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Seis razones de salud para tomar saunas con frecuencia

La duración de las sesiones también influye en la salud.

Cristian Vázquez

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Las saunas suelen relacionarse con Finlandia. De hecho, la palabra “sauna” proviene del idioma de ese país. Sin embargo, se trata de una práctica que numerosos pueblos han utilizado desde tiempos remotos: las banyas de la antigua Rusia, los mushi-buro del Japón, las termas romanas o los temazcales aztecas son algunos de los ejemplos más conocidos. Su existencia a través de los siglos se explica por sus variados beneficios, que en los últimos años la ciencia ha ayudado a esclarecer.

Existen, a grandes rasgos, dos tipos de saunas. La sauna seca, conocida también como sauna finlandesa o sauna, sin más. La temperatura en ella es muy alta -entre 80 y 90 ºC- y la humedad relativa se encuentra por debajo del 20%. De este modo se facilita la sudoración. La otra es la sauna húmeda, conocida también como “baño turco” o hammam.

Allí la intensidad del calor es algo más reducida -no supera los 70 ºC- pero la humedad en el ambiente puede alcanzar el 85%. Debido a eso, el recinto suele estar saturado de vapor. Pero, más allá de la historia y de las distintas formas de tomar saunas, ¿cuáles son sus efectos positivos? Los más importantes se enumeran a continuación.

1. Vivir más

Estudios recientes han hallado una relación entre acudir al sauna con frecuencia y vivir más. Un trabajo de 2018, basado en datos de 2.277 hombres, determinó que los que tenían una buena condición cardiorrespiratoria y además tomaban saunas con regularidad, gozaban de “una reducción sustancial en el riesgo de padecer eventos cardiovasculares fatales y de mortalidad por todas las causas”.

Para ello se establecía una comparación con aquellos que solo tenían una de las dos características (o buena condición cardiorrespiratoria o que hacían visitas periódicas a la sauna). La conjunción de ambas características, añade el artículo, “puede haber aportado beneficios para la salud y otorgar más protección ante el riesgo de mortalidad”.

Tales conclusiones confirmaban las de un estudio previo, de 2015, realizado por el mismo equipo de investigadores del Reino Unido, Estados Unidos y Finlandia. Los autores aclaran, de todos modos, que todavía no se conocen las causas exactas de esta asociación y que hacen falta nuevos trabajos para determinarla.

2. Para el corazón, equivale a hacer ejercicio

Una sesión de sauna es un esfuerzo físico y en el largo plazo tiene efectos positivos similares a los de hacer deporte. Esto se debe a que el ritmo cardiaco de una persona en la sauna aumenta a los mismos niveles que cuando realiza una activida física moderada, como andar en bicicleta. A esas conclusiones llegaron los autores del último estudio importante en relación con la sauna, realizado por científicos alemanes y publicado a mediados del año pasado en la revista especializada Complementary Therapies in Medicine.

El equipo de la Universidad Martín Lutero de Halle-Wittenberg y el Centro Médico Berlín analizaron los datos de 19 hombres y mujeres, quienes en primer lugar participaron de una sesión de sauna de 25 minutos y luego a una prueba ergonométrica en una bicicleta fija. El aumento del ritmo cardiaco en ambos casos fue similar.

Además, los investigadores descubrieron que tomar una sauna no baja la presión sanguínea -que era lo que se pensaba hasta ese momento- sino que la aumenta. De todos modos, las personas con baja presión deben tener cuidado, pues a menudo después del sauna la presión suele bajar incluso por debajo de los niveles previos a visitar la sauna.

3. Podría prevenir los ictus

El ictus es la primera causa de mortalidad entre las mujeres españolas y la segunda en los varones, según datos del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología. Pues bien, la sauna podría ser una forma de prevención. Un trabajo de 2018, en el que participaron algunos de los mismos científicos que el citado en el punto anterior, afirma que el riesgo de padecer un infarto cerebral se reduce “de manera sustancial” en hombres y mujeres de mediana edad o mayores que toman saunas con frecuencia.

4. Ayuda a evitar los resfriados

Las personas que acuden a la sauna también se resfrían menos. Así lo han corroborado investigadores, en este caso en un trabajo de la Universidad de Viena, Austria. Pero si alguien ya se ha constipado tomar una sauna no le servirá para reducir sus síntomas, al menos no de forma significativa.

Puede generar un alivio temporal, durante el tiempo que la persona permanece dentro de la sauna; de hecho, otro estudio apunta que “produce mejoras transitorias en la función pulmonar que pueden proporcionar cierto alivio a los pacientes con asma y bronquitis crónica”. Pero, en el caso de los resfriados, el alivio desaparecerá cuando regrese a sus condiciones normales de vida.

5. Favorece el rendimiento deportivo

También para las personas que practican deporte las saunas tienen sus beneficios. En un estudio, científicos neozelandeses comprobaron que acudir a la sauna después de entrenar mejoró el rendimiento de atletas especializados en carreras de resistencia. Al parecer, según los autores del trabajo, esto se debió a un aumento en el volumen de sangre en el cuerpo de los deportistas.

Otra investigación observó mejoras -en este caso relacionadas con un aumento en el volumen de plasma, una de las reservas de oxígeno del cuerpo humano- en el caso de ciclistas, los cuales también necesitaron pocas sesiones de sauna para comenzar a gozar de sus beneficios. Además, la sauna contribuye con la recuperación muscular tras el esfuerzo físico, lo cual favorece su resistencia y previene lesiones.

6. Permite eliminar toxinas a través de la piel

A través del sudor, el cuerpo elimina numerosas toxinas, y también impurezas de la piel, restos sebáceos y epidermis muerta. De este modo, es más fácil mantener la piel hidratada y, en el largo plazo, se retrasa el envejecimiento.

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