Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
La Guerra Santa de Netanyahu
Los últimos ataques israelíes contra la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén ocupada no deben sacarse del contexto de Israel intentando cambiar la identidad de la ocupada capital palestina, y del marco aun mayor de su estrategia de colonización. Hoy, las tropas israelíes obedecen órdenes de un gobierno altamente ideologizado y que ha hecho todo lo posible por transformar la Cuestión de Palestina en una guerra religiosa. Netanyahu lleva a cabo su propia guerra santa bajo el alero de Israel como “estado judío” y de Jerusalén como la “capital eterna e indivisible del pueblo judío”.
Son pocos los que identifican la notoria retórica del discurso del gobierno israelí. En ese afán, los ataques contra el pueblo palestino pueden ser justificados como un mandato divino para defender a la nación judía. Es interesante, como dijese el historiador israelí Illan Pappe, que incluso habiendo un alto número de políticos israelíes que no practican la religión judía, la inmensa mayoría de ellos creen que dios les prometió Palestina. En ese contexto, con dios convertido en un corredor de bienes raíces, la posibilidad de un conflicto religioso aumenta.
Por ello es que los ataques contra Al-Aqsa no deben sacarse del contexto de una política mayor. Netanyahu históricamente ha jugado su juego más en el campo de las relaciones públicas que en ningún otro lugar. Eventualmente Netanyahu va a parar esta ofensiva que indudablemente, a pesar de que él lo niegue en público, busca cambiar el estatus de la explanada de la Mezquita de Al-Aqsa, tal como ya lo hizo con anterioridad la Mezquita de Ibrahim en Hebrón. Pero lo que quedará es que el movimiento de los colonos, en control del gobierno israelí, habrá avanzado algunos pasos más para concretar su plan de impedir la realización de los derechos nacionales del pueblo palestino.
Muchos medios de comunicación han olvidado en su análisis que Jerusalén Oriental, incluyendo la Ciudad Antigua, se encuentran bajo ocupación ilegal, y se han enfocado en la importancia del lugar para el Islam y el Judaísmo. Pocos han hecho la conexión entre lo que Israel hace para la semana santa cristiana, dificultando el acceso delos palestinos cristianos para llegar a la Iglesia del Santo Sepulcro, y lo que sucede hoy. Mas pocos aun han conectado esto con la paralización de las escuelas cristianas en Israel, quienes llevan varios días sin atender clases para manifestarse en contra de la discriminatoria subvención que Israel entrega a las escuelas: Si es una escuela judía, es totalmente financiada por el estado, pero en el caso de las escuelas cristianas, que atienden a ciudadanos israelíes cristianos y musulmanes, se paga alrededor de un 25% de la subvención por alumno.
Para Netanyahu él es el nuevo rey de los judíos. Independiente de que una serie de judíos alrededor del mundo digan que él no habla por ellos, la reacción de una serie de países lo hace sentir realmente como el verdadero líder de los judíos. Que mejor ejemplo que apuntar como embajadora de Israel frente a Italia a una ex diplomática y diputada italiana, Fiamma Nirestein. El mensaje es, a pesar de las protestas de la propia comunidad judía en Roma, que los judíos en el mundo son primero leales a Israel, y luego a sus países. Aquello es algo que creyéndolo o no, ningún otro primer ministro israelí intento demostrar de forma tan fehaciente con anterioridad.
Para poder lograr el trono de rey de los judíos, Netanyahu siempre debe exportar temor. Si no es Irán, es el BDS, y si no ahora son los piedrazos contra sus tanques. Durante su última campaña electoral el temor a exportar fue que sus mismos ciudadanos palestinos, aquellos que la propaganda israelí tanto utiliza, fuesen a votar en masa a las elecciones. También fue que cualquier otro primer ministro aceptaría un estado palestino, pero que para él un estado palestino no es parte de su agenda. Claro, ya no puede decir que los palestinos no reconocen a Israel porque ese reconocimiento ha sido reafirmado incluso en la campaña de internacionalización palestina, pero debe agregar el “peligro existencial” de que los palestinos no acepten ser miembros del movimiento sionista al no adoptar su narrativa de que Israel es un “estado judío.”
Los ataques contra Al Aqsa son un detalle, no menor, de una campaña mayor. Mientras el mundo combate a los criminales del “estado islámico” en Siria e Iraq, continúan permitiendo la narrativa del “estado judío”, que con otros medios busca el mismo objetivo: La preponderancia de un grupo basado en su religión. Netanyahu tiene su propia guerra santa, una que pasa un poco más desapercibida, pero cuyos resultados son la base para desestabilizar toda la región.
Los últimos ataques israelíes contra la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén ocupada no deben sacarse del contexto de Israel intentando cambiar la identidad de la ocupada capital palestina, y del marco aun mayor de su estrategia de colonización. Hoy, las tropas israelíes obedecen órdenes de un gobierno altamente ideologizado y que ha hecho todo lo posible por transformar la Cuestión de Palestina en una guerra religiosa. Netanyahu lleva a cabo su propia guerra santa bajo el alero de Israel como “estado judío” y de Jerusalén como la “capital eterna e indivisible del pueblo judío”.
Son pocos los que identifican la notoria retórica del discurso del gobierno israelí. En ese afán, los ataques contra el pueblo palestino pueden ser justificados como un mandato divino para defender a la nación judía. Es interesante, como dijese el historiador israelí Illan Pappe, que incluso habiendo un alto número de políticos israelíes que no practican la religión judía, la inmensa mayoría de ellos creen que dios les prometió Palestina. En ese contexto, con dios convertido en un corredor de bienes raíces, la posibilidad de un conflicto religioso aumenta.