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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El PSOE nos ha vendido

Javier Caro

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¡Menudo circo!. Esa es la frase que se le vino a la mente a más de uno cuando quedaron en Ferraz los socialistas, para consumar la pena máxima que ya llevaba tiempo urdiéndose en la cúpula. Cuchillos volando, válvulas de oxígeno para el PP, un mártir por la causa, decenas de curiosos y periodistas que no daban crédito, y después, el silencio de las sirenas llevándose a Pedro Sánchez a la morgue.

El PSOE se ha pegado un tiro en la pierna luego de ver atónitos como el poder, el ansiado y omnipresente poder, podía escurrírseles de las manos y acabar en “los bolivarianos” de PODEMOS. Ahora hay peleas por la disciplina de voto, comités federales que parecen más feudales que otra cosa, barones enfrentados, Ibarra queriendo expulsar a los catalanes y en el medio un abismo, una brecha. La herida que el fragor de la batalla nadie aprecia, nadie es capaz de divisar. La herida que se abre y se desangra en la izquierda, esa izquierda que abandonó por el camino la O de obrero y la S de socialista. Juraría haber visto a Pablo Iglesias saltar de alegría al ver cómo explotaba el SOE, y les dejaba así una autopista por la izquierda para adelantar, Rajoy se rascaba la cabeza, incrédulo todavía, viendo como sin hacer nada sus adversarios se mordían inmisericordes, como la Gürtel o las tarjetas Black a nadie le importaban en absoluto.

Es curioso, pero con González las cosas siempre cambian: se alejan del Partidos Comunista, se acercan a la OTAN o dejan que la derecha con más casos de corrupción de la historia, gobierne. Es curioso, González fue el que apretó el botón que desintegró a Sánchez, y lo hizo con una entrevista, con el poder de la palabra. La desaparición del PSOE parece ser un hecho, pero no nos llevemos a engaño, la estrategia es sencilla: cuatro años del PP y de recortes, cuatro años para que Susana se haga con el poder y el cariño de los votantes de la rosa, cuatro años para que la gente olvide a Sánchez, cuatro años para que la eclosión y auge de PODEMOS baje, para que el efecto que suscita en la juventud un Pablo Iglesias joven y valiente se diluya, se pixele en la memoria y en la hemeroteca.

El PSOE piensa en las siguientes elecciones, no en estas, no en la reversión de la situación actual. Son largoplacistas, es mejor esperar, atemperar los caldeados ánimos, pero, ¿qué pasará si PODEMOS no es flor de un día?, ¿y si tras Pablo Iglesias hay miles de personas dispuestas a coger el timón?. Puede ser que los ayuntamientos del cambió perduren, crezcan y contenten a más ciudadanos. No solo por la larga historia del PSOE, por sus siglas o por sus aportaciones al estado de bienestar la gente va a seguir votándoles.

Los tiempos cambian, aunque los socialistas creas que tienen más que ganar dejando el río correr, sabiendo que en sus revueltas aguas es imposible pescar. Los socialistas hace largo tiempo que dejaron de estar al día. ¿Y los catalanes, qué?. Sus malos resultados en Catalunya son por culpa de la alargada e implacable sombra del SOE nacional, su propuesta ya parece no servir, se ha quedado obsoleta, caduca, fría frente a nuevos retos, tal vez el cisma puede ser la catarsis, la liberación de esa rémora que es ser sólo una parte del conjunto de un partido estatal, por muy federal que nos lo vendan. Los socialistas del sur quieren controlar a los del norte, pese a que en cada federación las cosas se hacen de una forma.

Está claro que Iceta sacará algo de todo éste lío, de su alianza con el NO, de su respuesta granítica a ese absurdo de abstención técnico o en bloque. Y el último vórtice, sin duda el más importante pero más olvidado: las bases. La gente que paga religiosamente su militancia, que votan, pero también trabajan para que su partido, el que les niega consulta, gane las elecciones.

Mucha gente que pega carteles, van a mítines, charla de política con los amigos intentando arrancar algún voto, esos y esas militantes, son los grandes olvidados. Aunque no están olvidados por puro azar, están olvidados porque su respuesta en las urnas está muy clara, es sencilla, pero al comité federal, esa especie de Dios al que no se le puede llevar la contraria por peligro de anatema, no le conviene dejar que los militantes se expresen. ¿Algún militante del SOE que haya padecido los recortes, los despidos, las subidas de todos los impuestos o el ninguneo del gobierno, va a votar sí a la abstención?.

Los militantes, como todos los demás, sufrimos los recortes y los impuestos, vivimos en la realidad del día a día. Vemos como se salvan bancos y no personas, conocemos a alguien que va a la Iglesia a pedir comida, a que le ayuden, seguro que sabemos de alguien que ha abandonado los estudios por no poder pagárselos. Quizás la cúpula actual de los socialistas vivan en otro mundo, en ese mundo donde se piensa que “más ser perdió en Cuba”, esos que ven un gobierno del PP como una nueva oportunidad de ganar votos en cuatro años, pero no ven el temor en los estudiantes, que saben que sus tasas subirán sin remedio o que no podrán estudiar en la Universidad por inútiles revalidas, esos autónomos que ven el IVA y se asustan o esos jubilados que saben que el dinero que nos pide Bruselas saldrá de sus bolsillos en Enero, no antes para dejar que compremos en Navidad y que nos creamos esa falsa milonga del crecimientos.

Los socialistas nos han vendido por seguir vivos, aunque seguramente caerán por su propio peso. Tendremos a Rajoy una legislatura más, y lo único que podremos hacer es no votar en las siguiente elecciones a la derecha socialista.

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