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'Supernovas': cuando la ciencia ficción revisada en clave feminista aporta claves sobre nuestro presente

Fragmento de la ilustracion de portada del libro de McCausland y Salgado

Ignasi Franch

Elisa McCausland, autora de Wonder Woman: el feminismo como superpoder, y Diego Salgado llevan años estudiando la cultura contemporánea, usualmente en forma de críticas de cine y cómic. Lo hacen en equipo mediante la letra escrita en cabeceras como Dirigido Por o la grabación de su podcast Trincheras de la cultura pop. Ahora publican su primer libro juntos: Supernovas, una historia feminista de la ciencia ficción audiovisual, de la mano de la editorial Errata Naturae.

Un ensayo que, desde su prólogo, se nos presenta como una declaración de intenciones en favor de un análisis desprejuiciado. Una de sus conclusiones es que la ciencia ficción gráfica y audiovisual “deja que desear en cuanto a su compromiso feminista”. Pero según los autores, “eso no impide sin embargo que el género sea susceptible de generar imágenes muy sugerentes e incluso subversivas, se haya pretendido o no. Lo inconsciente, y misógino en los peores casos, puede brindar la posilidad de hacer interpretaciones profundamente delatoras de un sistema”.

La perspectiva de género se incorpora en el análisis con una vocación indagatoria, intentando rehuir los prejuicios: “En lo que hacemos, y no solo en lo que respecta a este libro, preferimos siempre depositar una mirada abierta al objeto de estudio. Creemos que da lugar a lecturas más enriquecedoras, e incluso que abre puertas y ventanas impensadas a aspectos que nos parece no se podrían apreciar mediante aproximaciones más codificadas”, afirman.

Del mainstream global y más allá

mainstreamPor momentos Supernovas resulta desbordante. Diversas lineas de análisis y tesis se entrelazan, se complementan y friccionan. Los autores ofrecen centenares de referencias de películas y series de televisión, sumando alusiones fugaces y análisis detenidos. A pesar de que el subtítulo del libro nos hable de ciencia ficción audiovisual, los autores dedican mucho espacio a los nexos establecidos con la literatura -que sale mejor parada gracias al peso de propuestas feministas como las firmadas por Ursula K. Le Guin-, el cómic e incluso la ilustración de portadas de libros y revistas como la mítica Weird Tales, de juegos de rol y de cartas...

El repaso abraza todo tipo de materiales pero quizá dedica una atención especial a algunos clásicos. Resulta obligado hacer una parada en los dípticos originales de las sagas Alien y Terminator, no solo por su popularidad. Según los autores de Supernovas, “es imposible no prestar la atención debida a iconos de origen estadounidense como los personajes de Ellen Ripley o Sarah Connor. Esa dimensión icónica que ha recaído sobre ambas ha derivado, a nuestro juicio, en algunos lugares comunes interpretativos. Hemos puesto en cuestión aproximaciones previas y sometemos la nuestra a la consideración del público de 2019”.

La muy activa ciencia ficción anglosajona aparece ampliamente representada, pero los autores del ensayo aportan capítulos individuales dedicados a la producción alemana y a la japonesa, o introducciones a la producción española e hispanoamericana y a la que ha emergido de Rusia, Corea del Sur u otros países en la periferia de la cultura pop global.

McCausland y Salgado revelan su intuición de que “en pocos años el audiovisual fantástico producido en latitudes como la china, la africana o la latinoamericana va a ir a mucho más. Nuestro trabajo en las páginas dedicadas a ellas ha de leerse sobre todo como un work in progress”.

Históricamente, también se equilibra la mirada a las ficciones contemporáneas con las páginas dedicadas a historias creadas muchas décadas atrás. El lector puede descubrir sueños y pesadillas del sufragismo -El último varón sobre la Tierra-, distopías fílmicas generadas alrededor de la sangrante I Guerra Mundial -England's menace- o seriales cinematográficos mudos o sonoros de aires pulp protagonizados por mujeres -La dueña del mundo, The screaming shadow-. Y valorar las controvertidas aportaciones de la talentosa filonazi Thea Von Harbou, autora de la novela Metrópolis y co-guionista de su adaptación fílmica.

El deseo de los autores de trascender lo literal, unido a la abundancia de ficciones poco conscientes políticamente, provoca que domine el análisis de las contradicciones latentes en las imágenes, de los múltiples significados que estas pueden generar. Véase, por ejemplo, cómo describen McCausland y Salgado el papel de la teniente Uhura en la Star Trek original, o las múltiples connotaciones, ahora misóginas, ahora autoconscientes de un sexismo del que no puede escapar ni la ficticia Federación de Planetas Unidos, del capítulo final de esta misma serie.

Las ambivalencias también alcanzan a la figura de la final girl. la superviviente de los asesinatos seriados del cine slasher, paradigma de mujer resistente que, a la vez, suele encajar en el estereotipo de buena chica según el punto de vista patriarcal. O a las representaciones de las heroínas de acción fantástica, por ejemplo, las mencionadas Ripley y Sarah Connor tal y como los trató el cineasta James Cameron: son mujeres fuertes pero con un pie en el fetichismo masculino de chicks with guns -tías con pistolas-, que pasaría de la serie B a los multisalas a través de Resident evil, Underworld o la ahora olvidada Barb Wire.

En opinión de McCausland y Salgado, “el caso de Cameron es apasionante porque nadie puede negar a estas alturas el compromiso feminista de su ciencia ficcion, y sin embargo surge en buena medida de una sublimación muy particular de la mujer fuerte. Un aspecto, creemos, no está reñido con el otro”.

Cuestionar sin ajustar cuentas

Resulta inevitable prestar especial atención a los análisis de las ficciones que proyectan de manera más evidente un sentimiento de amenaza hacia la liberación de la mujer, o que están recorridos por este. En este aspecto, encontramos en el libro alusiones a distopías de poderes femeninos opresores o genocidas y aventuras sobre hallazgos de sociedades ginocéntricas que se identifican con cultos apolillados, opuestos a una civilización androcéntrica de progreso y tecnología.

En algunas propuestas, las interpretaciones devienen menos claras. Si las heroínas de acción cameronianas resultan figuras ambivalentes, también lo son algunas fantasías de mujeres hipersexualizadas que, en determinados aspectos, matizan opresiones previas. La protagonista de Barbarella, por ejemplo, puede servir para ilustrar las contradicciones de la revolución sexual.

Esta heroína encarnada por Jane Fonda, junto con otros personajes del hormonal cine de los 60 y los primeros 70, rompe con varias tradiciones de lo femenino en la ciencia ficcion: figuras asexuales o dotadas de una sexualidad pasiva que solo el hombre podrá despertar y dirigir.

A la vez que estas nuevas mujeres no dejan de estar encadenadas a una función erotizadora. La revolución sexual conlleva un legado amargo del que han hablado creadoras como Anna Biller (The love witch) y al que se alude en Supernovas mediante una cita de Álvaro Pons: “las mujeres emancipadas se ven reducidas a menudo al papel de amantes, de chicas alegres que ya no pueden plantear exigencias de ningún otro tipo, dado que ellas mismas [lo] han querido así”.

McCausland y Salgado pueden apostar por un acercamiento analítico sin ánimo condenatorio, pero su ensayo incluye algunos dardos a los creadores, así como a la industria del audiovisual fantástico y sus inercias. Por eso firman frases como: “Las mujeres han terminado por revelarse las extraterrestres más ignoradas de la ciencia ficción”.

Cabría destacar lo pertinente de esta mirada en contextos francamente adversos para la reivindicación feminista como en plena resaca del victorianismo o durante los años de presión patriótica, derechista y sexista del macartismo. Pero también en épocas más recientes en que frikis y nerds se han convertido en los 'niños-emperador' a los que la cultura pop parece servir casi en exclusiva. Y que llegan a reaccionar con furia a los guiños a la diversidad del Hollywood reciente.

Los autores del libro declaran que sus críticas tienen objetivo diferentes “dependiendo de cada momento histórico, de cada sistema de producción y sus respectivos destinatarios”. De hecho, “puede haber títulos en los que existe una sintonía absoluta entre los creadores, el fandom y unas convenciones determinadas del fantástico, mientras que en otros existen una serie de tensiones que producen efectos muy interesantes”, subrayan.

La prioridad de Supernovas es estimular la reflexión. Visibilizando la aportación de creadoras como la ilustradora Margaret Brundage, aunque no teniendo entre sus prioridades el llevar a cabo una clasificación entre obras que encajen mejor o peor en los idearios feministas. Aún así, implícitamente, ofrecen un goteo de títulos a considerar por salirse de las inercias androcéntricas: cada lector deberá tener cerca lápiz y libreta para apuntar los títulos que más se atengan a sus intereses.

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