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Ni musa ni surrealista: el catálogo de Maruja Mallo acaba con la leyenda

Portada del catálogo razonado de óleos de Maruja Mallo

Peio H. Riaño

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De Maruja Mallo (1902-1995) sabíamos que tenía 20 almas y no 14, como había sugerido Ramón Gómez de la Serna. Y hasta hoy desconocíamos que su plan favorito era ir a merendar a Galerías Preciados. También supimos por Salvador Dalí que era “mitad ángel, mitad marisco”, que le vendió una pintura a André Breton en un viaje a París, que con 25 años pintó una ácida verbena multicolor y al poco descubrió el antipaisaje barroco, que se exilió a Buenos Aires huyendo del franquismo, que un año después de su marcha no pudo estar en el pabellón de la República en la Exposición Universal de París, que antes de la Guerra Civil fue una sinsombrero y a su regreso en 1961 una agitadora, que se adelantó dos décadas a Pablo Picasso en el trabajo en cerámica, que era más cercana a la escuela de Vallecas que al Surrealismo, que tenía una mano prodigiosa para el dibujo y era metódica en extremo en sus procesos creativos, que le gustaba hablar durante horas por teléfono, que pintó, pensó y vivió diferente y contra la intolerancia, y que ella, Maruja Mallo, nacida en Viveiro (Lugo) con el nombre de Ana María Gómez González, fue su mejor creación, como dice la historiadora del arte Estrella de Diego. Sabíamos todo lo que hay que saber para construir la leyenda y olvidarnos de la pintora.

Es posible que casi tres décadas después de su muerte seamos capaces de empezar a atender la trascendencia de su obra y bajar el ruido de lo otro. El motivo es el catálogo razonado de la artista gallega, que el galerista Guillermo de Osma ha presentado en el Museo Reina Sofía. El galerista ha trabajado en la revisión y persecución de todas las obras junto con Juan Pérez de Ayala y Antonio Gómez Conde. Ellos tres han estado apoyados por un comité que estuvo presidido por Antonio Bonet Correa. El último hombre en esta ensalada es Lalo Azcona, presidente de la Fundación Azcona que se ha hecho cargo de los costes de producción del preciado libro y que nunca en 20 años había realizado un catálogo de una mujer artista. Quizá por ello Azcona destacó a la pintora Maruja Mallo de una manera que será difícil olvidar: “Era una persona singular, con un aspecto impecable, siempre pintada”. Tras esta llamativa apreciación aprovechó para criticar al “feminismo artificial” de hoy.

“Maruja Mallo era queer

El mejor invento de Maruja Mallo fue Maruja Mallo. Y pronto trascendió como un invento de todos: las leyendas, su extravagancia, su soberanía y su libertad ocultaron a la pintora, que desapareció tras la presencia de ese extraordinario personaje. Estrella de Diego pasó a sus veintitantos años mucho tiempo con Mallo y presenció gran parte de esas anécdotas —que bien merecen un libro al margen del catálogo pictórico—, con las que fue construyéndose un personaje único: “Maruja Mallo era queer porque se fue disfrazando para contarse. Era Andy Warhol porque se presentaba con personalidades diferentes y creó la biografía que le interesó que conociéramos de ella”, ha recordado la catedrática de la Universidad Complutense y Académica de número de la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid durante la presentación en el Museo Nacional Reina Sofía.

Durante el proceso de investigación de la trayectoria creativa de Mallo, los investigadores descubrieron una sorpresa que la pintora había dejado enterrada en la Biblioteca Pública de Nueva York, en 1949. Ese año depositó en la institución norteamericana un ejemplar confeccionado por ella misma, con los recortes de prensa con los que pretendía ser recordada. “Alucinante”, dice Estrella de Diego. El hallazgo fue obra de Dolores Jiménez Blanco, ahora directora General de Bellas Artes en el Ministerio de Cultura y Deporte. “Todavía no somos conscientes de lo que Maruja Mallo ha aportado a la historia del arte”, ha asegurado Guillermo de Osma, que la ha comparado con Frida Kahlo y Georgia O'Keeffe.

Maruja Mallo fue la pintora que estuvo en todas las salsas pero no en los libros de historia del arte. Nunca le dieron el Premio Nacional de Artes Plásticas (que se entregaba desde 1980) y nunca vieron más allá de sus abrigos de pieles y sus maquillajes exagerados. Más preocupados por sus fantasías y sus historias fantásticas que por sus pinturas, Maruja Mallo —tan arrinconada como María Blanchard, Ángeles Santos y Remedios Varo— se convirtió en un icono de los ochenta gracias a la presentadora Paloma Chamorro. Así lo recuerda María Escribano, periodista entonces, que la conoció en una exposición de la mítica Galería Multitud, en el año 1975, y la describe como una mujer independiente, culta, cosmopolita, divertida y muy alejada de la solemnidad de su generación. “Libre de pensamientos y de costumbres”, añade Escribano.

Una artista falsificada

Este catálogo sobre la pintura vital, plena, vibrante y vivaz de Maruja Mallo también servirá para poner fin al rodillo de la falsificación que ha confundido el mercado durante años y a las autoridades gallegas recientemente. Tal y como informó este periódico la Xunta de Galicia avaló una exposición en Lalín (Pontevedra) donde se mostraron 14 óleos y tres dibujos como de Maruja Mallo. Ninguna de las obras de la muestra comisariada por Antón Castro era auténtica.

Esa fue la conclusión a la que llegaron los expertos en sus análisis de las piezas expuestas. Carecen de su “exigencia técnica y rigurosa manera de pintar”. La Xunta avaló y sufragó la muestra y el catálogo a pesar de las dudas que existían sobre las obras antes de la inauguración. De hecho, entre las 147 pinturas y 40 bocetos que conforman la obra documentada de la pintora emblemática no figuran aquellas 17 expuestas en Lalín el pasado año.

Los trabajos de investigación del catálogo arrancaron en 2002 y una parte de las obras que ahí se recogen estarán expuestas en las salas de la colección permanente del Museo Nacional Reina Sofía. Su director, Manuel Borja-Villel, asegura que Maruja Mallo es una figura capital en la estructura del recorrido que ha diseñado. Su obra asomará en varias ocasiones a lo largo del relato que estará ultimado el 26 de noviembre. “Hoy es un gran día para Maruja Mallo y para el mundo del arte”, ha añadido el director del centro.

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