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La Monarquía en su burbuja

Veinte años ha tardado Antonio López en pintar su retrato de la monarquía española. La obra, que por fin hemos podido ver, se titula La familia de Juan Carlos I y fue inaugurada como colofón de una exposición dedicada al retrato en las colecciones reales. Desde Juan de Flandes, pasando por Goya y Velázquez hasta llegar a este cuadro en el que aparecen los antiguos reyes de España y sus tres hijos. Ninguno casado entonces, todos príncipes.

Antonio López no es, desde luego, el primero que se demora veinte años para concluir un encargo. Tom Wolfe por ejemplo, sufrió un bloqueo literario después de La hoguera de las vanidades y tardó un tiempo parecido para entregar su siguiente novela, que ya había cobrado y gastado. Pero aunque el pintor no sea el único creador lento de este mundo, eso no quiere decir que la gente se lo haya perdonado. De hecho, se ha discutido más de esos años de tardanza en la entrega (y de los 300 mil euros que costó cuando todavía ni siquiera contábamos en euros) que del cuadro en sí.

Una obra sin contexto

Pero vayamos a la obra. ¿Qué nos dice este cuadro? O, más bien, ¿qué es lo que no nos dice? A la vista queda una dinastía sin contexto, aislada de todo y de todos, fuera del tiempo y el espacio. Estos veinte años no parecen haber pasado por el cuadro. Tal vez porque la dinastía es eso: una permanencia incontaminada que atraviesa el tiempo.

La crisis española, los escándalos del país y los propios de la Monarquía, los matrimonios y algún divorcio de los hijos, se difuminan en esta pieza. Como si el artista no hubiera empleado esas famosas dos décadas en llenar su lienzo, sino en vaciarlo.

Las meninas le sirvieron a Michel Foucault como punto de partida para exponer el mundo moderno. Así, en su libro Las palabras y las cosas se sirvió de las diversas miradas de Velázquez como prólogo para abordar la ciencia y la historia, la moneda o el humanismo. Este cuadro de López nos lleva a todo lo contrario. Desde él, España y el mundo no pueden ser explicados por la sencilla razón de que han quedado en las afueras del retrato; en el extrarradio inabarcable de todos sus problemas.

La familia de Juan Carlos I es el mural de una inmensa burbuja. Sin paisaje, sin contacto, sin nada que no sean ellos mismos al margen de la historia.