El centenario Mestalla, entre los edificios más visitados de València: ¿Es viable salvarlo del derribo?
En un contexto en el que la mayoría de clubes de fútbol como el Real Betis, Real Madrid o Barça abogan por crecer y proyectarse manteniendo sus raíces vinculadas a sus estadios históricos, el Valencia CF, cuyo coliseo ha cumplido 100 años y se ha convertido en el más antiguo de España, lleva años tratando de dar con una solución que culmine con su traslado al enorme bloque de hormigón ubicado en uno de los principales accesos a la ciudad, cuyas obras llevan 14 años paralizadas.
Ese proceso de traslado se inició a principios del presente siglo, en un momento en el que los proyectos megalómanos abanderados por el PP de Rita Barberá y Francisco Camps se abrían paso en la ciudad al calor del boom inmobiliario. Con el objetivo de tener una gran infraestructura capaz de albergar desde una final de la más prestigiosa competición europea, la Champions League, a unos campeonatos del mundo de atletismo, se ideó una operación urbanística que, por medio de una recalificación del viejo Mestalla, sobre el que pesa una sentencia que declara ilegal el graderío promovido por el expesidente Francisco Roig, dotaría de recursos suficientes al club como para construir ese gran estadio soñado por sobre todo por Barberá y de paso sanear las cuentas de la entidad deportiva más representativa de la Comunitat Valenciana.
Sin embargo, la crisis inmobiliaria atropelló al club con las obras ya iniciadas y con 150 millones de euros ya invertidos, lo que obligó a paralizarlas en febrero de 2009. Desde entonces, la institución no ha levantado cabeza y de hecho este ha sido uno de los grandes lastres que propiciaron la venta de la mayoría accionarial de la Fundación al magnate de Singapur, Peter Lim, en un proceso opaco y carante de garantías impulsado en 2014 por la Generalitat de Alberto Fabra (PP) y perpetrado por el enttonces presidente del club, Amadeo Salvo, y el de la Fundación, Aurelio Martínez.
El caso es que, bien por falta de recursos económicos, bien por desidia de los dirigentes del club de Mestalla, el nuevo estadio sigue paralizado y enmarañado en una compleja situación legal que pasa por la firma de un convenio urbanístico entre el club y el Ayuntamiento de difícil encaje por el contexto social que vive la entidad, con la mayoría de su masa social enfrentada a la propiedad, una situación que incomoda a los dirigentes políticos.
Mestalla, entre los 10 edificios más visitados
El estadio de Mestalla cumplió 100 años el pasado 20 de mayo, convirtiéndose en el más antiguo de España. Este es sin duda uno de los aspectos que lo han llevado a convertirse en una de las principales atracciones turísticas de la ciudad. En concreto, según datos del club, cerca de 80.000 aficionados conocieron todos los secretos del estadio en 2022 a través del Mestalla Forever Tour. Una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que se trata de una actividad de pago y que se debe reservar con cita previa, puesto que depende del calendario de la competición.
De esta forma, se sitúa en el top ten de edificios más visitados, en concreto, sería el noveno solo por detrás de buques insignia como el Museo Príncipe Felipe, el IVAM, La Lonja o las Torres de Serranos, pero por delante de otros tan emblemáticos como el Museo de Ciencias Naturales (76.000 visitas), la Almoina o las Torres de Quart, ambas con 46.000 visitas.
Recientemente, la administración italiana decidió que el estadio de San Siro, compartido por el AC Milan y el Inter de Milán, no podía ser demolido “debido a su interés cultural”.
¿Teniendo en cuenta todos estos condicionantes y que el traslado al nuevo estadio está aún lejos de concretarse, valdría la pena abrir el debate de renunciar al coliseo de la avenida de las Cortes Valencianas y optar por quedarse en el viejo Mestalla aplicándole una ambiciosa remodelación que permita incrementar los recursos económicos que genera actualmente?
Cada vez son más las voces tanto de la afición como del mundo del deporte y de la cultura que reivindican que cuanto menos se analice la viabilidad de esta opción. Por ejemplo, el periodista y escritor Vicent Molins, autor entre otros del libro 'Club a la Fuga', afirma que “es una falacia afirmar que es insostenible seguir en Mestalla porque si algo se está demostrando es que lo inviable es marcharse, llevamos 20 años intentándolo, el 20% del tiempo que el Valencia CF lleva en su propio estadio”.
Molins afirma que “es momento de mirar el problema de manera honesta y plantear soluciones que claro que no son típicas ni sencillas, pero quizás son más viables” y añade: “En el actual contexto del club Mestalla es el único vínculo que le queda con su propia ciudad, con su propio territorio. Un club controlado remotamente convertido más en una operación de mercado y ante eso tendría un simbolismo brutal y de alcance internacional demostrar que el Valencia CF en un periodo de desubicación ha conseguido mantener su estadio y lo ha hecho en el peor contexto posible”.
Por último, comenta que “para un club vaciado de contenido y de planes de futuro, reconstruirse o rearmarse desde su propio estadio es diferencial y una buena oportunidad productiva, pero para eso el club debería estar dirigido por profesionales normales con aspiraciones normales”.
Por su parte, el portavoz del Círculo por la Defensa del Patrimonio Cultural, César Guardeño, considera que “el Ayuntamiento debería proceder a proteger convenientemente el viejo Mestalla mediante los pertinentes informes pluridisciplinares y evaluar los diferentes valores patrimoniales, artísticos, históricos y sociales que pueda reunir, contando con un equipo de expertos” y añade que el estadio “podría estar incluido dentro del catálogo de bienes protegidos con la categoría de Bien de Relevancia Local o Bien de Interés Cultural según estos informes y teniendo en cuenta que es el campo más antiguo de España; sería un hito histórico que un campo de fútbol estuviera incluido en un catálogo de protección de una ciudad”.
Claves que harían posible salvar Mestalla del derribo
Partiendo de la base de la dificultad que implicaría en estos momentos un giro radical en el planteamiento, no es una utopía renunciar al nuevo estadio para quedarse en Mestalla siempre y cuando se cumplan unas premisas cuya viabilidad técnica y jurídica habría que analizar detenidamente.
En primer lugar, haría falta una voluntad clara y manifiesta del club por mantenerse en Mestalla y trasladársela mediante un proyecto claro y riguroso al Ayuntamiento, algo que hasta ahora no se ha dado y que todas las partes han rechazado plantearse.
No obstante, si se diera un gran acuerdo en esta línea y existiera voluntad política para llevarla adelante, igual que la hubo para propiciar el traslado, sería viable. Para ello, según diversos especialistas en materia urbanística consultados, se necesitaría también un gran acuerdo entre la mayoría de grupos políticos del Ayuntamiento, puesto que implicaría una nueva recalificación urbanística en los terrenos de la avenida de las Cortes Valencianas y dejar sin efecto la aprobada en la avenida de Aragón.
La parcela de Cortes Valencianas, propiedad del club a todos los efectos, tiene actualmente una calificación de uso deportivo que habría que reconvertir en suelo residencial para que en lugar del actual bloque de hormigón, una vez demolido, se pudieran construir bloques de viviendas, además del pabellón deportivo prometido a los vecinos, que se mantendría.
En definitiva, se trataría de invertir los términos y llevar la zona residencial del viejo Mestalla a la avenida de las Cortes Valencianas. Con ese activo urbanístico, más el crédito de CVC, unido al terciario que ya hay aprobado en esa parcela, se financiaría la operación y la remodelación del viejo Mestalla, en cuyo proyecto se debería salvar el problema legal de las últimas gradas construidas y se podría incluir el aprovechamiento de parte del subsuelo (el club ya tenía concedidos 20.000 metros de terciario bajo rasante) para dotaciones como tiendas, hostelería o museo.
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