Cuando en plena primavera del 2001 llegaron unas invitaciones para acudir a la recreación de la “batalla de Orgreave”, realizada por un artista relativamente nuevo, Jeremy Deller, estaba claro que aquella, como otras producciones de Artangel, no iba a ser un evento artístico ni tradicional ni habitual.
Artangel, una organización privada, ya había mostrado su insistencia en operar fuera de los marcos expositivos, institucionales y de la duración en el llamado “territorio protegido de las artes”, cómo solía expresar Antoni Muntadas. La muy asustante súper-instalación espiritista de Tony Oursler, no tuvo lugar en ningún museo, sino en plena Soho Square londinense en una maravillosa noche de fina lluvia, para los informados y para cualquiera que anduviera por allí. Más o menos semejante a Michael Landy en Febrero del 2001, destruyendo de forma casi industrial todas sus pertenencias en unos almacenes provisionalmente vacíos de la concurridísima Oxford Street. Podríamos seguir, pero basten estos ejemplos casi contemporáneos al tinglado de Deller, para indicar de qué van estas iniciativas.
Pero La Batalla de Orgreave iba aún más allá. Trataba de transportar en el tiempo y la distancia, hasta las antiguas cuencas mineras del Norte de Inglaterra en plena batalla campal entre mineros y policías que simbolizaba una de las últimas resistencias obreras al thatcherismo rampante.
Aquello no era una performance institucionalizada. Eran casi 1.000 personas, la inmensa mayoría locales, protagonistas o familiares de quienes se enfrentaron en 1984. Tanto entre los mineros como entre los miles de policías que tendieron una verdadera trampa a los trabajadores, algo que en 1991se reconoció judicialmente como ilegal y merecedor de una reparación económica. Por supuesto, este nuevo y casi ritual enfrentamiento sería filmado para el archivo de Artangel y la cadena de TV privada Channel 4.
Esta es la forma en que La Batalla… se verá en el CA2M de Móstoles hasta el 7 de Junio junto a otras 12 obras de Deller que abarcan prácticamente toda su trayectoria desde 1993, con su goth o emo I ♥ Melancholy (Yo ♥ la melancolía). De la acción exotérica, a su proyección esotérica.
En cierta forma, esto tiene que ver con el proceso de reconocimiento/integración de un artista que hace solo dos años ya representaba híper-institucionalmente al su país, el Reino Unido en la Bienal de Venecia con English Magic (Magia Inglesa). La mitad de las obras aquí presentes son videos-(instalaciones) que en algunos casos se van a más de una hora. Pero la otra mitad son serigrafías, objetos tridimensionales y alguna pintura mural.
Esta exposición, comisariada por Cuauhtémoc Medina y Amanda de la Garza, con la participación del director del CA2M, Ferran Barenblit (que realiza una muy interesante y bastante llana entrevista con el mismo Deller), viajará luego a México DF y a Buenos Aires y el mismo viaje implica que se presente como el testimonio de algunas cosas que tuvieron lugar en otro tiempo y otro espacio.
Por suerte, lo que podría ser un recitado miserabilista de la clase obrera británica, se ve muy tamizado por un latente sentido del humor y por una actitud pop en cuanto Deller está dispuesto a utilizar cualquier espacio y a asumir sus características y contradicciones.
De hecho, la misma exposición se llama El ideal infinitamente variable de lo popular, una idea que en si misma podría haber sido una pieza conceptual. Hay que decir que, en el Reino Unido, lo Popular se funde muchas veces con lo Pop, que en la mayor parte de los otros países europeos ha sido más bien el dominio de la burguesía, media o baja, incluso alta. Esto conduce a una relación entre ambos conceptos, lo Popular y lo Pop que pudo conducir en los setenta a la creación de un estilo musical absolutamente ex Novo llamado Folk (Popular de raíces) cuyas raíces estaban mucho más en el Pop y en la música coral inglesa que en tradiciones musicales prácticamente perdidas desde hacía un siglo.
Es lo que relaciona casi al mismo nivel icónico a los obreros airados de Orgreave (también se exponen fotos de 1984 de Martin Jenkinson) con los falsos Posters sobre el Twist, Beatles, Who o Morrisey. Sin el Pop es difícil imaginar una obra como So Many Ways to Hurt You (The Life and Times of Adrian Street), (Tantas maneras de hacerte daño (Vida y obra de Adrian Street), 2010), las imposibles peripecias de un luchador profesional galés, vestido y maquillado de lo más andróginamente (Glam) y la complicada relación con su familia de tradición minera casi centenaria.
Quizás se también este hálito Pop el que permite que la obra de Jeremy Deller, tan británica cómo podían serlo The Jam, trascienda lo local y pasado se transforme en algo de significado casi universal. De hecho, uno de los videos pertenece a una actuación de su grupo Acid Brass en el programa Lovebox (2005).
Esta exposición, que coincidirá en el CA2M con Punk, (a partir de este mes de Marzo), continúa una línea que relaciona el Arte, la Política y el Pop en una serie que comenzó con Sonic Youth etc.: Sensational Fix (2010) y se continuó luego con Pop Politics, activismos a 33 RPM (2013). Es una forma de explicar cómo la alta y la baja cultura son ideas sobrepasadas por los mismos artistas en su práctica habitual. No necesariamente tampoco, pero si de forma cada vez más normalizada y frecuente. Llevamos ya más de treinta años de trasiego entre disciplinas, formas, espacios y públicos que viven esa misma diversidad. Ya iba siendo hora de reconocerlo.