La culpa de todo la tiene un tal Soros, el más malote de toda la wikipedia. Todos creen que al Open Arms, además de los entrenadores de fútbol Valverde y Guardiola, lo financia ese potentado de origen húngaro que es el demonio personificado para las webs de extrema derecha, para los racistas que vierten odio en las redes sociales, para los que votan sin remilgos al neofascismo. Ese tal Soros, un anciano de casi 90 años, es, para ellos, una máquina de ayudar a los pobres, de desestabilizar a los gobiernos y de educar a peligrosos izquierdistas en universidades de todo el mundo.
Los tripulantes del Open Arms, su causa, su desigual lucha contra políticos histriones, ha sido la noticia del verano. El rescate de náufragos en el Mediterráneo ha sido pasto de bulos interesados, de perversos comentarios y de manipulaciones gratuitas. Salvini estaba interesado -en medio de un golpe de estado institucional en Italia- en obtener rédito político a la situación: quería tener inmovilizado al buque de bandera española para darse un baño de firmeza política, de patrioterismo barato. El ministro de Interior en funciones -como los de aquí- quería anticipar unos comicios en su país que le fueran favorables con el barco solidario anclado, humillado, frente a Lampedusa. De momento, la jugada le ha salido rana. Su falsa actitud de fuerza frente a gente de color, indefensas y pobres, y a un puñado de voluntarios solidarios contrasta con su displicencia e indolencia con los problemas reales de su país y con su adscripción ultra y antieuropea. Ahora, desembarcados estos inmigrantes invisibles, ejerce de pinchadiscos por las playas italianas cantando el himno nacional italiano como hacen otros solistas desafinados en otros países de su entorno, apropiándoselo, en una receta antigua que siempre da juego, como un arroz a banda un domingo de agosto en la terraza del apartamento de los suegros.
Mucha gente, incluso de talante progresista, se ha hartado del Open Arms y creen que el tal Oscar Camps, el líder de los activistas del barco, se ha empecinado egoístamente en querer descargar a toda costa en Europa una carga incómoda y apestosa. Es como decirle a David que es un pesado por querer derribar a pedradas a Goliat, un filisteo muy parecido en las ilustraciones de la Biblia al disc jockey Matteo Salvini, alias el redentor de la Italia moderna. Pese a todo, la actitud de esa ONG ha sido encomiable. Todos querían doblegarla, incluidas las dos mujeres que más pintan en el gobierno en funciones de Sánchez, la vicepresidenta y la titular de Defensa.
El culpable, seguro, el tal Soros, al que todos odian. A todos molestaba ese viejo remolcador de vidas humanas, y muchos se han tragado los bulos y el interesado bombardeo mediático de la tergiversación. Ese tal Soros que dicen apoya a Maduro, al independentismo catalán, a los masones, a los refugiados y que quiere destruir Europa y propiciar un nuevo orden mundial, ¡fíjense bien!, distinto al de Trump, Bolsonaro, Boris Johnson, Orbán o el propio Salvini es un ambicioso judío estadounidense que supone la encarnación del Mal, que posee una fortuna personal inagotable y que es el origen de todas las plagas y de todos los desastres naturales, según esas retrógradas webs. En España dicen que Sánchez y Borrell son esbirros suyos, a pesar de lo mal que se lo han hecho ambos con el Open Arms.
Creo que ya están tardando las fuerzas progresistas del Mal en reconocerle su mérito: Joan Ribó tendría que nombrar a ese tal Soros pregonero de unas fiestas de barrio en València, Pablo Iglesias le debería ofrecer una cartera en un posible pacto de gobierno, Pedro Sánchez podría llevarlo de nuevo a un ágape a la Moncloa, el president Torrà habría de nombrarlo embajador permanente de Cataluña en el Foro de Davos y alguna universidad descarriada española proclamarlo urgentemente doctor honoris causa. Este malo de película financia proyectos millonarios educativos, ¡hay que ver!, a favor de minorías raciales, programas de defensa de los derechos de la comunidad LGTB, se declara a favor del aborto y apoyó de refilón al presidente Obama. Vaya, un malvado en toda regla. Ese maldito ricachón, aunque no se lo crean, dicen que va a provocar él solito la próxima recesión económica. Cuando hagan cola en la oficina del paro, completamente arruinados por este villano multimillonario altruista, no olviden maldecirle. Ese tal Soros, George para los amigos, créanme, es un especulador desalmado, sin escrúpulos y perverso, no como otros. Abran cualquier página en Internet y verán de lo que es capaz este ruin multimillonario. Si se repiten las elecciones hagan el favor de no votar a sus secuaces: quieren hundir toda la civilización occidental. La derecha organizada lo odia a muerte: es malo, malísimo. Las malas lenguas dicen que paga de su propio bolsillo los open arms del mundo.