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1994 y 2024, un cierto parecido a Felipe González

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Las elecciones al Parlamento europeo de 1994 fueron las primeras que tuvieron lugar tras la constitución de la Unión Europea con el Tratado de Maastricht, que entró en vigor en 1993. Fueron las segundas en las que los diputados de los diferentes países eran elegidos mediante sufragio universal de los ciudadanos y ciudadanas. Las de 1989 habían sido las primeras, ya que, en el Parlamento Europeo de 1986, diputados de los diversos países fueron seleccionados por los diferentes partidos de acuerdo con su representación nacional respectiva para ocupar los escaños europeos que les correspondían. En realidad, las de 1994 fueron las primeras, ya que las de 1989 se produjeron en un clima extraño. Fue un año en el que se convocaron elecciones generales anticipadas sin una motivación clara, ya que el PSOE disponía de una mayoría absoluta muy amplia y no había ninguna crisis en el horizonte que justificara el adelanto electoral. También fue el año de la refundación de AP como PP con la designación de José María Aznar como presidente del partido, que concurriría por primera vez como candidato a la presidencia del Gobierno. En la década de los ochenta se había producido un retroceso notable en el bipartidismo como consecuencia de la desaparición de UCD en 1982/83.

La distancia entre el primer partido, PSOE, y el segundo, AP-PP era enorme, sobre todo por la presencia del CDS de Adolfo Suárez, que, aunque alcanzaba un resultado muy limitado, perjudicaba de manera muy considerable a la representación parlamentaria de la derecha española. La tercera mayoría absoluta de Felipe Gonzáles en 1989 fue una “falsa” mayoría absoluta, ya que descansó en el porcentaje de votos del CDS. Sin dichos votos la distancia entre el PSOE y el PP habría sido de 6 puntos y no de 14 y los 175 escaños del PSOE se habrían reducido a unos 160, mientras que los 107 del PP habrían pasado a 140. A partir del análisis de las elecciones de 1989, el PP diseñaría su estrategia de absorber al CDS y monopolizar la representación de la derecha española, algo que conseguiría a medias en las elecciones municipales y autonómicas de 1991 y de manera completa en las elecciones generales de 1993 y en las municipales y autonómicas de 1995. Es en ese clima en el que todavía no hay propiamente bipartidismo, sino una muy fuerte hegemonía del PSOE, en el que se celebraron las primeras elecciones parlamentarias europeas, que tuvieron un punto de esperpénticas, con candidaturas como la de José María Ruiz Mateos, que llegó a alcanzar dos escaños. Fueron unas elecciones en las que empezó a apuntarse con cierta fuerza el cambio en el sistema de partidos que se avecinaba, pero que no lo expresaba todavía.

Las primeras elecciones europeas, no en términos jurídicos, pero sí políticos, fueron las de 1994, que se celebraron sin coincidir con ninguna otra. En 1993 se habían celebrado elecciones generales, que por los estudios de opinión que se barajaban ganaría el PP, pero que finalmente ganó el PSOE. Sucedió algo parecido a los que ha ocurrido en 2023. El PP digirió mal la derrota y puso en marcha una estrategia de acoso y derribo al Gobierno presidido por Felipe González de una intensidad similar a la que ha venido sufriendo Pedro Sánchez desde que alcanzó la presidencia con el éxito de la moción de censura en 2018. Pieza clave en la estrategia diseñada en 1993 fue la celebración de las elecciones europeas de 1994. Dado que la victoria de Felipe González en 1993 había sido tan escasa, sobre todo en comparación con lo que habían sido sus victorias anteriores, en el caso de que el PP ganara con claridad o, lo que es lo mismo, que el PSOE perdiera de manera rotunda, debería procederse a la disolución inmediata de las Cortes Generales y a la convocatoria de nuevas elecciones generales.

La hemeroteca de la época es abrumadora en cuanto a la enorme cantidad de información sobre esta estrategia. La estrategia de la derecha en este 2024 es un calco de lo que fue la estrategia de 1994. En ambos casos se da la coincidencia de que las elecciones europeas se celebran sin coincidir con ninguna otra. En 1994 se argumentó por la derecha que las elecciones europeas eran un plebiscito sobre la ejecutoria de Felipe González. En 2024 se está argumentando que deben ser un plebiscito sobre Pedro Sánchez. El paralelismo entre ambas estrategias en ambos momentos salta a la vista. La única en diferencia en el cuadro general, por el momento, es la reacción en 1994 del entonces presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Felipe González, y la que podemos temernos que tenga en este 2024.

Recuerdo perfectamente la intervención de Felipe González en RTVE argumentando que no se podían mezclar churras con merinas y que en las elecciones generales de 1993 se había decidido lo que se había decidido y que en las de 1994 se iba a decidir lo que se iba a decidir y que era constitucionalmente inadmisible extrapolar los resultados de unas elecciones europeas a los de unas elecciones generales. La legitimidad del Gobierno de la nación la decide el Congreso de los Diputados en la sesión de investidura. Y se mantiene mientras no se activa con éxito una moción de censura o se vota negativamente una cuestión de confianza. Nada tienen que ver los resultados de las elecciones al Parlamento europeo con la legitimidad del Gobierno de España o con el de cualquier otro de los países de la Unión Europea.

Felipe González tendría que volver a argumentar la irrelevancia también de las elecciones municipales y autonómicas de 1995 para la legitimidad del presidente del Gobierno de la nación. Tal vez hubiera sido oportuno que Felipe González hubiese recordado esta peripecia de su andadura como presidente del Gobierno en 'El Hormiguero'. En todo caso, nunca es tarde para que la recuerde. Pienso que antes de que los ciudadanos acudamos a las urnas el 9 de junio, Felipe González debería comparecer ante la opinión pública y recordar lo que diferencia a unas elecciones europeas de unas generales en lo que a la legitimidad de la presidencia del Gobierno se refiere.

Las elecciones al Parlamento europeo de 1994 fueron las primeras que tuvieron lugar tras la constitución de la Unión Europea con el Tratado de Maastricht, que entró en vigor en 1993. Fueron las segundas en las que los diputados de los diferentes países eran elegidos mediante sufragio universal de los ciudadanos y ciudadanas. Las de 1989 habían sido las primeras, ya que, en el Parlamento Europeo de 1986, diputados de los diversos países fueron seleccionados por los diferentes partidos de acuerdo con su representación nacional respectiva para ocupar los escaños europeos que les correspondían. En realidad, las de 1994 fueron las primeras, ya que las de 1989 se produjeron en un clima extraño. Fue un año en el que se convocaron elecciones generales anticipadas sin una motivación clara, ya que el PSOE disponía de una mayoría absoluta muy amplia y no había ninguna crisis en el horizonte que justificara el adelanto electoral. También fue el año de la refundación de AP como PP con la designación de José María Aznar como presidente del partido, que concurriría por primera vez como candidato a la presidencia del Gobierno. En la década de los ochenta se había producido un retroceso notable en el bipartidismo como consecuencia de la desaparición de UCD en 1982/83.

La distancia entre el primer partido, PSOE, y el segundo, AP-PP era enorme, sobre todo por la presencia del CDS de Adolfo Suárez, que, aunque alcanzaba un resultado muy limitado, perjudicaba de manera muy considerable a la representación parlamentaria de la derecha española. La tercera mayoría absoluta de Felipe Gonzáles en 1989 fue una “falsa” mayoría absoluta, ya que descansó en el porcentaje de votos del CDS. Sin dichos votos la distancia entre el PSOE y el PP habría sido de 6 puntos y no de 14 y los 175 escaños del PSOE se habrían reducido a unos 160, mientras que los 107 del PP habrían pasado a 140. A partir del análisis de las elecciones de 1989, el PP diseñaría su estrategia de absorber al CDS y monopolizar la representación de la derecha española, algo que conseguiría a medias en las elecciones municipales y autonómicas de 1991 y de manera completa en las elecciones generales de 1993 y en las municipales y autonómicas de 1995. Es en ese clima en el que todavía no hay propiamente bipartidismo, sino una muy fuerte hegemonía del PSOE, en el que se celebraron las primeras elecciones parlamentarias europeas, que tuvieron un punto de esperpénticas, con candidaturas como la de José María Ruiz Mateos, que llegó a alcanzar dos escaños. Fueron unas elecciones en las que empezó a apuntarse con cierta fuerza el cambio en el sistema de partidos que se avecinaba, pero que no lo expresaba todavía.