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La resaca del 155 sigue activa
Las elecciones del pasado domingo en el País Vasco han venido a corroborar una vez más el error que supuso para los partidos de gobierno del Estado, PP y PSOE, activar de la forma en que lo hicieron el artículo 155 de la Constitución en Catalunya. En el resto del Estado dicha activación no se vivió como una posible amenaza y prácticamente no hubo protesta contra ella. Pero en el País Vasco sí se vivió de esa manera e incluso se convocaron manifestaciones contra ella.
Pero, sobre todo, en el País Vasco se generó desde entonces una reacción sigilosa pero persistente a través del ejercicio del derecho de sufragio. Los dos partidos que decidieron la activación del artículo 155, permitiendo además que la Fiscalía General del Estado actuara a continuación de la forma en que lo hizo, han visto reducida su representación en el País Vasco todavía más que en Catalunya. No solamente ha afectado al PP, sino también al PSOE, aunque en menor medida. Pero también. La reducción de la presencia de los partidos de gobierno del Estado en las elecciones catalanas y vascas ha sido notable. Más todavía en las vascas que en las catalanas.
El 155 ha conducido al PP a la casi desaparición en Catalunya y País Vasco. Cada nuevo resultado electoral viene a confirmarlo. El recuerdo se mantiene vivo en ambas “nacionalidades” y en todo tipo de consultas. Ya sabemos qué idea tenéis del derecho a la autonomía y hasta dónde estáis dispuestos a llegar. Este es el mensaje que los ciudadanos vascos transmiten una y otra vez al PP. Es el mensaje que vienen transmitiendo también los ciudadanos catalanes y que, previsiblemente, volverán a transmitir en otoño.
La resaca del 155 ha afectado al PSOE, pero ha inhabilitado, sobre todo, al PP como partido de gobierno del Estado. España no puede ser dirigida políticamente “contra” el nacionalismo catalán y vasco. Eso es lo que supuso la activación del 155. A partir de ese momento el PP empezaría a deslizarse por una pendiente que lo ha conducido a perder el Gobierno de la Nación y a encontrarse ante un escenario en el que le va a resultar muy difícil, por no decir que imposible, recuperarlo.
De su implicación en la activación del 155 proceden buena parte de las dificultades que está teniendo Sánchez para gobernar. La resaca del 155 le sigue afectando, aunque no de la misma manera que al PP. Entre otras razones porque el PSOE ha rectificado lo que fue un comportamiento imprudente en un momento de debilidad. Pero el recuerdo del 155 no ha desaparecido.
La activación del 155 puso de manifiesto que el antinacionalismo vasco y catalán como forma de ejercer el nacionalismo español, aunque se lo quiera disfrazar de “constitucionalismo”, es una receta para el fracaso. Lo único que se consigue es devaluar la Constitución y hacerle perder fuerza normativa. La Constitución deja de ser una norma para la convivencia entre todos los ciudadanos de las distintas “nacionalidades y regiones que integran España”, para convertirse en un instrumento de agresión de la derecha española contra los demás. Si solo son “constitucionalistas” PP, Ciudadanos y VOX, ¿para qué sirve la Constitución?
Por eso es una opción impracticable en la democracia española, aunque se cuente con la bendición del Tribunal Constitucional, del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional. Con los jueces se puede hacer mucho daño, pero no se puede dirigir políticamente un país. Se puede devaluar la democracia, pero incluso en esa democracia devaluada, sigue siendo imposible dirigir políticamente el país desde esa visión de la unidad de España, que la convierte en una caricatura. Es lo que acabó descubriendo Mariano Rajoy y es en lo que se está empecinando Pablo Casado. La elección de Carlos Iturgaiz como cabeza de candidatura en las elecciones vascas lo dice todo.
Este es parte del mensaje que los ciudadanos vascos dejaron en las urnas el pasado domingo.
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