La película sobre el aborto en Chad que muestra que “el patriarcado y la religión controlan a la mujer”
Abortar en Chad es ilegal. Cualquier mujer que aborte se enfrenta a una pena de prisión de entre cinco y diez años. Además, el señalamiento de una comunidad machista que las machaca. Los médicos que las ayuden son inhabilitados y también pueden ir a la cárcel. Lograr un aborto es una misión de riesgo en el que las mujeres que deciden hacerlo ponen su vida en peligro haciéndolo de forma clandestina.
Cuando el año pasado se presentó la película Lingui, lazos sagrados, en el Festival de Cannes, nadie esperaba que derechos que parecían logrados y asegurados estuvieran en peligro en países como EEUU. Ahora, tras la sentencia del Tribunal Supremo que abre la posibilidad a que los estados más conservadores prohiban el aborto, resulta transparente la necesidad de películas como esta, que muestran que nunca hay que dar ni un paso atrás y que la diferencia entre África y los países occidentales, a veces no es tan grande como parece desde nuestra atalaya de privilegios.
El título de la película hace referencia a “un concepto de la cultura tradicional que significa vivir juntos”. “Hacerlo con cohesión y en paz, y Lingui habla de esa solidaridad que tenemos hacia los otros, de cuidarnos en comunidad. Es una idea de solidaridad”, explica el director Mahamat-Saleh Haroun. Su película nació al leer los periódicos de Chad, donde siempre había sucesos sobre “niños estrangulados en las letrinas, en la basura, en un pozo…”. “Eso me recordó a algo que me traumatizó en mi infancia, cuando yo tenía siete años y encontraron a un recién nacido en mi ciudad y recuerdo a las mujeres hablar de ello intentando que yo no me enterara. Años después me di cuenta de que esta tragedia seguía ocurriendo y quería mostrarlo en una película”, dice.
La película muestra la sororidad que surge entre las mujeres de la comunidad, únicas que protegerán a la joven María en su decisión de abortar. Mujeres que para el director son “heroínas cotidianas”. “Son mujeres que luchan y que tratan de cambiar su vida diaria. En la topografía de las casas de Chad tenemos un primer patio que pertenece a los hombres, y otro más al fondo, que es el de las mujeres. Yo hasta ahora había estado en ese primer patio contando historias de los hombres. Ahora me he adentrado en el de las mujeres y voy a empezar a contar sus historias”.
Hasta ahora su cine había pertenecido a los hombres, pero cree que “es importante contar lo que les ocurre, porque las mujeres llevan mucho más que la casa”. “Es un homenaje a todas ellas, también a las que me cuidaron, mi madre, mi abuela. Mi abuela se divorció en 1941, cogió a su hijo y lo subió a un caballo para irse. La persiguieron y le arrancaron al niño. Ella nunca volvió a casarse, pero luchó toda su vida. Son mujeres como ella que existen y que luchan porque las cosas cambien y es un homenaje a esas figuras a través de esta película”, cuenta el director, uno de los pocos cineastas que muestra la realidad de la mujer en África.
Mahamat-Saleh Haroun sabe que Lingui es ahora “más actual todavía”, porque tiene claro que “cuando se trata de los derechos de las mujeres, la lucha nunca se acaba, porque siempre hay una tendencia a la regresión, a ir para atrás”. “Siempre va a haber alguien que quite un derecho adquirido. El patriarcado no muere nunca, es como una mala hierba, que la arrancas y vuelve a crecer. Continúa ocupando espacio y siempre va a ir contra los más débiles. Desgraciadamente, si cogemos el ejemplo del aborto y lo que ha pasado en EEUU, vemos que las mujeres no han ganado la batalla”.
El patriarcado no muere nunca, es como una mala hierba, que la arrancas y vuelve a crecer. Continúa ocupando espacio y siempre va a ir contra los más débiles
Para el director hay dos culpables de esta situación, “el patriarcado y la religión, que quieren controlar el cuerpo de las mujeres y disfrutar de ese cuerpo”. “Evitar que las mujeres tengan derecho sobre él y puedan decidir lo que quieren hacer con él. Esa es la tragedia. Es una especie de colonización del cuerpo de las mujeres, que no pueden tener su propia autonomía sobre sí mismas. Eso es una constante en la historia, desde la noche de los tiempos. Por eso debemos ser todos feministas, porque el feminismo es una especie de humanismo y ese debería ser el valor primordial en esta tierra”.
Lingui ha conseguido estrenarse en Chad. Hace apenas una semana se proyectó gracias a una asociación que la ha mostrado por todo el país y organizado debates con mujeres para hablar sobre el aborto en el país. Una acogida “formidable” que ha hecho que incluso se formen asambleas para pedir el derecho al aborto en el país. La actriz protagonista se ha convertido en todo un símbolo e incluso le han pedido “ser la portavoz de la asociación”. Quienes no la han visto son “los islamistas”: “Si me preguntas por los islamistas, pues te diré que no han dicho nada porque no la han visto. La película no ha pasado por la televisión y ellos no van al cine, así que no han visto la película y no se han metido con nosotros”.
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