Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Aldama zarandea al PSOE a las puertas de su congreso más descafeinado
Corazonadas en la consulta: “Ves entrar a un paciente y sabes si está bien o mal”
OPINIÓN | Días de ruido y furia, por Enric González

'(500) días juntos', diez años de una falacia obsesivo-inofensiva

(500) días juntos

Mónica Zas Marcos

A veces no hay mejor termómetro que el cine para medir el fervor social y el paso del tiempo. Hace diez años se estrenaba en nuestro país una falacia disfrazada de pastel nupcial llamada (500) días juntos. La mentira empezaba con la traducción al español del título, que en inglés hacía referencia a Summer, nombre de la chica protagonista, y al periodo estival en el que empezaba su lío con un compañero de trabajo.

La cosa seguía con el subtítulo original de la cinta, que alertaba de que no era una historia de amor, sino sobre el amor. Tampoco era cierto. De hecho, eran mucho más precisas las líneas que encabezaban el cartel en español: “Chico conoce a chica. Chico se enamora. Chica no”.

¿Y qué simbolizan los 500 días entonces? La suma del breve romance y el largo duelo que vive él demonizando a Summer y asumiendo que la futura madre de sus hijos no quiere ser tal y no le corresponde. Por lo tanto, la película dirigida por Marc Webb no solo no trata sobre el amor, sino que es el mejor reflejo de las obsesiones romántico- inofensivas de la última década.

La siguiente es una obra de ficción, cualquier parecido con algún personaje vivo o muerto es mera coincidencia.
Especialmente contigo, Jenny Beckman.
Bitch.

- Nota de los guionistas al comienzo de la película.

Lo que ha hecho el tiempo con (500) días juntos es directamente proporcional a cómo percibimos esos mitos folletinescos en la vida real. Los críticos etiquetaron unánimes a Summer (Zooey Deschanel) como la mala de la película. Una perra sin sentimientos que confundió al papanatas de Tom (Joseph Gordon Levitt) con una fachada de color pastel, lacitos en el pelo y el rechazo frente a un plato de tortitas más humillante que han visto las dos dimensiones.

Por desgracia para Summer, había muchos Tom pululando por el mundo del cine en 2009, ellos y ellas. Pero justo los primeros habían acuñado dos años antes un término para definir a esas criaturas burbujeantes que intervienen en la vida de un hombre hechizándolo con candidez y una pizca de locura: la Manic Pixie Dream Girl (MPDG).

Summer empezó a formar parte de un pelotón de “maníacas adorables” que reducía cualquier personaje espontáneo e independiente a unas siglas bochornosas. Habían caído nuevos fenómenos, como ella o Amèlie, y también algunos de los clásicos más queridos de la historia, como Annie Hall.

Pero nadie parecía darse cuenta de que (500) días juntos, al igual que el filme de Woody Allen, se narra siempre desde el punto de vista masculino. Nadie, excepto los actores que daban vida a Tom y a Summer en la película. “Me sorprende muchísimo cuando vienen mujeres y me dicen: ¡cómo odié a tu personaje! ¿En serio? ¡Si se lo dejó todo claro desde el principio!”, dijo Deschanel a EW en una entrevista por el décimo aniversario.

No es extraño que ella defienda a Summer. Al fin y al cabo tuvo que sufrir el escarnio público de la MPDG y en respuesta creó la serie New Girl para derribar los prejuicios. Lo que pilló por sorpresa es que Gordon Levitt se enfrentase también a aquellos fans que han vivido engañados por el mito del amor romántico todo este tiempo. Primero lo hizo en una entrevista para Playboy y después varias veces en Twitter.

“El mensaje de (500) días juntos de ”él está tan pillado por ti“ puede resultar atractivo para algunas mujeres y hombres, especialmente para los más jóvenes. Pero animaría a cualquiera que adore mi personaje a que la vea de nuevo y examine lo egoísta que es”, explicó el actor a la revista en 2012.

Aunque la película comienza con la nota de los guionistas -dos hombres- parodiando el despecho que siente Tom, la trama deja bastante claro que es él quien persigue su camino hacia la desesperación. Y lo encuentra. Sin embargo, en aquel momento se aplaudió que el malparado de la pareja fuese el hombre y ella por fin la que “llevaba los pantalones” en una comedia romántica. La insensible, la vividora, la que lo usa y lo tira como un chicle.

El problema es que esa concepción es tan sexista como el propio dicho de “llevar los pantalones”. Summer no es el “tío malo” ni la jugadora. La intención de Marc Webb no era travestir a su personaje femenino con los peores estereotipos cinematográficos del hombre. Justo al contrario. Quería demostrar que nos han enseñado a empatizar con el tipo bueno, el Ted de Cómo conocí a vuestra madre, el Mark de Love Actually o el Will de Notting Hill, y a odiar a las Robin, Juliet y Anna que les rompen el corazón.

Pero, ¿alguien se ha preguntado qué querían ellas? “Tom desarrolla una obsesión levemente delirante sobre una chica en la que proyecta todas sus fantasías. Piensa que ella le dará sentido a su vida porque no le importa nada más”, resumió Gordon Levitt. “Eso es enamorarse de la idea de una persona, no de la persona real ”.

Tom escucha a Summer en el karaoke y se la imagina haciendo reír a sus amigos, pasean por Ikea y se la imagina amueblando su casa nueva, se dan unos besos en el ascensor y les imagina teniendo sexo desenfrenado en la oficina, tararea There is a light that never goes out y se imagina saltando juntos en un concierto de los Smiths. Pero el verbo clave es el mismo: imaginar.

Parece mentira lo mucho que cala el tiempo en una cinta y lo mal que puede envejecer un guion en cuestión de horas. Cuando se celebró un lustro de (500) días juntos, muchos reconocieron que Summer solo era villana en la película que se había montado Tom, y que esta historia no entendía de buenos ni de malos, solo de caminos cruzados.

Eso se debe a que en este tiempo se han escrito más personajes femeninos complejos que lucen su sexualidad y su independencia sin que el objetivo sea hacer trizas a un pobre diablo. “¿No crees que una mujer pueda disfrutar siendo libre?”, pregunta ella en el karaoke a sus dos compañeros masculinos. “¿Eres lesbiana?”, le espeta uno en tono jocoso. “No, no soy lesbiana. Solo no me siento cómoda siendo la novia de nadie. Bueno, siendo nada propiedad de nadie”, contesta.

Parece que los espectadores prestaron tan poca atención a esta conversación como Tom, que aún así se empecinó en convertirla en un artículo de su propiedad. Tampoco a cuando dice que no cree en las relaciones ni en la exclusividad. Solo en los momentos en los que la pantalla se parte, descubrimos un poco de la Summer real, pues hasta ese momento es nada más que una fantasía complaciente con las inseguridades de Tom.

(500) días juntos no es una película de buenos y malos, efectivamente, pero sí de egoístas y equivocados. La primera fase fue la de proyectar todos los horrores en ella. La segunda también, pero permitiéndole errar como mujer (pobre, no se daba cuenta de que Tom era lo que la convenía). Han tenido que pasar nada menos que diez años para que la opinión pública admitiese que el desacertado y el ególatra era él, porque sus protagonistas lo tenían claro desde hace mucho tiempo.

Obsesionarse con una persona e imaginar un futuro a su lado no es patrimonio de los hombres ni es un sentimiento machista. (500) días juntos tampoco lo es. Lo malo de esta cinta fue nacer al calor de la Manic Pixie Dream Girl, pues no existía aún su equivalente masculino. Ahora tampoco, pero nos quedamos con el término acuñado por GQ del PYBS (Perfecto Yerno en Busca de Suegra) y que diez años más tarde es el ideal para definir a Tom.

Con estas siglas en mente, debemos derribar la falacia siguiendo el consejo de Joseph Gordon Levitt: “Creo que lo realmente divertido es intentar verla y ponerse en los pies de Summer durante toda la película”. Ha llegado el décimo verano y, con él, su más que merecido turno.

Etiquetas
stats