Lo que los tomates, bayas y verduras de hoja verde pueden hacer para proteger tu piel tras los meses de mucho sol

La mejor forma de proteger nuestra piel del sol es resguardándonos de él. Pero en verano evitar los rayos solares es todo un reto, por lo que debemos hacer uso de todas las herramientas posibles para evitar que nos dañe. Además de los imprescindibles protectores solares de uso tópico, podemos preparar a nuestra piel desde dentro para resistir de forma eficaz al sol. El licopeno, las vitaminas, el omega-3, son algunos de los nutrientes que pueden ayudarnos a mantener nuestra salud dermatológica en verano.

Para empezar, debemos entender cómo los rayos del sol inciden en la piel. La luz solar viaja a la Tierra como una mezcla de rayos u ondas visibles e invisibles. Las ondas largas, como las ondas de radio, son inofensivas para las personas. Sin embargo, las ondas más cortas, como la luz ultravioleta (UV), pueden causar problemas. Los rayos más largos de estas ondas UV que llegan a la superficie de la Tierra se llaman rayos UVA. Los más cortos se llaman rayos UVB. Recuerda que es muy importante proteger tu piel, ya que su deterioro puede provocar múltiples complicaciones en nuestra salud:

  • Quemaduras: demasiada exposición a los rayos UVB puede producir quemaduras. Los rayos UVA pueden penetrar la piel más profundamente que los rayos UVB pero, en todo caso, ambos pueden afectar la salud. Cuando los rayos UV invaden las células de la piel, alteran procesos delicados que afectan su crecimiento y apariencia. La piel tiene maneras de prevenir o reparar el daño por exposición al sol. La capa más externa de la piel se despoja de las células muertas y las reemplaza. Habrás podido apreciar este proceso de reparación de la piel si alguna vez has sufrido una quemadura de sol fuerte. La piel puede pelarse, pero por lo general vuelve a la normalidad en una o dos semanas.
  • Envejecimiento: con el tiempo, la exposición a los rayos solares puede reducir la elasticidad de la piel, que puede incluso llegar a engrosarse y ponerse correosa, o puede arrugarse y perder densidad. Con el tiempo, es más difícil para la piel repararse a sí misma. El daño ultravioleta puede perjudicar a la piel y el tejido conectivo subyacente. Como resultado, la piel puede desarrollar más líneas y arrugas.
  • Cáncer de piel: demasiada exposición al sol también puede aumentar el riesgo de cáncer de piel. Cuando la luz UV ingresa a las células de la piel, puede dañar el material genético (denominado ADN) que se encuentra en su interior. Los daños al ADN pueden causar cambios en las células y hacer que estas crezcan y se dividan rápidamente. Este crecimiento puede resultar en grupos de células adicionales conocidos como tumores o lesiones, que pueden ser cancerosos (malignos) o inofensivos (benignos). Recuerda que el cáncer de piel puede aparecer en sus inicios como una pequeña mancha, por lo que si ves un cambio anormal en tu epidermis no dudes en consultar a un médico.

La mejor manera de proteger la salud de la piel y prevenir el cáncer de piel es limitar la exposición al sol. Evita tomar el sol de forma prolongada y opte por estar en la sombra en vez de en la luz solar directa. Usa ropa protectora, gafas, y protector solar entre las 10.00 y las 16.00 horas. El protector solar es especialmente importante entre estas horas, cuando los rayos del sol son más intensos.

Los protectores solares vienen etiquetados con un factor de protección solar (FPS) que varía, por lo general, entre el 15, 30 o 50. Un protector solar etiquetado con un FPS 15 indica que tardarás 15 veces más en quemarte en comparación con lo que tardarías sin usar protector solar alguno. Por otra parte, un protector solar con un FPS 30 significa que te llevará 30 veces más tiempo quemarte, y así sucesivamente.

Debes tener en cuenta que la eficacia de los protectores solares se ve afectada por varios factores. Los ingredientes activos de un protector solar se descomponen con el tiempo, así que asegúrate de comprobar la fecha de caducidad indicada en el envase. La cantidad que utilizas y la frecuencia de uso afectan su protección contra el sol; la transpiración y el tiempo en el agua también pueden reducir la eficacia de la protección solar.

Alimentos que te protegen del sol

Seguir una dieta sana y equilibrada influye determinantemente en la calidad de la piel, por ello es importante consumir alimentos que prevengan de trastornos dermatológicos. Pero debemos recordar que la mejor protección solar viene de fuera, por lo que es importante evitar los rayos del sol y protegernos de ellos, por lo que debes complementar la dieta con un cuidado exterior:

  • Frutos rojos: contienen grandes cantidades de vitamina C, un antioxidante que inhibe los daños de la exposición continua al sol. Además, ayudan a la formación de colágeno y elastina, así como aporta minerales esenciales y agua necesarios para la recuperación celular.
  • Tomates: el licopeno, presente en el tomate y sus derivados tiene un efecto protector de la piel frente a los rayos solares.
  • Chocolate amargo: nos referimos al chocolate con más del 60% de cacao ya que contiene flavonoides, antioxidantes muy útiles para la recuperación celular tras las quemaduras.
  • Zanahorias: debido a su alto contenido en betacarotenos, un antioxidante que se sintetiza en vitamina A y que es esencial para fortalecer la dermis y reducir el impacto negativo del sol.
  • Pescado azul: se trata de una fuente de ácidos grasos omega-3, un aceite saludable que aumenta la permeabilidad de las membranas, promueve la desinflamación de los tejidos y reduce los efectos negativos de los rayos del sol. Además, gracias a su vitamina E acelera el proceso de reparación de la piel.
  • Verduras de hoja verde: la lechuga, las espinacas, acelgas, apio o brócoli sirven como protectores contra los rayos UV y mejoran la actividad celular
  • Aceite de oliva: es uno de los mejores alimentos para cuidar la piel frente a las quemaduras y el envejecimiento. Además, con su vitamina E y los polifenoles crea una barrera protectora contra los efectos negativos del sol.
  • Manzanas: es la fruta con mayor cantidad de polifenoles y contiene gran cantidad de agua para retener la hidratación de la piel. También regula el pH cutáneo y refuerza la actividad celular para una correcta reparación.