Llega ese momento del año en el que cualquier bebida helada se convierte en algo esencial y deseado, y si pensamos en vino (si es que se tal idea se cruza por la cabeza) sólo podemos imaginar un blanco en cubitera o un rosado o espumoso recién salido de la nevera. No obstante, y si te niegas a darte al blasfemo calimocho o a la desinhibida sangría, entonces puedes confiar en el potencial de los vinos tintos.
El motivo es que, al contrario a lo que se pueda pensar, los vinos tintos con un poco de frío pueden hacer aflorar características muy especiales y ser exquisitos también en verano, sin que pierdan su esencia. Te recomendamos cinco tintos de mínima intervención para darle una alegría a tus papilas gustativas.
¿Qué tintos beber fríos?
Antes de experimentar con el congelador o la nevera, debemos tener en cuenta que no cualquier vino tinto reacciona de buena manera al frío. Un vino muy tánico puede convertirse en una experiencia amarga, insulsa y astringente si llega a temperaturas en las que su carácter no puede expresarse. Los vinos tintos envejecidos en barrica durante mucho tiempo, los muy alcohólicos y con mucho cuerpo, mejor reservarlos para cuando vuelva el otoño.
Teniendo esto en cuenta, podemos acotar nuestra elección y decantarnos por los vinos tintos no especialmente tánicos, los vinos jóvenes y en generallos vinos con una buena acidez, que se prestan con mayor flexibilidad a aguantar bajas temperaturas. Por otro lado, también es importante tener en cuenta el hecho de que algunas variedades de uva son más apropiadas para el frío que otras: la Garnacha, la Cariñena, el Sumoll, el Trepat o la Gamay son algunos ejemplos de los que podremos disfrutar vinos frescos, llenos de frutas y con buena acidez.
Fresco, no helado
El frío es una herramienta ideal que mantiene el alcohol (que no la sensación alcohólica) durante más tiempo, y ayuda a que los aromas y sabores puedan abrirse más lentamente que si sirviésemos el vino a temperatura ambiente de verano. Por tanto, la sensación de frescura y las notas ácidas gozarán de mayor protagonismo.
Tampoco debemos olvidarnos de que un exceso de frío puede ser perjudicial para nuestro vino por muy versátil y joven que sea, ya que a ciertas temperaturas los matices de sabor y aroma serán menos perceptibles o desaparecerán. El vino debe estar templado, no helado, pues dependiendo del tinto con el que nos encontremos, el frío puede derivar en un intenso amargor.
Por supuesto, no existe una temperatura exacta universal para todos los vinos tintos, y lo más acertado es ir probando siempre teniendo en cuenta su potencial versatilidad. Además de fijarnos en lo que indique el productor en la etiqueta, por lo general, entre 12ºC y 15ºC podremos saborear tintos refrescantes.
Métodos para enfriar: ventajas e inconvenientes
Cubitera: mezcla típica de agua, hielo y sal. Bastarán 10 minutos para enfriar la botella. Es un método rápido pero no equilibrado, para usar den casos extremos.
Nevera: en 20-30 minutos (según la potencia de la nevera) podemos conseguir enfriar nuestro vino. Siempre es mejor hacer un enfriado lento que uno rápido y brutal. Por supuesto, nunca usar el congelador para enfriar.
Es importante tener en cuenta también que dejar el vino atemperarse en la copa durante algunos minutos en vez de beberlo nada más servido, le ayudará a abrirse y lo liberará de posibles efectos secundarios causados por la temperatura.
España, Francia, Italia: cinco vinos para el verano
Hay grandes ejemplares de vinos tintos ideales para tomar frescos, y en España, Francia o Italia se pueden encontrar gratos ejemplos en vinificación natural o de poca intervención, que logran una correcta estabilidad al enfriarse un poco.
Si os apetece empezar a probar, os recomendamos 5 vinos de mínima intervención que podéis disfrutar este verano:
Nas del Gegant 2018: de la Bodega Escoda-Sanahuja, Conca de Barberà, Catalunya. Variedades: Cabernet franc, Garnacha, Cariñena y Merlot.Lo más nuevo de la casa Escoda-Sanahuja gana en frescura y jugosidad tras pasar un rato en la nevera.
Vi-Viu Syrah 2017: de las Bodegas Cueva, Utiel-Requena, Valencia. Variedades Syrah y Garnacha. Goloso y refrescante, Vi-Viu expresa lo más puro de la juventud. Vino vivo, como indica su nombre.
Vinel·lo Tinto 2018: de Celler Partida Creus, Bonastre, Penedés. La mezcla de variedades como Garnacha, Ull de Perdiu, Sumoll, Queixal de Llop, Samsó, Garrut yTrepat, consiguen crear un vino de color capa ligera y de sabores marcados a fruta roja con un punto animal. Todo fruta.
Octobre 2018: de la bodega Les Foulards Rouges, Roussillon, Francia. La casa francesa consigue mediante la Syrah y la Garnacha un tinto que no teme a las bajas temperaturas, y que realza su peculiar acidez con un poco de frío.
Semplicemente vino rosso 2018: de Cascina degli Ulivi, Piamonte, Italia. Este tinto es ese viaje al Piamonte que querréis pegaros después de descubrir las maravillas de las variedades Dolcetto y Barbera tras media hora en la nevera.
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