Viggo Mortensen: “No se puede recortar en cultura: es parte de la salud mental del pueblo, como la enseñanza”
Viggo Mortensen (Nueva York, 1958) regresó al cine para ver una película en cuanto las medidas del desconfinamiento lo permitieron. Pese al temor inicial, el actor recuerda que pronto experimentó de nuevo la sensación “especial” de compartir una historia en pantalla grande en la oscuridad con extraños. “A veces, no siempre, una película te cambia, te marca. El arte te hace reflexionar. La cultura te saca de tu rincón y te relacionas con los demás de otra manera. El horizonte es más amplio de repente, por un momento”, medita Mortensen en una entrevista con elDiario.es.
Con más de tres décadas de carrera en el cine a sus espaldas −es protagonista de películas como Promesas del Este, Green Book o la trilogía de El señor de los Anillos−, hace una semana recibió el premio Donostia del Festival de San Sebastián. Este viernes llega a los cines su debut como director: Falling, un amargo drama familiar que explora la relación entre un hijo, encarnado por el propio Mortensen, y su padre (Lance Henriksen), un hombre atenazado por el inicio de una demencia que mezcla y confunde sus recuerdos.
El filme opone dos modelos de familia, la encabezada por Willis, un hombre machista, racista y homófobo, frente a la que ha formado el personaje que interpreta Mortensen junto a su marido y su hija. La historia es atravesada por temas como la fragilidad de la memoria, la tolerancia o la soledad de las personas mayores: “Nadie quiere pensar en enfermar, en la muerte, pero con la pandemia son temas que están sobre la mesa. La precariedad de los mayores es algo de lo que somos mucho más conscientes ahora”, afirma Mortensen, que en esta ocasión se desdobla para escribir, dirigir, producir, actuar y componer la banda sonora.
¿Cómo fue el proceso de escritura de la película? Ha contado que hay un germen real, una parte que escribió tras el funeral de su madre en 2015.
En su momento escribí y apunté cosas en un cuaderno. Lo escribí como un cuento, algo para publicar. Después pensé que era interesante el ir y venir en el tiempo, la estructura, y la veía visualmente. Creí que podía ser un guion y lo fui afinando, aunque estaba en proceso de intentar levantar otra película. Lo escribí por las tardes cuando no estaba trabajando en lo otro, bastante rápido. En unas semanas tenía básicamente lo que rodamos. Después fue cambiando un poco, pero la estructura estaba, con el título y todo.
¿Ese guion escrito en 2015 es el que se recupera para rodar en 2019?
Sí, 2015 y comienzos de 2016. En 2016 contacté con Lance [Henriksen, que interpreta al padre] y leyó lo que había, que era muy parecido a lo que terminó siendo la película. No pudo ser. Junté el dinero, íbamos a rodar en 2017, pero el productor nos quitó el dinero para otra cosa en el último momento.
Aunque pueda parecer lo contrario, ha sido difícil sacar adelante una película como esta.
Es que pasa siempre con el cine independiente. Es muy normal que tengas suerte y después no. Ya teníamos el dinero, había encontrado algunos sitios para rodar, parte del equipo... Me tuve que disculpar y decirle al equipo que no iba a ser. Intenté levantar otra película, llegué hasta la mitad de la financiación, y también se cayó. Entonces me dije: voy a hacer Falling. Sí o sí. Me puse muy terco. Me arriesgué un poco, llamé al fotógrafo, le dije: vamos a rodar, alquila la cámara, te mando unos boletos de avión y nos juntamos.
Estuvimos con la de arte buscando el sitio perfecto y sabiendo que iba a ser un rodaje no muy largo y en invierno, en lugar de hacer lo normal: usas el interior de una casa, el exterior de otra y haces que la película parezca el mismo sitio. No teníamos tiempo para eso. Fue difícil, pero encontramos una granja que tenía todo. Y eso sin tener la financiación. En otoño, a finales de 2018, conseguí un socio y después otro, y pudimos rodar en 2019. Pero nos costó. Yo había dicho que no quería actuar en la película, pero lo hice porque eso ayudaba.
La historia no es autobiográfica, pero hay detalles y recuerdos que sí son propios. Dedica la película a sus hermanos, ¿leyeron el guion antes?
No. Sabían lo que iba a contar, que algo tenía que ver, pero no sabían exactamente por dónde iba a ir. La familia es ficticia y no es autobiográfica, pero claro que el sentimiento detrás de ella y algunos eventos de la infancia de mi personaje, la secuencia del pato y la dinámica en la relación entre los padres inicialmente... Eso se parece algo a lo que compartimos los tres hermanos, nuestra crianza.
Por eso, por respeto, les dedico la película a Charles y Walter, mis hermanos. Cuando la vieron, por suerte, les gustó. Reconocieron ciertos fragmentos de conversaciones y detalles y se rieron de algunas cosas, pero obviamente se dieron cuenta de que no era nuestra familia, sino que había una raíz. El interés era explorar lo que sentía por mi madre, para empezar, y después sobre la crianza compartida con mis hermanos. También pensar en lo que me ha formado y he aprendido de mis padres, para bien y para mal.
Ha dicho que la historia de esta familia, con un padre intolerante que en ocasiones busca la confrontación con el resto, puede ser un “microcosmos” o una alegoría de lo que está pasando actualmente en el mundo, ¿a qué se refiere?
No era mi intención al escribir el guion, pero incluso cuando estaba escribiendo, que era justo cuando se anunció como candidato Trump, pensé que ganase o perdiese iba a complicar las cosas y aumentar la crispación en la sociedad. Ya se veía con Obama que había una resistencia implacable contra todo lo que quería hacer en su mandato desde la parte más conservadora y hasta cierto punto racista de la política y de la sociedad. Se veía en otras partes del mundo. Estaban en auge, floreciendo, políticos extremistas y provocadores que tenían esta doble función de pirómanos y bomberos. Creaban incendios innecesarios y decían “apártense, que soy el único que puede apagar el fuego”.
Aunque no es mi enfoque, pensé que la historia podía tener una lectura en la que se viese una reflexión sobre lo que pasa la sociedad: la polarización, la falta de buena comunicación. Las preguntas sobre cómo conseguir llegar a un entendimiento o empatía con personas que no quieren hablarte ni aceptarte, cómo reaccionar ante la violencia psicológica, verbal o física a veces. Es muy tentador reaccionar de la misma manera, incluso sentirte satisfecho o satisfecha con ello. Puedes recibir aprobación de tus amigos o likes en las redes. A corto plazo bien, satisfecho con tu ego y tu necesidad de ser querido o querida, una satisfacción muy personal. Pero no te lleva muy lejos. Lo que es más difícil es decir que no está bien si algo te ofende o te parece injusto socialmente o personalmente. Con tu ejemplo. No está bien, no estoy de acuerdo y digo por qué.
En Falling no estoy dando respuestas, pero quería poner esas cosas sobre la mesa. Por eso cuando estaba escribiendo pensé que si situaba la película en el presente iba a ser más probable que la gente dijese que estaba intentando hablar de la sociedad en general. Yo quería contar el cuento de mi familia, sabiendo que podría haber una aplicación pensada en la sociedad, no solamente de Estados Unidos. Por eso puse el presente a comienzos de 2009, que era el primer mandato de Obama. Ahora, el presidente actual de Estados Unidos es tan canalla, con un comportamiento no solamente irrespetuoso sino también criminal... Es una cosa tan contundente y preocupante que sería imposible no ver un paralelismo. No quería distraer. Si uno quiere ver esa lectura y pensar en ello está bien, a lo mejor haces una reflexión sobre tu comunidad. Pero no es necesario.
La masculinidad tiene un papel importante en la película, donde aparece retratada de formas muy diferentes a través de los personajes del padre y su hijo. ¿Cree que hay una generación de hombres que no han expresado sus emociones porque se entendía que ser hombre era de una determinada manera? ¿O que sigue ocurriendo?
Está cambiando. Soy optimista. Hay reveses, pero creo que estamos progresando. Sí, hombres como Willis, el padre, no solamente no entienden y no quieren entender los cambios que ya se han establecido por mucho que haya gente que resista: la composición sexual de las familias, la actitud hacia el papel del hombre, la masculinidad, la mujer... Gente de la generación de Willis y la siguiente se han resistido a esos cambios en la sociedad porque los ven muchas veces como un ataque personal hacia ellos cuando no tiene que ver con ellos. Es la vida de otros.
Si lo ven de cerca, lo ven como una falta de respeto hacia su forma de pensar y de vivir, y si sospechan que es un ataque personal —que no suele serlo— pues atacan primero. Como un ataque preventivo. Es lo que hace Willis todo el rato con su lenguaje y su comportamiento. Y si uno se para a pensar, por muy cascarrabias que sea y por muy seguro que parezca en su odio, su racismo, sus prejuicios... es una persona insegura que tiene miedo a los cambios en la sociedad y su familia. Le descolocan, le dan miedo. No es que perdone su comportamiento, es para entender de dónde viene. No para disculpar, pero decir: bueno, es triste que sea así, pero es así. Cuando no escucha muy bien con el inicio de la demencia se siente más aislado y más paranoico, eso empeora una situación que ya iba mal.
La precariedad de los mayores es algo de lo que somos mucho más conscientes ahora con la pandemia y eso me parece bueno
Otro de los temas que recorre la película es la soledad de los mayores sin un sistema que los ampare si no tienen una familia que lo haga. En su discurso al recoger el Premio Donostia precisamente mencionó que debíamos seguir acompañando a los que están solos.
Ahora somos más conscientes de la situación de aislamiento y temor a la enfermedad y la muerte. Es la historia de la humanidad. La gente no quiere pensar en enfermar, en la muerte, pero con la pandemia son temas que están en la mesa para todos. Y la precariedad de los mayores es algo de lo que somos mucho más conscientes ahora y eso me parece bueno.
Entiendo que en Estados Unidos más acentuado, porque España tiene un sistema sanitario público, que puede ser más o menos precario o necesitar más financiación, pero existe...
Para millones de personas en Estados Unidos es una situación muy primitiva comparada con Canadá, su vecino, o los países europeos. Por mucho que falte un enfoque en la sanidad en España, por ejemplo, como un derecho, que hay que manejar de forma eficaz, no puede ser como una empresa que vaya al límite. La salud es lo más importante que tenemos. Sin la salud no tenemos nada cada uno y como sociedad.
En Estados Unidos, un cáncer, una hospitalización de cualquier miembro de la familia... y de repente: “¿Bueno, vendemos el coche, qué hacemos?”, “¿Aguantamos un poco más a ver si mejora?” La gente va al médico demasiado tarde porque no tiene el dinero. Es un sistema primitivo y a base de esfuerzos de propaganda por parte de gente con intereses económicos. Siempre se ha tachado de algo socialista, comunista... “¡Que no, que nosotros somos mejores que eso, tenemos todo lo mejor del mundo!”. Y no. El sistema sanitario de Estados Unidos era muy precario y ahora peor.
Pese a que es una película dura, hay momentos cómicos. ¿Qué papel tiene el humor?
Son momentos cómicos que surgen de las circunstancias, no es impostado ni forzado. No me gustan las historias, ni libros ni películas, que me digan lo que tengo que pensar y sentir. Me rebelo. Me gusta que me inviten a base de la calidad de lo que están intentando hacer, de la fotografía, la interpretación, y que no me rellenen todos los huecos. Que yo participe un poco, que pueda tener la opción si me interesa lo que escucho y veo, de participar.
Peter Jackson aparece en los agradecimientos y David Cronenberg tiene reservado un pequeño papel. ¿Qué ha aprendido de los directores con los que ha trabajado para aplicarlo a la dirección de esta obra?
La preparación. La lección que he aprendido de Cronenberg y otros directores que han podido llevar a cabo rodajes tranquilos, eficaces, ha sido que no es posible empezar a preparar un rodaje demasiado temprano. O prepararlo demasiado. La preparación lo es todo para estar tranquilo, conocer a tu equipo y para saber lo que quieres hacer y estar de acuerdo en ello. Van a llegar días de mala suerte o de obstáculos, pero si todos en el equipo sabemos lo que queremos contar cuando llega un obstáculo nos enfrentamos como grupo y lo solucionamos. Si quieres hacer una buena película, eso es lo más importante.
Lo otro es escuchar al equipo, aunque hayas escrito el guion y tengas una idea muy clara de lo que quieres lograr. Una buena idea puede venir de cualquier persona en cualquier momento. Lo bueno de prepararse a fondo es que estás tranquilo y puedes escuchar. Si estás nervioso y mal preparado, no tienes tiempo ni para atender a una sugerencia.
El sector del cine se encuentra en un momento muy complicado por la crisis económica, al igual que ocurre con otros relacionados con la cultura. Usted tiene una editorial pequeña, Perceval Press, ¿le han afectado las dificultades?
Como Falling fue un proceso largo, no hemos sacado nuevos libros. He reimprimido algunos que se agotaban y estoy preparando un par de libros ahora. Pero nuestras ventas han sido siempre mucho por correo, además de algunas librerías en EEUU y en Madrid, así que no ha cambiado tanto. Es lo que ha pasado, ¿no? Los que se han forrado son los Amazon. No vendemos a través de ellos normalmente. Los envíos han prosperado porque así la gente no tiene que salir de casa. Durante el encierro obviamente era muy necesario eso e incluso ahora la gente, por desgracia, va menos a librerías que antes. Van menos a teatros y cines, pero están volviendo porque ven que es una cosa segura. Yo en el momento en el que se pudo volver a ir al cine después del encierro, fui.
¿Qué fue a ver?
Varias. Fui a ver Tenet, las españolas que había, una francesa... Fui al Círculo de Bellas Artes cuando abrieron para ver películas distintas. Un poco de todo. La primera vez tenía un poco de miedo por cómo iba a ser, luego vi que había distancia, mascarilla y no se hablaba. Además de la sensación de: qué bien volver a ver una película en pantalla grande, con la mezcla de sonido como tiene que ser, esta cosa especial, casi... no diría religiosa, pero esta cosa de estar en un sitio en la oscuridad con extraños compartiendo algo, haciendo de lo que veo, si me va gustando, mi historia.
Me apodero de esto porque me gusta. Siempre me ha encantado ir al cine. Me sentí bastante seguro. Más seguro que estar en una terraza, desde luego, muchísimo más que estar en un restaurante, un bar o una tienda por mucho cuidado que tengan con todo. Porque no se habla, hay distancia, mascarilla, se recicla el aire. Casi como estar en casa. Sigo yendo mucho al cine y veo que la gente está yendo.
Donde se recorta siempre es en la cultura, la sanidad y la educación, que son tres cosas que alimentan al ser humano y son necesarias
¿Cree que debería haber más medidas de apoyo al sector en este momento?
Eso siempre. No sé cómo está la cosa en Francia, pero es un país excepcional porque el cine para ellos es casi como el fútbol en España. Aquí a la gente también le gusta ir al cine, y creo que está yendo ahora y seguirá yendo. Donde se recorta siempre es en la cultura, la sanidad y la educación, que son tres cosas que alimentan al ser humano y que son necesarias.
¿Por qué cree que ocurre eso?
Porque es fácil. No da dinero con la seguridad con la que otras cosas pueden dar dinero. Pero hay que cambiar de chip porque, sobre todo la sanidad, no tiene por qué dar dinero. Ser eficaz sí, pero tiene que ser un derecho. Es lo que un gobierno puede y debe hacer para cuidar a la gente. Si no tenemos salud no tenemos nada. Si se dice que los políticos son sirvientes del pueblo, la manera más importante de servir a los ciudadanos es cuidar de su salud y poner alguna garantía para que si pasa algo, no tengan miedo de que no haya equipamiento ni personal. Eso tiene que cambiar.
Pero pienso lo mismo con la educación. Que sea eficaz, pero tiene que estar, sí o sí, no se puede recortar ahí. La cultura es lo mismo. Una película es solo una película. Pero a veces lo que uno comparte con otros viendo una película o una exposición de arte es que te apoderas de ello, como decía antes del cine, lo relacionas con tu vida. A veces, no siempre, una película te cambia, te marca. El arte te hace reflexionar. La cultura te saca de tu rincón y te relacionas con los demás de otra manera. El horizonte es más amplio de repente, por un momento. Algo tan sencillo como que has leído un libro y te ha hecho pensar por alguna razón: “Tengo que llamar a mi tía, no he hablado con ella en diez años”. Cosas así, tan sencillas.
La sociedad es cada cosa que uno hace, para bien y para mal, en su relación con cada persona con la que se encuentra cada día. Millones de momentos así. La sociedad cambia todo el rato. Decir que tenemos una democracia o un sistema de sanidad no quiere decir que sea cierto mañana. Hay que evolucionar y cuidar esas cosas. La cultura es parte de la salud mental del pueblo, como la enseñanza en los colegios. Es una forma de enseñar, de aprender, de relacionarse con los demás. Para mí, la cultura es la comunicación de la ciudadanía. No solamente de artista a espectador, sino entre ellos. Yo he hecho una película, cada persona que la vea va a hacer una película diferente a la que hice yo. Y eso les hará pensar, o no, en algo. La buena comunicación, constante, abierta, entre los ciudadanos... es fundamental para el estado mental de la sociedad. Es obvio, tan importante como la sanidad o la educación.
¿Ha podido escribir durante los meses del confinamiento? A mucha gente le ha costado concentrarse para leer o escribir estos días.
Lo contrario. He leído más de lo normal porque no tenía tanto ajetreo, he visto más películas y he visitado otras que no había visto en muchos años. Las he visto de otra manera. He escrito todos los días algo. Escribí un nuevo guion y estoy escribiendo otro. Ahora estoy con la promoción de Falling y escribo en los ratos que me pueda escapar o por la noche. Siempre he sido consciente de que la vida es limitada y quiero aprovechar, aprender cosas y explorar.
¿Su plan es dirigir más y trabajar menos como actor?
Lo que más me gustaría es dirigir otra inmediatamente, pero por razones económicas necesito... No he ganado dinero con Falling, ha sido una cosa que hemos podido hacer justos. Actuaré en alguna película o dos el año que viene y mientras tanto sigo escribiendo e intentando levantar la siguiente.
¿En la próxima le gustaría estar solo en la dirección o no le importaría volver a actuar?
La siguiente creo que solo voy a dirigir. Hay posibilidad de hacer un personaje de una escena o dos, sería lo máximo. Me ha gustado actuar con Lance, ha sido un privilegio estar de cerca viendo el desarrollo de esa interpretación magistral y creo que le he ayudado por la confianza que teníamos. Habíamos trabajado un par de años mientras yo intentaba levantar la película y él me había contado sobre su historia familiar. No solo era el director, yo estaba con él luchando para sacar adelante la escena como actor, como compañero. No me arrepiento de haberlo hecho, lo pasamos bien. Pero en la siguiente si puedo no tener un papel protagonista o ninguno, mejor.
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