25 años de 'Kids', la película que estremeció a los padres de la Generación X
En julio de 1995, se estrenó una de esas películas que ningún adolescente querría ver junto a sus padres. En aquel momento se armó un revuelo considerable entre el público adulto cuando las pantallas de cine expusieron el experimento audiovisual titulado Kids dirigido por Larry Clark con guión de Harmony Korine. Por el contrario, para muchos jóvenes se convirtió en un filme de culto de forma automática. De hecho, 25 años después, aquellos que vivieron el momento aún siguen dándole vueltas.
Clark y Korine se conocieron cuando el segundo le dio un vídeo de los que grababa en el instituto con su cámara de 16 mm. Tenía 19 años y el realizador le llamó al día siguiente para proponerle hacer una película sobre adolescentes neoyorquinos. Solo tardó una semana en tener listo el guión, que escribió en el sótano de la casa de su abuela en Queens.
Era la primera película que iba a hacer cada uno. El director era en realidad un fotógrafo que, según su trabajo, parecía obsesionado con el lado oscuro de la adolescencia. Hasta entonces había publicado varios libros protagonizados por chavales: Tulsa (1971), en el que retrató el sexo, las drogas y la violencia de su ciudad natal, Oklahoma. Con Teenage Lust (1984) volvió a centrarse en el mismo sector de la sociedad y consiguió la misma reacción que con Kids. El autor escribió en 1974 que “desde que me convertí en fotógrafo siempre quise retroceder en el tiempo… en 1972 y en 1973 los chicos pequeños del barrio me introdujeron en su escena de lujuria y me hicieron regresar”.
Por supuesto, mucha gente etiquetó como viejo verde a Clark y el Washington Post llegó a definir su película como: “pornografía infantil disfrazada de documental. Ambientada en una tierra nihilista de Nunca Jamás, esta película obscena sigue las aventuras de Telly (Leo Fitzpatrick), un niño de 16 años que se especializa en desflorar a las ‘jovencitas’. A excepción de los pedófilos, es difícil imaginar a quién se sentirá atraído por este irresponsable show de Little Bo Peep”.
Sin embargo, ni para los protagonistas ni para el guionista –ni para los fans, claro– aquello era para tanto. De hecho, exceptuando el tema del sexo, lo demás representaba bastante bien su realidad. En el Nueva York que el alcalde Rudy Giuliani aún no había terminado de limpiar con su Estrategia Policiaca Número Cinco (o tolerancia cero), los skaters se pasaban el día en la calle, fumaban marihuana, se colocaban con gas de la risa [óxido nitroso], bebían cerveza Olde english 800 y meaban en las paredes.
Ninguno de los actores era profesional. La mayoría eran skaters que paraban en Washington Square Park, a los que Korine conocía de patinar. Clark, siguiendo su ‘modus operandi’ habitual, quiso meterse en el hábitat de los muchachos y con 52 años aprendió a montar en monopatín. “Me rompí el hombro. Mis rodillas están todavía hechas polvo. Pagué el precio, pero realmente quería hacerlo. Finalmente me aceptaron, era como un joven de 50 años”, explicó en The New York Times.
Que los personajes pertenecieran a esa 'subcultura' no solo vino dado porque Korine fuese cercano a ella. Los patinadores se pasaban la vida en la calle y el único requisito para entrar en el grupo era saber patinar (aunque en aquella época todavía imperaba la homofobia y hubiese muy pocas patinadoras), lo que daba pie a que los personajes fuesen muy diferentes entre sí y las situaciones variadas.
Indudablemente también influyó la estética, tanto por el aspecto de los actores y actrices como por el lenguaje audiovisual. En muchas ocasiones el ‘efecto documental’ recuerda a los vídeos que los propios skaters se grababan en los 90, experimentales y bastante avanzados (de ahí salieron realizadores estrella como Spike Jonze).
El día en el que cabe una vida
El guión de Korine no pretende contar una historia trascendental, aunque en ciertos momentos lo sea. La película empieza con Casper (Justin Pierce) recogiendo a Telly (Leo Fitzpatrick) en la casa de una de sus muy jóvenes conquistas –presume de acabar con la virginidad de las chicas– para ir al piso de otros colegas a fumar, aspirar gas y hablar de sexo.
Por otro lado está el grupo de las chicas, que en un prototipo de habitación de adolescente estadounidense, hablan de chicos y experiencias sexuales. Jennie (Chloë Sevigny) acaba de perder su virginidad con Telly y está dolida porque la ignora. Con ella están su amiga Ruby (Rosario Dawson) y otras jóvenes que parlotean sobre sexo. Las escenas van alternándose y dejando claro que ellos no tienen ni idea de lo que les gusta a ellas.
El día transcurre para todos con normalidad salpicada con episodios impactantes (la escena de la paliza a tablazos es una de las más recordadas) mientras que Jenny descubre que tiene VIH cuando acompaña a Ruby a hacerse la prueba. A partir de ahí se pasa el día intentando encontrar a Telly hasta que acaba en una fiesta donde Casper la viola mientras está inconsciente. “Tranquila, Jenny. Soy yo, Casper”, puede que sea la frase más recordada de toda la película.
El filme obtuvo la calificación de NC-17 (no recomendada para menores de 17 años) por lo que Harvey Weinstein, que la había comprado con entusiasmo por 3,5 millones de dólares, no podía distribuirla a través de Miramax, propiedad de Disney Co. Finalmente, el productor creó una compañía nueva, Shining Excalibur Films, para poder distribuirla sin clasificación. La película recaudó unos 7 millones en taquilla durante ese verano.
El éxito marcó la vida de los implicados en el filme de manera muy diferente. Leo Fitzpatrick se mudó a Londres, en parte huyendo de la ira de un público que pensaba que la película era un documental que recogía hechos reales. Años después volvió a Nueva York y actuó en algunas series como The Wire y Sons of Anarchy. Actualmente se ha volcado más en su faceta de DJ y artista, aunque puntualmente actúa en ficciones como Broad City.
Larry Clark siguió dirigiendo películas centradas en el reverso incómodo del mundo de los adolescentes como Bully (2001), Ken Park (2002) o Marfa Girl 2 (2018). Harmony Korine también continuó en el mundo del cine con su pose irreverente –en Youtube es fácil encontrar recopilaciones de “sus mejores apariciones” en el programa de David Letterman– y en 2012 estrenó uno de sus trabajos más reconocidos, la película Spring Breakers.
Chloë Sevigny ya apuntaba maneras antes de Kids. Chica ‘cool’ de Nueva York, había protagonizado un videoclip de Sonic Youth y había sido modelo para la marca de Kim Gordon, Sassy. En 1999 obtuvo una nominación al Oscar por su actuación en Boys Don’t Cry y apareció en numerosas películas como American Psycho (2002), Dogville (2003) o The Dinner (2017) y series como Big Love (2006). Paralelamente, su carrera se desarrolló en el mundo de la moda como diseñadora para marcas como Opening Ceremony y modelo.
También se convirtió en estrella Rosario Dawson, la chica a la que sus padres acompañaban al plató en el rodaje de Kids y que ni siquiera había dado un beso cuando se rodó la película, nada que ver con su personaje. En su extensa filmografía aparecen películas como Sin City (2005), Death Proof (2007), Top Five (2014) o Zombieland: Double Tap (2019).
Peor suerte corrieron otros dos de los protagonistas. Por un lado, Justin Pierce se mudó a Los Ángeles para seguir con su carrera como actor. En el 2000 tuvo un papel en la pelicula Next Friday con Ice Cube, pero ese mismo año apareció ahorcado en el hotel Bellagio de Las Vegas. Nadie sabe la causa de su muerte y en su momento Clark declaró que no creía que en realidad quisiera suicidarse, pero que nadie estaba con él pero la duda sobre lo que pasó quedó en el aire.
Harold Hunter interpretó a un skater que podría ser él mismo (como también lo hizo Pierce). Carismático y muy popular dentro del mundillo skater, después de Kids tuvo papeles en algunas películas menores como Salvar el último Baile (2001), pero en 2006 murió de un ataque al corazón provocado por una sobredosis de cocaína en su apartamento.
En 2007 se instituyó la Harold Hunter Foundation, una organización sin ánimo de lucro destinada a dar apoyo, oportunidades y ayuda a los jóvenes skaters (especialmente de comunidades desfavorecidas) de Nueva York: “para que puedan alcanzar su máximo potencial como skaters y como personas. Nuestro objetivo es aprovechar el poder del skate para transformar vidas”.
En 2015, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la película, Korine declaró en The Guardian que: “Sería imposible hacer esa película ahora. Nunca podrías salirte con la tuya”. Puede que tenga razón, por la conciencia que la sociedad ha tomado acerca de temas como la violación, la violencia o el sida. O también porque en 2020 Jenny tendría un móvil con el que enviar un mensaje a Teddy en lugar de buscarle por toda la ciudad.
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