Se llama queso cottage porque era sencillo de hacer en las casas rurales -cottages- a partir de la leche que sobraba después de preparar la mantequilla.
Es un lácteo especialmente interesante para quienes practiquen deporte, sientan mucho apetito o busquen un extra de calcio, ya que este es un queso bajo en calorías y rico en proteínas y minerales. Contiene 80 calorías por 100 gramos y 1,5 gramos de grasas por la misma cantidad. Al contener suero de leche y caseína, una proteína de digestión lenta, ayuda a sentirse saciado durante más tiempo. Además, aporta selenio, magnesio, potasio, zinc y contiene una buena proporción de Omegas 3 y 6. También destacan los aportes de vitamina A, imprescindible para la piel, y la vitamina B.
Por todo ello, sus beneficios son múltiples. Su alto contenido proteico contribuye a reducir la necesidad de comer en exceso entre comidas. También ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre. El selenio, por su parte, es rico en antioxidantes y contribuye al correcto funcionamiento del sistema inmune y hormonal.
Como fuente de vitaminas, es fundamental para las funciones cerebrales y el control del metabolismo, al tiempo que es beneficioso para los diabéticos y ayuda reducir el colesterol. Su contenido de calcio y fósforo fortalece los huesos, aumentando su resistencia y mantenimiento a largo plazo. La presencia de potasio en el queso cottage favorece la relajación de los vasos sanguíneos, facilitando la circulación sanguínea y previniendo la hipertensión.
Parecido a la ricota
El queso cottage ha ido ganando protagonismo en la cocina junto con otros quesos frescos, como el requesón, el queso quark, la ricota, la mozarella, la burrata o el queso fresco genérico más compacto. Todos ellos comparten un sabor suave y un aroma lácteo. Al no almacenarse y ser curados, son un producto más perecedero y deben conservarse siempre bien envasados y en refrigeración.
Al queso fresco que más se le asimila es la ricota. El queso cottage se ha puesto en boga cinco décadas después de haber sido imprescindible en la cocina de los años setenta, tanto por sus propiedades nutricionales, como por su capacidad para complementar desde una tostada matutina hasta una guarnición de brotes verdes.
A diferencia de la ricota, en la que la coagulación se hace de manera combinada con temperatura, en el caso del queso cottage dicha coagulación la hacen las bacterias lácticas de manera natural.
Aunque se puede encontrar fácilmente en cualquier tienda o supermercado, el queso cottage también se puede elaborar en casa, de manera artesanal.
Las enzimas del cuajo rompen las proteínas de la leche produciendo la coagulación, crean la cuajada y aparecen los coágulos sólidos. De textura elástica, esos coágulos se pueden cortar y manejar según el queso que se esté produciendo: pueden o bien separarse parcial o completamente del suero.
Cómo se prepara queso cottage casero
Para hacer queso cottage casero hay que a calentar dos litros de leche entera en una cazuela a fuego medio. Cuando alcance los 50ºC, se retira y añade unos 70 mililitros de vinagre de vino blanco. Se remueve con suavidad hasta que comienza a separarse el suero. Se tapa la cazuela y se deja reposar media hora.
Después se pasa la mezcla por un colador fino, con un bol grande debajo, en el que irá cayendo el líquido. Posteriormente se enjuaga con agua fría. Finalmente, se escurre al máximo y se llevan los sólidos a un bol. Se le añade una pizca de sal y se remueve, separando a mano el cuaje sólido en piezas pequeñas. Lo último es guardar el queso cottage en un recipiente hermético y meterlo en la nevera.
Es un lácteo que contiene más líquido que los quesos tiernos o curados, también menos sodio que los de alta curación. Se trata de un alimento muy saciante y de fácil digestión, de modo que sienta bien a las personas con intolerancia o sensibilidad ligera a la lactosa.
Cómo utilizarlo en la cocina
Uno de los usos que se le da al queso cottage es convertirlo en una alternativa al yogur. De esta forma, se consume directamente a cucharadas y se puede combinar con múltiples productos, como frutas, frutos secos, semillas, cereales, compotas, siropes o miel.
Debido a su sabor neutro y su textura granulada espesa, es perfecto para untarlo sobre rebanadas de pan con distintos aderezos y preparar una tosta exquisita. En Europa es muy habitual consumirlo en el desayuno o almuerzo y se le puede añadir encurtidos, huevo duro, aguacate, salmón ahumado o lomo embuchado.
También se puede combinar con aliños y conseguir un punto cremoso a ensaladas diversas, como la de frutas, y rellenos de sándwiches y bocadillos, o para crear salsas que acompañen carnes, pescados o pastas. Otro uso que se le puede dar a este queso fresco es el de sustituir al requesón y la ricota en platos como la lasaña, los canelones, o rellenos para quiches o masas de hojaldre.
Este queso fresco sustituye muy bien a la mayonesa en preparaciones como unos huevos rellenos, para aligerar una ensaladilla rusa o una ensalada de patata al estilo alemán.
Otro combinación clásica es con huevos en cualquiera de sus formas: tortillas, revueltos o suflés.
Igualmente, es un ingrediente muy versátil en los postres. Existen muchas recetas tradicionales en Europa que utilizan queso cottage en masas dulces de panadería y repostería, como relleno, acompañamiento o integrado dentro de la propia masa. Son populares las tartas o pasteles de queso cottage, con una textura menos cremosa que una tarta de queso.
Por último, se puede añadir integrado a masas de tortitas, gofres, magdalenas, galletas, bizcochos, puddings, brownies o dónuts.