas del zaplanismo, una religión pionera en institucionalizar el bótox político, la impostura y el fraude, principios constitucionales en esta sociedad tiktokera, en la que se vive en el escaparate 24/7/365. Enrolarse en la UCO es, hoy, como alistarse a la Legión hace cuarenta años. Una prueba de supervivencia, de resistencia a la invisibilidad, una vacuna contra la vanidad. En la UCO viven, por prescripción judicial y por seguridad, en la clandestinidad. “¿Es usted el agente E167XXA?”, preguntó el presidente del tribunal, Pedro Castellano. “Sí”. No tienen derecho a nombre, tienen matrícula. Como los guionistas de cine o los fisioterapeutas deportivos, nadie se acuerda de ellos en momentos de gloria.
Pero no todo son desventajas. No están mal pagados. Si los siete que ayer comparecieron ante el tribunal ahorraran el sueldo íntegro de casi medio año, podrían perfectamente alquilar el yate FranJack a la empresa Camper& Nicholsons Internacional para navegar un par de semanas por la Costa Azul. Es lo que hizo Zaplana en el verano de 2009, cuando tomó el sol con familiares y amigos en aguas de Niza en una excursión náutica de 70.000 euros pagada por la empresa Zarcar S.L, del amigo Paco “El Gasofa”.
Aunque sin rostro ni nombre, en esta causa Zaplana les otorga un papel “protagónico”, que diría el testaferro Fernando Belhot, en el supuesto complot general contra él que la sección V de la Audiencia de València ya ha tumbado dos veces en los recursos. Pero la defensa seguirá acampada en esa táctica, con la colaboración del ex “yonqui del dinero”, Marcos Benavent, o el ex comisario José Manuel Villarejo, entre otros.
A vueltas con el registro
El caso Erial nació de una costilla del caso Taula. Concretamente de los seis documentos, la llamada “hoja de ruta”, hallados entre las seis cajas y 120 discos duros de documentación incautada en el despacho de Ramiro Blasco, entonces abogado defensor de Benavent. Fue un registro autorizado por el juez instructor de Taula, Víctor Gómez, condicionado a que solo se llevaran material relativo a ese caso. ¿Por qué sacaron los documentos que no tenían que ver con Taula? ¿Dónde aparece Zaplana en esas seis hojas?.. El letrado de Zaplana insistió como un martillo pilón en cuestionar esa diligencia. Y los cuatro agentes con responsabilidad fueron contundentes al explicar todos los pormenores de su actuación, avalada por la Audiencia Provincial. Se decidió registrar el despacho al constatar, a través de seguimientos, cómo un vehículo conducido por un hermano de Benavent trasladó entre el 12 y el 14 de mayo de 2015 cajas de documentos entre el domicilio familiar en Benigànim, una vivienda de Cofrentes en la que guardaba ingente documentación y el despacho de su abogado en la calle Yecla de València.
Los investigadores entendieron que aquel material, de cuyo traslado tenían constancia, podía resultar relevante en la causa Taula. Los agentes coincidieron en que se llevaron esos papeles (entre el resto) porque contenían diversos elementos que apuntaban a un posible “blanqueo de capitales” y no era descartable, antes de hacer más indagaciones, que pudieran tener relación con la macrocausa Taula, en la que, según recordó un agente, ya estaban investigadas más de 100 sociedades. El abogado de Zaplana cuestionó la sospecha en un blanqueo de capitales. “Mire, llevo 12 años dedicado a la investigación económica. Vi que ahí se habla de procedimientos de licitación pública, de empresas en Luxemburgo, de cuantías económicas…Para mí la lectura era clara, lo vi clarísimo”, zanjó.
Más que suficiente para llevarse los papeles para hacer más pesquisas dado que “in situ”, aclaró, no se podían sacar más conclusiones. En el lugar del registro se hizo “un análisis somero, no al detalle, para ir discriminando…Y si lees ”referencias a sociedades y a operaciones societarias en Luxemburgo, el asunto ya tiene interés en sí mismo“, apuntaló el jefe del dispositivo de ese registro. En los papeles aparecían diez empresas, alguna como Poinds Ned SL, de Carlos Paz, amigo de Zaplana y adjudicatario de uno de los concursos de privatización de las resonancias magnéticas. Junto con las menciones a las ITV y al Plan Eólico, durante el reinado de Zaplana, daba pie a indagar por esa pista, aclaró otro agente.
Esperanzas en una remontada
El ex presidente Zaplana siguió las declaraciones con la atención de quien espera un milagro. Con cara de confiar en una de esas remontadas de su Madrid, adobadas con canapés en el palco de su Florentino. Mientras, Juan Francisco García, ex presidente del Estudiantes y hombre de baloncesto, le clavó la mirada durante no menos de cinco minutos seguidos. Como si estuviera haciendo prácticas de hipnosis.
Justo entonces compareció el agente que colocó el dispositivo de escucha en la cafetería de la séptima planta del Hotel Wellington de Madrid el 18 de abril de 2018. Ese día, Zaplana y el testaferro uruguayo Fernando Belhot hablaron del formato de los billetes que le haría llegar el letrado al ex presidente, quien dijo necesitar liquidez. El montaje técnico se instaló días antes. “Sabíamos el lugar, pero ni día ni hora”. “Cuando nos avisaron de que estaban ya reunidos, le dimos al botón”, explicó el agente de la UCO.
Métodos punteros
Que sean un grupo de élite de la Guardia Civil, con formados y expertos analistas no excluye el dominio de las técnicas primarias. La tecnología puntera permite resolver enigmas. El simple oficio, también. “¿Cómo descifraron lo que decían los documentos donde había tachones?”, preguntó el abogado Daniel Campos a uno de los agentes. El guardia civil levantó las dos manos como si sujetara un papel: “pues lo miras así, al trasluz…”.
Los remedios de toda la vida suelen funcionar. Por ejemplo, poner la oreja. 25 de enero de 2018, cafetería del hotel Agir de Benidorm. En una mesa conversan Zaplana, Joaquín Barceló Pachano, Francisco Grau y Robert Edgar Batauche, todos acusados en Erial. En la mesa de al lado, están sentados dos agentes de la UCO. Uno de ellos, explicó las palabras y conceptos que escuchó y anotó con registro horario. Oyó hablar de “una persona que ha dejado la carrera y lo puede contar todo”; comentaron el nombre de un tal Ximo; Batauche “habló de 1999 y de una mujer”; también sobre un juez; citaron al “fiscal de la Audiencia Provincial de Alicante”… Y al Banco Popular, y al Sabadell…Se escucharon las cifras “70.000 euros en intereses” y 200.000 euros. Y comentaron “la posibilidad de entrar en un concurso”.
El guardia civil explicó que a las 19,15 horas se largaron todos. No sin antes sentenciar Zaplana: “Nos engañaron en el último momento”. Este agente declaró por videoconferencia. El ex presidente miraba atento a la pantalla con cara de preguntarse: ¿A qué martingala me estaría refiriendo? No hay mente con gigas suficientes para alojar 28 años de enredos y corruptelas.