El truco para lograr que el pan congelado quede como recién horneado

La calidad del pan que congelemos es muy importante para obtener una buena textura y que conserve su sabor una vez fuera de la nevera

Elena Segura

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El pan es uno de los alimentos más antiguos que conocemos, de los más populares y de los más sencillos y básicos a la hora de elaborarlos. Con un poco de práctica, algo de tiempo y harina, agua, sal y levadura (y un horno) cualquiera puede ensayar en casa y probar sus dotes de panadero.

Los amantes del pan saben que podemos encontrar este alimento con distintas formas de presentación, tipos de cocción, métodos de elaboración y harinas, lo que les confiere muchos matices de sabores, aromas y consistencias. Los hay con especias, semillas, mantecas o aceites e incluso con frutos secos. Las posibilidades son infinitas.

De trigo -refinado, integral o sarraceno-, de cebada o avena, de centeno, maíz o soja; o de mezclas de distintas harinas. Lo podemos elaborar o comprar con y sin gluten, lo que favorece el consumo para aquellas personas que padecen intolerancias. En cuanto a las formas, también son muy variadas: barras o pistolas, molletes, pan gallego, baguettes, de molde, payés, roscas, hogazas o trenzas, entre otras. Cocidos en horno normal o en horno de leña. Y los campeones entre los panes, los elaborados de manera tradicional con una base de masa madre, un cultivo de agua y harina fermentadas.

El pan es uno de los alimentos más antiguos de la humanidad. Hace más de 10.000 años -cuando los antiguos pobladores del Neolítico se iniciaron en el cultivo de granos como la cebada y el trigo- se empezaron a moler las primeras harinas, que mezcladas con agua y cocidas sobre piedras calientes daban como resultado unos panes planos.

Los egipcios fueron los que consiguieron darle volumen con el descubrimiento de la levadura y el fermentado, consiguiendo panes más ligeros y esponjosos. Tan ricos eran que se usaban como moneda de cambio y como ofrenda a los dioses. Desde entonces, no se ha dejado de consumir nunca.

27 kilos de pan al año por persona

En cuanto a las cifras, cada español consume de media una cantidad de 27,35 kilos de pan al año, según el Informe del consumo alimentario en España en 2023. Los hogares dedican a la compra de pan el 4,16% del gasto total que realizan en la compra de alimentación y bebidas para el hogar, esto implica un gasto medio por persona y año de 71,95 euros. Sin embargo, el consumo ha descendido casi un 50% en 35 años, señala la Asemac (Asociación Española de la Industria de Panadería, Bollería y Pastelería).

Por otro lado, según el Informe de Desperdicio Alimentario en 2022 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se tiraron a la basura en nuestro país 1,17 millones de toneladas de comida y en cada hogar se desperdiciaron una media de 65,5 kilos de alimentos o bebidas. Cada español malgastó de media unos 6,2 kg de frutas y 5,4 kg de sobras, 2,8 kg de verduras y hortalizas, y un kilo de pan por persona.

Lo cierto es que muchas veces no llegamos a vaciar toda la panera a lo largo del día y automatizamos el gesto de tirar las sobras a la basura en lugar de darle al pan una segunda oportunidad. Quizás no lo sepas, pero congelar el pan no tiene por qué estropearlo y es la mejor fórmula para no desperdiciarlo y reciclar en casa nuestra cesta de la compra. También nos permite tener siempre disponibles rebanadas de pan listas para consumir en cualquier momento sin pasar por la tienda o el supermercado obligatoriamente.

Cómo congelar el pan

Es cierto que el resultado final dependerá principalmente de la calidad del pan que consumas, pero vamos a darte una serie de recomendaciones para que su sabor y textura no pierdan puntos durante el proceso.

  • Escoge un buen pan. Este es el primer consejo, y el más importante. Es crucial que el pan que vayas a congelar tenga una textura esponjosa y una corteza firme. Entran en este apartado los panes elaborados con harinas como la de centeno o las integrales, los que vienen en forma de hogaza y contienen masa madre. Hay que tratar de evitar los panes más industriales o con fermentaciones cortas.
  • Enfriar totalmente el pan antes de congelarlo. Puede parecer obvio, pero es un paso que no podemos obviar. Si hemos calentado previamente el pan en el horno, es importante que se enfríe del todo antes de poder llevarlo al cajón del congelador. En caso contrario, generará vapor en su interior y la textura del pan será gomosa al descongelarlo.
  • Envolver debidamente el pan que vayamos a congelar. Tanto si lo vamos a congelar entero o en rebanadas -esta última forma es más cómoda por ejemplo si lo queremos usar para tostadas a la hora del desayuno- tenemos que prestar atención a la forma de envolverlo. Lo ideal es usar bolsas específicas para congelación o papel encerado, que es reutilizable y libre de tóxicos. Antes de congelarlo nos aseguraremos de que no ha quedado aire en el interior del paquete y que está bien sellado. De esta forma conseguiremos que no se formen cristales de hielo, lo que afectaría a la textura del pan.
  • Destina un cajón libre de olores fuertes. Si tienes espacio, congela el pan en un cajón sin carne o pescado que pueda contaminarlo con olores fuertes, que pueden arruinar el resultado final del pan tras su descongelación.

Con todas estas pautas, podemos ponernos mano a la obra y sacar nuestro pan del congelador en el momento que lo necesitemos. Para conseguir una buena textura y sabor, aquí va una serie de consejos:

  • Si tienes tiempo, descongela el pan en la nevera. Con el estilo de vida que llevamos, no siempre es posible, pero lo óptimo no es descongelar el pan a temperatura ambiente, sino hacerlo con algunas horas de antelación en la nevera. Una opción es tenerlo previsto y hacerlo la noche anterior. Esto permitirá que el pan se descongele de una forma bastante más uniforme, manteniendo su textura. Para que quede perfecto, antes de consumirlo dale un calentón en el horno durante unos cinco o diez minutos. Hazlo a 180º y humedece antes ligeramente la base del pan.
  • Si tienes prisa, otra posibilidad es descongelarlo directamente en el horno precalentado a 200º. Meteremos el pan congelado en el horno durante cinco minutos, pasado ese tiempo giramos la ruleta de la temperatura a cero y lo dejamos reposar otros cinco minutos. Después, sacaremos el pan y lo dejaremos enfriar un poco durante otros cinco minutos en una rejilla.
  • Otra opción es utilizar el microondas. En este caso lo que haremos será envolver el pan congelado en un trapo húmedo y limpio y lo calentaremos solo durante 15 segundos. Con ese tiempo será suficiente para descongelar el pan.
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