Material, forma e inclinación: cómo elegir el tipo de comedero más adecuado para tu perro o gato
Comederos de acero inoxidable, de cerámica, de plástico, de diferentes tamaños, colores y formas. Algunos más altos que otros, inclinados e incluso interactivos para que el gato o el perro se entretenga mientras come. Entre esta vorágine de opciones presentes online y en tiendas físicas, ¿qué tener en cuenta a la hora de elegir el que mejor se adapta a las necesidades de cada animal?
Cómo elegir el material adecuado
Los comederos de plástico destacan por su poco peso y por su facilidad para ser limpiados, aunque según explica a este medio la veterinaria Sonia de Bizcarra, de Homyvet, “se desinfectan peor y el roce continuo de la mandíbula inferior al comer causa dermatitis alérgica a algunos animales”, por lo que los desaconseja sobre todo en casos de perros y gatos con alergias o problemas de piel.
Por su parte, aunque los cuencos de cerámica pueden resultar más cómodos para ellos, ya que no se mueven tanto mientras comen debido a su peso, debemos tener en cuenta que “se rompen con facilidad y son más difíciles de limpiar debido a su naturaleza porosa”, apunta el también veterinario Isaac Tapia, de Alfa Veterinaria.
Por último, encontramos los cuencos de metal o acero inoxidable, los más utilizados en perros (67,1%) y en gatos, según un estudio italiano publicado en BMC Veterinary Research en el que se recopilaron los datos de 351 cuidadores de perros y 186 de gatos.
Una de las desventajas de este tipo de cuencos, como explica la veterinaria, es que “hay muchos en el mercado de baja calidad que pueden expulsar partículas nocivas que, al pegarse con el alimento, son digeridas por nuestros animales”. Además, el estudio mencionado investigó la cantidad de bacterias aeróbicas mesófilas presentes en los cuencos según el material del mismo y el tipo de comida utilizada: estas fueron mayores en comederos de metal y con comida húmeda.
Sin embargo, ambos veterinarios consultados recalcan que entre todos los materiales este es el más adecuado, eso sí, siempre y cuando sean objetos de buena calidad, ya que son resistentes, duraderos y muy fáciles de limpiar adecuadamente.
Independientemente de la elección, es imprescindible sustituirlos por uno nuevo cuando veamos que empiezan a deteriorarse y escoger una buena base o alfombrilla antideslizante para que el cuenco se mantenga fijo en el suelo sin deslizarse cuando el animal come.
¿Debo fijarme en el tamaño y la forma?
Es imprescindible que el comedero se ajuste al tamaño del animal y al de su ración, pero existen algunos matices. En el caso de los perros braquicéfalos o de morro chato, debido a su dificultad para acceder completamente al comedero “se les recomiendan cuencos más planos que a los que tienen el morro más largo”, explica Sonia de Bizcarra.
En los gatos es todavía más importante la elección debido a la sensibilidad de sus bigotes. Tanta es esta sensibilidad que pueden llegar a sufrir fatiga de bigotes, provocándoles estrés e incluso molestias ante algún percance. Por eso, apunta Isaac Tapia: “Es imprescindible que su comedero sea lo suficientemente grande como para que los bigotes no toquen los bordes y, a su vez, plano para que no pierda de vista lo que pasa a su alrededor mientras come”.
Altura e inclinación
Respecto a la altura e inclinación que deben tener los comederos, los veterinarios consultados recalcan dos casos en los que tener especialmente en cuenta estos aspectos: “[El comedero] se debe elevar en caso de artrosis, artritis o hernias cervicales, patologías en las cuales el movimiento de bajar el cuello es doloroso, y en los casos en los que padezcan una patología denominada megaesófago, en la cual se ve afectada la motilidad esofágica”, explica Tapia.
De hecho, en estos últimos casos, como anota también de Bizcarra, “incluso recomendamos que coman totalmente verticales en la llamada Silla de Baley, ya que esta postura más fisiológica dificultará la regurgitación del alimento”.
Comederos interactivos, ¿sí o no?
Los comederos interactivos, según el veterinario Isaac Tapia, “son muy beneficiosos porque refuerzan el vínculo con el tutor, estimulan la inteligencia, evitan el aburrimiento y la ansiedad y previenen la obesidad al ingerir más despacio y en menos cantidad. Solo hay una excepción: no son adecuados en caso de cualquier patología que curse con falta de apetito”.
Existen también comederos antivoracidad o antiglotones, idóneos para razas más comilonas de perro como el golden retriever, labrador o cocker. Estos tienen unos salientes de distintas formas en la parte central del cuenco para obligarles a tomar el alimento más despacio.
“Resultan más seguros, puesto que [su uso] reduce el riesgo de atragantamiento y mejora la digestión (menos gases, reflujo, cólicos y mejor absorción de nutrientes)”, explica de Bizcarra.
En el caso de los gatos, “los comederos interactivos son especialmente beneficiosos y casi imprescindibles, dado que en la naturaleza dedicarían el 80% de su tiempo a cazar, cosa que en casa no pueden hacer, generando aburrimiento y ansiedad”, añade Tapia.
¿Y la limpieza?
Tan fundamental es este aspecto que existen estudios que insisten en la necesidad de educar a los dueños de mascotas sobre ello. Es el ejemplo del publicado en la revista científica Plos One, en el que se vio que cuando los dueños de mascotas no tenían directrices sobre la higiene de los platos y alimentos, aumentó en ellos el APB, es decir, el recuento total de la población microbiana.
Por eso, su limpieza es imprescindible. Para ello, de Bizcarra da las siguientes pautas: “Limpiar el comedero de nuestro animal después de cada comida con agua y jabón con un estropajo distinto al que empleamos para nuestros platos”.
No debemos olvidarnos del desinfectante de uso alimentario. Con él, eliminaremos lo que se conoce como Biofilm: “Las bacterias que forman esa película resbaladiza que queda adherida en el comedero y que interactúan con el sistema inmune de nuestro animal al comer, pudiendo ser patógenas”, explica la veterinaria.
Los de acero inoxidable, por ejemplo, se pueden limpiar en el lavavajillas. De hecho, el estudio mencionado publicado en la BMC Veterinary Research afirma que los recuentos de enterobacterias fueron mayores en tazones lavados a mano que en el lavavajillas, por lo que parece resultar beneficioso el uso de este electrodoméstico a la hora de limpiar el cuenco de nuestras mascotas.
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