Un robot copia el Partenón y complica la postura del Museo Británico

Peio H. Riaño

18 de julio de 2022 22:42 h

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El Museo Británico se queda sin argumentos. El Instituto de Arqueología Digital, con sede en Oxford, ha puesto contra las cuerdas a la institución cultural más importante del Reino Unido: en el último mes, ha creado las copias exactas de dos piezas de la joya del patrimonio griego, del que casi un 40% del total se conserva en el museo inglés y la mitad en el Museo de la Acrópolis de Atenas. La devolución a Grecia de los mármoles del friso y los frontones del Partenón podría entrar en una fase determinante gracias a una empresa de fresado robotizado, ubicada en Carrara (Italia). Una parte de los bajorrelieves y las esculturas talladas por Fidias y su taller 430 años antes de Cristo, fueron despojados de su lugar entre 1801 y 1805 por orden del oficial británico Thomas Bruce, conde de Elgin, y aprovechando la invasión otomana. 

El Museo Británico compró las antigüedades al conde y las exhibe desde 1816. Tiene 15 metopas, 17 figuras de frontón y 75 metros del friso original de 160 metros de largo y se niega a la restitución de las esculturas consideradas como culminación del arte clásico. El presidente griego, Kyriakos Mitsotakis, colocó el tema en el centro del escenario durante las conversaciones de Downing Street con Boris Johnson en noviembre.

En mayo, la ministra de cultura del país, la arqueóloga Lina Mendoni, dijo a The Guardian: “Lord Elgin usó medios ilícitos e inicuos para confiscar y exportar las esculturas del Partenón, sin un permiso legal real para hacerlo, en un flagrante acto de robo en serie”. El friso a medias es un recordatorio de la humillación que sufrió el país por parte de los turcos y del aristócrata británico y quieren ser reparados.

Las piezas talladas ahora por el robot se van a exponer en los próximos días en Londres en un lugar que todavía no ha sido desvelado. Roger Michel es el director ejecutivo del Instituto de Arqueología Digital, amparado por el British Council, y confirma que las dos piezas que han copiado estarán preparadas para su exhibición a finales de julio, porque “el único propósito del Instituto es alentar la repatriación de los mármoles del Partenón”. La organización explica que copias como esta permitirán que el Museo Británico cumpla “significativamente” con su misión educativa, “al tiempo que se promueve la gestión ética de importantes objetos patrimoniales”. Roger Michel ya se ha reunido con el embajador griego en Reino Unido, Ioannis Raptakis, para contarle la nueva iniciativa “destinada a resolver la disputa de larga duración”. Las versiones robotizadas reemplazarían los originales que posee el Museo Británico, que serían “devueltos a Grecia”. 

Réplicas del pasado

A los miembros del Instituto Arqueológico Digital los apodan los “new monuments men” (en referencia al cuerpo de soldados aliados que se dedicó a rescatar las obras de arte expoliadas por los nazis durante la II Guerra Mundial). La organización creó en 2016 una copia del famoso Arco del Triunfo de Palmira (Siria) de 2.000 años de antigüedad, destruido por el Estado Islámico en 2015. El arco de 15 metros de altura fue hecho de mármol egipcio y se presentó en Trafalgar Square de Londres. También tienen planes para “reimprimir” el Templo de Baal, también en Palmira, y replicar los monumentos trágicamente perdidos en Mosul y Nimrud. 

La tecnología ha avanzado significativamente desde aquellas copias y la fidelidad de las réplicas se ha vuelto más precisa. El nivel de detalle de las versiones contemporáneas es de “escala submilimétrica”. Es decir, el ojo humano no detecta las diferencias. “Será muy difícil detectar las diferencias entre original y copia, incluso para los expertos”, dice Roger Michel. “Todo el mundo entiende que es hora de devolver estos objetos al Partenón y a Grecia, pero hay que tener en cuenta que han estado en posesión de los británicos durante 200 años y se encuentran entre las exhibiciones más queridas del museo”, indica el director. “Es una oportunidad para construir lazos de amistad más profundos entre Grecia y Gran Bretaña. Y los visitantes del Museo Británico no se enfrentarán a una pared en blanco, sino que seguirán viendo lo que vieron sus padres y abuelos”, sostiene Michel. Los visitantes incluso podrán tocar las piezas, a las que se les aplicará su color original. 

Como si fuera Fidias

En marzo, en el Instituto esperaban haber escaneado una de las piezas que se encuentran en el Museo Británico. Pero la dirección del museo rechazó la solicitud formal. De todas maneras, pudieron escanear parte de los mármoles con un iPad preparado para la creación de obras en 3D. A pesar de la negativa del museo a escanearla, el Instituto reproducirá una metopa de las esculturas del Partenón del Museo Británico, que representa una escena de combate entre centauros y lapitas. El objetivo es presentar los resultados a la Misión Permanente de Grecia ante las Naciones Unidas y a los museos de Londres.

Las imágenes digitales se pueden realizar mediante fotografías en 3D o la composición de un modelo digital utilizando fotografías en 2D, como hicieron con la reconstrucción del Arco de Palmira. Luego, el tallado en mármol se demora en completarse entre cuatro y ocho semanas en los talleres de fresado robotizado de la empresa Robotor/TorArt, próxima a las inmensas canteras de Carrara. En la empresa que colabora con el Instituto de Arqueología Digital británico trabajan desde hace años con artistas contemporáneos como Jeff Koons o Maurizio Cattelan. 

Desde la empresa italiana cuentan que los autores han regresado a la mítica piedra, porque ya no necesitan formarse en la técnica. Basta con encargarle a la máquina que realice la pieza. El método es similar al tradicional: parten del bloque de mármol, ese que lleva en su interior la escultura. Lo decía Miguel Ángel. Entonces el brazo robótico miguelangelesco explora las innumerables articulaciones de la materia, a través de la lógica computacional -con estrategias algorítmicas- y una punta de diamante que se encarga de desbastar, modelar y perfilar.  

En España, el debate de la réplica y el original sucedió en 2016 ante la degradación irreversible de las cuevas de Altamira por la presión del turismo. Un informe del CSIC dejó claro que cualquier régimen de apertura promocionaba los organismos que ejercen un factor destructivo. Lo más razonable era el cierre, como ya ocurre en otras cuevas, y desviar el flujo turístico a la réplica de la cueva. Sin embargo, el especialista Gäel de Guichen redactó el plan director en el que apostó por reabrirla. 

La justificación que dio para tomar la controvertida decisión fue que “la experiencia sensitiva y emocional” no era posible en la copia. En el centro de la polémica se encontraba la supuesta incapacidad de una copia para emocionar al público. Para los expertos del CSIC, este argumento fue demasiado débil como para tenerlo en cuenta, aunque las autoridades responsables no les atendieron. De hecho, la réplica reproduce mucho mejor los detalles de la cueva, que es un espacio resultado del deterioro de la cavidad tras el último periodo glaciar. La realidad paleolítica era muy distinta: penumbra y sin apenas sitio para estar de pie.