Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
El patriotismo anticonstitucional
El denominado 'Patriotismo Constitucional' Verfassungspatriotismus, acuñado por Dolf Sternberger y popularizado por Jürgen Habermas en los años 80, ingresó en España de la mano del presidente del Senado Juan José Laborda en una conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI en el mes de enero de 1992.
Desde la traumática experiencia nacionalsocialista que anida en la memoria colectiva alemana, este término se utiliza por primera vez en Berlín durante la conmemoración del 30 aniversario de la Constitución germana y viene a proponer una suerte de sentido de pertenencia colectiva basado en los valores democráticos y en los derechos humanos. Un patriotismo racional -y no emocional- que no se identifica con una tradición cultural determinada, sino con la universalidad de los dos elementos mencionados.
El orgullo de pertenencia a cualquier sociedad debe reunir esos requisitos, reconciliando identidades culturales diversas con la idea de la soberanía popular en el marco normativo democrático.
Tengamos en cuenta las palabras de Habermas, que incardinan el patriotismo constitucional en la militancia cívica antifascista:
A lo que añade, en La inclusión del otro, que no es suficiente ese marco “liberal” en el clásico sentido de derechos (libertades) civiles y políticos, sino que es necesario garantizar un estado social
La España de los balcones
Traslademos ahora el concepto nacido en una sociedad que se siente culpable por el nacionalsocialismo derrotado en 1945, a la sociedad española que soportó al franquismo triunfante durante 40 años, y entenderemos la utilidad que encuentra el PSOE, y exponía Laborda en aquella conferencia, para reconstruir desde ese espacio político, una idea de patria.
Exactamente diez años después, en enero de 2002, el Partido Popular, con su cuántica habilidad para ser y no ser a la vez, reivindicaba desde una ponencia en su Congreso el Patriotismo Constitucional del siglo XXI. Unos meses antes, desde la FAES se había preparado el terreno y el texto de la misma.
Cuando Habermas, al día siguiente de ser galardonado con el premio Príncipe de Asturias, declaraba “no puedo imaginar que el patriotismo constitucional sea una idea de derechas” se estaba refiriendo, precisamente a la polémica originada por la apropiación desde el Partido Popular de este concepto.
La España de los balcones no es otra cosa que la reconversión del concepto académico que venimos analizando a un hashtag para las redes sociales, más o menos acertado desde el punto de vista del marketing político.
No obstante, y previamente, ese patriotismo constitucional había mutado en una suerte de dogmatismo constitucional, donde el elemento central es el modelo territorial, la eterna e indisoluble unidad de destino en lo universal, para usarlo como arma arrojadiza contra los nacionalismos periféricos.
Éramos pocos y parió VOX
Así que, una vez adoptado y pervertido el término desde el Partido Popular, la “esperanzada” escisión del mismo aparece con una nueva ocurrencia, que pretende trascender la discusión.
Cuando Santiago Abascal afirma que no tiene el Estado en la cabeza, pero que basta con tener a España en el corazón (así, a pelo) está huyendo en dirección contraria. El patriotismo es una emoción, anida en el los sentimientos. La cabeza se puede manipular con torticeros argumentos de los sofistas. Pero el sentimiento es puro y sabemos reconocerlo si miramos hacia nuestro interior. ¡Muera la inteligencia!, pero que vivan los sentimientos.
Y es aquí donde se inaugura el Patriotismo Anticonstitucional que da título a este artículo.
La Patria es anterior y superior a la Constitución, no la necesita. El sentimiento de pertenencia ya no radica en la democracia y en los derechos humanos, sino en el “amor” a España. Y la mayor legitimidad para hablar en nombre de España es del que más la quiere, obvio.
Así que, en la campaña electoral de diciembre de 2015, VOX realiza el reparto postal de los sobres de propaganda electoral con la bandera de España. Este hecho, inicialmente prohibido por la Junta Electoral Central, es finalmente autorizado mediante Auto del Tribunal Supremo de 15 de diciembre, ratificado después en la Sentencia 351/2017.
Resulta muy interesante el Voto Particular emitido por Pilar Teso Gamella, que se puede sintetizar en estos párrafos:
No obstante, Javier Ortega Smith, que interviene en este procedimiento, puede estar contento… se les permitió el reparto publicitario y el Supremo confirmo aquella medida en la sentencia mencionada.
#YoTambiénLaLlevo: de la España de los balcones a la España de la “pulserita”
VOX había superado la prueba de legalidad que impone el art. 8 de la Ley 39/1981, de 28 de octubre, por la que se regula el uso de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas, ya que el Tribunal Supremo había equiparado el uso de la bandera en el sobre electoral con la utilización de la bandera en los mítines y actos de los partidos políticos.
El Tribunal Supremo no considera que se establezca una identificación entre un partido político y la bandera española porque éste realice un uso torticero de la misma, ya que ese artículo octavo de la mencionada ley, determina que
Se prohíbe la utilización en la bandera de España de cualesquiera símbolos o siglas de partidos políticos, sindicatos, asociaciones o entidades privadas.
Pues bien, VOX en la nueva campaña de marketing político de #YoTambiénLaLlevo qe hoy comienza en las redes sociales, conociendo que la literalidad de ese artículo había sido interpretada por el Tribunal Supremo de manera absolutamente restrictiva, se centra precisamente en vulnerar -es lógico presumir que a sabiendas-dicho artículo, como aquí puede verse:
Parece claro que la identificación de la bandera, de la patria, del estado, del pueblo… con un partido no puede ser más obscena.
VOX conoce perfectamente este artículo y esta Ley. La Ley que desarrolla la utilización de la bandera que dicen amar por encima de todo. Y ha decidido ir un paso más allá: ELLOS son la patria, los demás los parias. Solo ellos caben en la bandera, porque ellos son la auténtica España. Y frente a ellos la anti-españa…
Y no está de más recordar que ese predicado amor a la patria, recuerda mucho al mismo del que presumen los maltratadores: eres solo mía, te quiero solo para mí, sin mí no eres nada, solo yo puedo protegerte…
Esa relación tóxica de este partido con la idea de España se ha materializado en esta campaña propagandística con una intención muy clara: España es VOX, quien ataca a VOX ataca a España, solo se puede ser un auténtico patriota español desde la ultraderecha.
Me gustaría acabar estas reflexiones como Juan Carlos Velasco concluye su artículo Patriotismo constitucional y republicanismo.
El denominado 'Patriotismo Constitucional' Verfassungspatriotismus, acuñado por Dolf Sternberger y popularizado por Jürgen Habermas en los años 80, ingresó en España de la mano del presidente del Senado Juan José Laborda en una conferencia pronunciada en el Club Siglo XXI en el mes de enero de 1992.
Desde la traumática experiencia nacionalsocialista que anida en la memoria colectiva alemana, este término se utiliza por primera vez en Berlín durante la conmemoración del 30 aniversario de la Constitución germana y viene a proponer una suerte de sentido de pertenencia colectiva basado en los valores democráticos y en los derechos humanos. Un patriotismo racional -y no emocional- que no se identifica con una tradición cultural determinada, sino con la universalidad de los dos elementos mencionados.