“No quiero vivir en un país en el que haya miedo a una película”
David Ilundain dirige B. En ella, Pedro Casablanc y Manolo Solo interpretan a Luis Bárcenas y al juez Ruz, respectivamente, en la confesión que durante cinco horas el extesorero del PP prestó en una sala de lo social de la Audiencia Nacional en julio de 2013. A la película, desde su estreno el pasado viernes 18, le ha rodeado la polémica: primero, una -cuasi- manipulación en el telediario de TVE ese mismo día y después, problemas para incrustar el tráiler en Facebook. El propio director subió un vídeo a Youtube denunciando ambas cosas, pero eso no sería nada comparado con lo que vendría luego: tan solo 16 salas -al principio- en todo el país proyectarían B, cuando en origen se preveía su estreno en muchas más.
Enrique Costa, de Avalon -la distribuidora del filme-, contaba ayer a eldiario.es que “había salas a las que le interesaba la película al principio”, pero que luego perdieron ese interés. “Los cines que no han cogido B ha sido por decisión empresarial”, añadiría más tarde. No era difícil notar al otro lado del teléfono un cierto hastío, mezclado con la decepción de lo que parece que va a ser pero al final no es. Un tono parecido tenían las palabras de David Ilundain, cuya desazón en el vídeo era latente: “No nos lo van a poner fácil”, decía, y a su vez solicitaba a todo el mundo apoyo en redes sociales con el hashtag #QuieroVerB. Ahora, cuatro días después y con la marea ya baja, hemos hablado con él.
¿Cómo os sentís todo el equipo que ha hecho la película?
Por una parte orgullosos. Lo hemos sacado adelante sin televisiones y sin ayudas públicas. Todos nos dijeron no. Así que estamos tres productoras pequeñitas (Inicia, Bolo y Settembre), productores asociados (particulares que han puesto ahorros) y 597 mecenas del crowdfunding. El equipo ha currado con una profesionalidad brutal, que se ve en el resultado.
Por otra parte decepcionados por las zancadillas. Pero son muchos más los apoyos, las buenas críticas y el movimiento en internet #QuieroVerB.
¿Os esperábais esta acogida?
Somos una película pequeña. Nunca hubiéramos llegado a todos los rincones el primer fin de semana. Pero sí queríamos llegar a más ciudades en las que creíamos (y ahora sabemos por los mensajes que nos mandan) que había público.
¿Hubo exhibidores que dijeron “sí” en un primer momento a proyectar la película en sus salas pero que luego se retiraron?
Los exhibidores son dueños de sus cines y por tanto, programan lo que quieren. Pero es una decepción que seamos la película más taquillera del Princesa en Madrid y nos la rechacen en Valencia, por poner un ejemplo.
Entonces, ¿cómo se explica eso? ¿Hay miedo?
Las razones yo no las sé. Si es miedo, no lo entiendo. ¿Miedo a una película? ¿Pero la han visto? ¡Si es literal lo que pasó en la Audiencia! ¡No hemos añadido nada!
En Avalon, nadie del ejecutivo de Rajoy se ha puesto en contacto con ellos. Sin embargo, ¿cómo puede ser posible que en ciudades como Madrid o Barcelona -hasta ayer tarde- hubiera una sola sala que proyectase B?B
No lo sé. Yo no he pronunciado la palabra “Censura” pero los medios han hablado en esos términos. Censura es una palabra muy gruesa. Censura es lo que sufría Berlanga y fue capaz de hacer El verdugo, o censura puede ser el corte (por orden judicial) que sufrió el documental Ciutat Morta antes de ser emitido el año pasado en TV3.
A nosotros, ni nos prohíben ni nos cortan. Pero si no nos exhiben por miedo, es un síntoma de “enfermedad democrática”. Una película con espectadores y sin salas es un sinsentido.
Yelmo Cines primero echó la culpa a la distribuidora de B cuando un usuario en Twitter preguntó por qué no la ponían en sus salas y después negó tajantemente la proyección. ¿Por qué?B
Twitter es muy traicionero. Una conversación ahí es fácil de malinterpretar. Las cadenas grandes como Yelmo y Cinesa tienen algunas salas en las que nos encantaría exhibir, como los Ideal de Madrid. Incluso, serían las únicas en tener copias de la película en otras ciudades a las que aún no hemos llegado. A mí me encantaría, pero ellos son dueños de sus programaciones. Ellos deciden.
¿Quién tiene más miedo, el Gobierno o los propios exhibidores a proyectar B?B
Basta de hablar de miedo. No quiero vivir en un país en el que haya miedo a una película. Nos vemos en el cine.